Valeria pensaba que la universidad sería simple, estudiar, hacer nuevos amigos y empezar de cero. Pero el primer día en la residencia estudiantil lo cambia todo.
Entre exámenes, fiestas y noches sin dormir, aparece Gael, misterioso, intenso, con esa forma de mirarla que desarma hasta a la chica más segura. Y también está Iker, encantador, divertido, capaz de hacerla reír incluso en sus peores días.
Dos chicos, dos caminos opuestos y un corazón que late demasiado fuerte.
Valeria tendrá que aprender que crecer también significa arriesgarse, equivocarse y elegir, incluso cuando la elección duela.
La universidad prometía ser el comienzo de todo.
No imaginaba que también sería el inicio del amor, los secretos y las decisiones que pueden cambiarlo todo.
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15. Examen sorpresa
El murmullo en el aula se detuvo de golpe cuando la profesora entró con una carpeta bajo el brazo.
- “Guarden todo”, dijo la profesora con una sonrisa que nadie interpretó como amable. “Hoy tenemos un examen sorpresa”.
El silencio fue inmediato.
- “¿Examen?”, repitió Lucía, en un susurro agónico. “Pero hoy era repaso”.
- “Era”, confirmó la profesora. “Las sorpresas mantienen el cerebro activo”.
Los lamentos se multiplicaron. Iker dejó caer la cabeza sobre el pupitre con un golpe suave.
- “Mi cerebro ya está activo, buscando una excusa”, murmuró Iker, sin levantar la frente.
Gael soltó un resoplido incrédulo, mientras rebuscaba su lápiz como si eso fuera salvarlo. Y Valeria, sonrió apenas.
- “Qué miedo das cuando sonríes así”, le dijo Lucía, preparando su lápiz con dramatismo.
- “Solo es un examen, no un juicio final”, respondió Valeria, tranquila, ordenando sus apuntes antes de guardarlos.
- “Depende a quién le preguntes”, intervino Gael desde el otro lado del pasillo, apoyando el mentón en la mano.
La profesora empezó a repartir los exámenes, y el papel cayó frente a Valeria. Esta vez no sintió el peso del miedo. Recordó las tardes de estudio, los resúmenes manchados de café, la noche que había pasado corrigiendo apuntes mientras Lucía dormía sobre la mesa, y hasta el entrenamiento improvisado con Iker, que le había dejado la cabeza más despejada de lo que imaginaba.
El sonido de los lápices llenó la sala. Gael la miró un par de veces, entre curioso y molesto, al ver que ella escribía sin pausa. Iker, sentado detrás, la observó en silencio, con una sonrisa medio orgullosa, medio resignada. En un momento, ella giró levemente el rostro y sus miradas se cruzaron. Él le hizo un gesto, como diciendo “tranquila, puedes con esto”.
Cuando la profesora anunció “Últimos cinco minutos”, Valeria levantó la vista. Era la primera vez que terminaba antes del tiempo.
Dejó el lápiz sobre la mesa, respiró hondo y miró a su alrededor.
Lucía se mordía el labio, desesperada; Gael giraba el lápiz entre los dedos como si pensara mejor con movimiento; Iker tamborileaba los dedos en la mesa, distraído, observando a todos menos su examen.
Las hojas se apilaron en el escritorio, y cuando la profesora salió del aula, la tensión se disolvió al fin.
Lucía se estiró como si hubiera sobrevivido a una catástrofe.
- “Si paso, prometo donar mi cerebro a la ciencia”, dijo Lucía.
- “No te preocupes”, bromeó Iker, recogiendo su mochila, “seguro aprueban por pena”.
- “¿Y tú?”, preguntó Lucía a Valeria, viéndola más relajada que nunca.
- “Creo que me fue bien”, respondió ella, encogiéndose de hombros mientras guardaba su estuche.
- “Traducción sacará diecinueve la máxima nota”, murmuró Gael, con un tono entre ironía y rendición.
- “No exageres”, dijo Valeria, con una sonrisa tranquila.
Un par de días después, la profesora devolvió los exámenes.
- “Excelente trabajo, Torres”, dijo la profesora, dejando la hoja sobre su pupitre.
Valeria parpadeó al ver la esquina superior: 198/200.
Lucía soltó un silbido tan alto que varias cabezas se giraron.
- “¡Reina del promedio! ¡Diosa del subrayado!”, exclamó Lucía.
- “Exageras”, dijo Valeria, aunque la sonrisa se le escapaba sin remedio.
A su lado, Gael recibió su hoja y frunció el ceño.
- “Ciento ochenta y cinco”, dijo Gael y levantó la vista hacia ella. “Lo admito, Torres, eres mejor que yo hoy”.
Valeria lo miró divertida.
- “Tranquilo, mañana puedes recuperarte”, comentó Valeria.
- “¿Promesa o reto?”, cuestionó Gael.
- “Como quieras verlo”, respondió Valeria, luego guiñó un ojo antes de volver a guardar sus cosas.
Gael sonrió, sincero, por primera vez desde que la conocía. Desde la última fila, Iker observaba la escena con una expresión difícil de leer.
- “Bueno, bueno el triángulo académico sigue vivo”, murmuró Lucía, que nunca se perdía una.
Valeria negó con la cabeza, divertida, mientras tomaba su mochila y veia a los muchachos marcharse. No era solo por la nota. Se sentía feliz con su propio logro. Y aunque no lo diría en voz alta, también por la sensación, nueva y cálida, de que todo empezaba a ir bien.
El sol de la tarde bañaba el campus cuando salieron del edificio. Lucía estiró los brazos como si acabara de ser liberada de una condena.
- “Propongo celebrar antes de que la profesora cambie de opinión y nos ponga otro examen sorpresa, lo he salvado con las justas, pero lo he salvado”, expresó Lucía.
- “Apoyo la moción, pero con mucha comida” dijo Iker. “No tengo una nota imbatible, pero es aprobatoria, así que merezco celebrar.
- “¿Y tú qué propones, Torres?”, preguntó Gael, alcanzándolos.
Valeria sonrió.
- “Comida suena bien. Y algo dulce. Lo necesito más que aire”, expresó Valeria.
- “Entonces es oficial”, dijo Lucía. “Festejo académico en la cafetería de la esquina”.
Minutos después, el grupo ocupaba una mesa junto a la ventana. Lucía se lanzó sobre una porción de pastel antes de que el resto se sentara.
- “A mí me tocó sobrevivir, así que merezco doble porción”, declaró Lucía, con la boca llena.
Iker le quitó un trozo con el tenedor.
- “Supervivencia compartida”, dijo Iker, encogiéndose de hombros.
- “¡Ladrón!”, exclamó Lucía.
- “Técnicamente, héroe. Evité que te empalagaras”, replicó Iker.
Gael rió por lo bajo y miró a Valeria.
- “Y pensar que después de este drama todos aprobamos”, comentó Gael.
- “Bueno, algunos más que otros”, bromeó ella, dándole un sorbo a su café.
Iker se inclinó hacia adelante.
- “Eso sonó a provocación”, intervino Iker
- “Solo constatación de hechos”, replicó ella, con una sonrisa ligera.
El intercambio de miradas duró un segundo más de lo normal. Lucía carraspeó exageradamente.
- “Por favor, no se enamoren encima de mi pastel, gracias”, expresó Lucía.
Valeria casi se atraganta de la risa, mientras Iker levantaba las manos en gesto de inocencia.
- “Tranquila, Lucía, aún estamos en la fase competencia amistosa”, dijo Iker.
- “Ajá. Eso dicen todos antes de caer rendidos”, replicó Lucía, divertida.
Valeria bajó la mirada al vaso, intentando ocultar la sonrisa que se le escapaba.
Gael, desde el otro lado, la observó un instante, como si quisiera entender algo que ni ella misma comprendía.
- “Entonces”, dijo Gael, rompiendo el silencio, “¿qué sigue para la reina del promedio?”
- “Seguir estudiando, supongo”, respondió Valeria, quien se encogió de hombros. “No quiero confiarme”.
Iker fingió indignación.
- “Ni siquiera después de un 198 puedes relajarte”, manifestó Iker.
- “No es relajarse, es mantener el ritmo”, dijo Valeria con una media sonrisa.
Gael apoyó el codo sobre la mesa, curioso.
- “¿Siempre fuiste así de disciplinada?”, preguntó Gael.
- “No siempre”, respondió Valeria y se quedó pensando unos segundos. “Creo que empecé a serlo cuando entendí que lo que quiero no va a venir solo”.
Por un momento, el grupo guardó silencio. No era solemne, sino de esos silencios que acompañan algo sincero.
Iker la miró con un gesto suave, diferente, casi admirado.
- “Entonces espero que quieras muchas cosas”, murmuró Iker.
Valeria alzó la vista y se encontró con la suya. Le sostuvo la mirada un par de segundos antes de reír nerviosa.
- “Empezando por que el pastel llegue a mi plato”, dijo Valeria, estirando el tenedor hacia la bandeja.
Lucía aplaudió.
- “¡Bravo! Torres 1, sentimentalismo 0”, exclamó Lucía.
Iker negó, sonriendo.
- “Un golpe bajo, pero efectivo”, dijo Iker.
El café se enfrió entre conversaciones, risas y anécdotas. Mientras habían choques de miradas entre Gael, Valeria e Iker.