Fui la mujer perfecta
En la oscuridad descubrí el placer, descubrí que mis piernas no eran para cerrar, que mi lengua podía acariciar y herir con el mismo arte.
Aprendí a gemir con rabia y a dominar con las caderas.
Ahora regreso. Con vestidos de seda y piel perfumada, con un cuerpo que aprendí a usar como un arma.
Él cree que vuelvo para cumplir aquella promesa. Cree que aún soy suya.
La mujer perfecta ha muerto. Lo que queda… es una diosa del placer y la venganza.
No viene a buscar amor. Viene a cobrar.
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La diosa del placer
Débora estaba sentada frente a los abogados de Irina. La auditoría de la empresa que Yegor y Dimitri habían fundado se llevó a cabo; todo estaba sobre la mesa. Irina era dueña de la mitad, y Débora de la otra mitad. Irina decidió mantener sus acciones, solo que tendría a su propio representante, quien llevaría las riendas de la empresa en su representación, y claro, a su cuenta iría la mitad de los ingresos.
Después de que todos se retiraron, Débora quedó sola con Irina, quien sonreía con aire de triunfo.
Irina: Bueno, ahora que todo está resuelto, me retiro.
Débora: Que te vaya bien. Y lamento mucho lo de Dimitri.
Irina: Por mí ese maldito se puede quedar donde está.
Después de que Irina se fue de la oficina, Débora sonrió.
Débora: Estúpida... si supieras todo lo que Dimitri tenía...
Después de eso, se levantó de la silla y salió. Iba manejando en su coche cuando llegó una llamada a su celular.
Débora: Dime.
Voz: Iván está muerto.
Débora: ¿Y cómo parece todo?
Voz: Es un accidente, señora.
Débora: Muy bien.
Lamentablemente para ella, Iván se estaba convirtiendo en un estorbo. Se había obsesionado con ella, y eso no lo podía permitir. Además, pronto se acercaba el segundo paso, y eso la ponía más ansiosa. Sabía lo que necesitaba para calmarse: sexo. Pero no podía llamar a Marcos. Se había divertido con él, había logrado que le cediera muchos negocios, pero él se había enamorado de ella, y ese era su error.
A diferencia de Iván, no podía deshacerse de Marcos, porque lo necesitaba. Tener un socio como él le traía muchos beneficios que no podía rechazar. Dimitri había sido un excelente amante; el sexo con él fue grandioso, pero al final la habría matado. Así que debía buscar un nuevo amante. Su cuerpo necesitaba el sexo tanto como el agua.
Manejó hasta llegar a una gran mansión. Cuando bajó, fue recibida por una mujer de unos 40 años que, para su edad, se veía muy bien.
Madan: Débora, querida, me da gusto verte.
Débora: A mí también, Madan. Quiero saber cómo va todo por aquí.
Madan: Muy bien. Las chicas han tenido contentos a los clientes.
Débora pasó a la hermosa casa.
Débora: Ya sabes, quiero que todo sea perfecto. También que las chicas sean bien cuidadas, que no vayan a ser estafadas. Y si una se quiere ir, que lo haga. Dale dinero para que comience una nueva vida.
Madan: Sabes que así lo hago. Pero ninguna se quiere ir, todas están felices. De hecho, hemos traído chicas nuevas. Todas son hermosas y jóvenes.
Débora: No quiero que sean menores de edad. Todas tienen que tener 21 años.
Madan: Claro que sí. Todas tus reglas se siguen al pie de la letra.
Débora: Me alegra escuchar eso. Quiero que estén bien entrenadas, que tengan sus oídos atentos. Que les ofrezcan a los clientes los mejores servicios. Los hombres pierden el cerebro durante el sexo, y es ahí donde pueden soltar información.
Madan: Claro que sí, Débora. Te prometo que tendrás los secretos de los hombres más poderosos del mundo de los negocios.
Débora: Es eso lo que quiero, Madan.
Madan: Pero creo que no es solo eso lo que te trae aquí...
Débora: ¿Cómo van los gigolós?
Madan: Muy bien. Y tienen muchos secretos de las damas de alta sociedad.
Débora: Bien. Quiero que me busques uno para mí. Necesito desahogarme. Ya sabes, que tenga un buen cuerpo, que esté bien dotado, que sepa cuándo debe callar, que olvide mi rostro, y sobre todo... que esté sano. No quiero usar protección.
Madan: Por supuesto. Te tengo al mejor. Dame unos minutos y arreglo todo.
Débora: Bien. Quiero tomar un baño antes.
Madan: Tu habitación siempre está lista.
Débora subió las escaleras hasta llegar a una habitación. Se dirigió al armario y sacó una bata de seda. La puso sobre la cama y luego se metió a la ducha. Después de bañarse, salió y se colocó la bata. Se sentó en la cama, cuando llegó Madan.
Madan: Todo está listo.
Débora: Muy bien. Llévame.
Débora la siguió, y Madan la guió hasta una habitación. Le pasó una máscara, que ella se puso de inmediato. Luego entró en una habitación en penumbra. Allí había un joven en bóxer frente a ella. Débora se acercó a él.
Débora: Eres muy guapo.
Gigoló: Creo que usted también lo es, aunque no pueda ver su rostro.
Débora: No necesitas verlo.
Ella pasó su mano por su pecho, bajando hasta su bóxer.
Gigoló: Es muy traviesa.
Débora: Soy mucho más que eso. Te voy a enseñar algunos trucos que pueden ayudar a que esas señoras de alta sociedad se vuelvan locas por ti.
Gigoló: Ya las vuelvo locas.
Débora_ Las volverán más locas.
Tomó una botella de champán, luego se quitó la bata, quedando desnuda frente a él.
Después caminó hasta un sofá y se recostó, roció la botella de champán sobre su pecho. El chico se acercó a ella con una sonrisa; iba a lamer el líquido, pero Débora lo detuvo.
Débora_ Debes concentrarte en los pezxnxs, luego ir hacia lo demás. Pero debes concentrarte en eso. Es un punto muy erógeno. Incluso si la mujer está insegura, esto levantará su libido.
_ Es una maestra.
Débora_ Yo soy la diosa del placer.
El chico se acercó y comenzó con sus senos, se dirigió a sus pezxnxs, comenzó a lamerlos en círculos y a succionarlos.
Débora_ Aaa... Ahora, lleva tus manos cerca de las caderas. Pon una en cada lado y masajea donde están los ovarios, pero no bajes más.
El chico lo hizo, con sus manos comenzó a masajear justo en ese lugar.
Débora se dio la vuelta, quedando encima del chico, y miró su gran erección.
Débora_ Cuando tengas a la mujer excitada, vas a tomarla por las caderas de forma fuerte, pero sin lastimarla. Aun así, debes tratar de dejar una marca con tus dedos. La vas a sentar sobre ti, justo encima de tu virilidad, y vas a dejar que lo sienta, pero sin quitarte el bóxer. Luego la vas a balancear un poco de las caderas, así —dijo mientras se movía y el chico gemía—, pero no vas a quitar la ropa. Esa ropa es la pequeña barrera que los separa del placer completo. Ella seguramente estará muy, muy excitada.
_ ¿Y después? —dijo él, con la voz cortada.
Débora_ Después la vas a empujar hacia abajo, vas a arrancar su ropa interior, y sin darle tiempo a protestar, vas a meter tu cabeza entre sus piernas y te vas a hundir en ella. Vas a comenzar a devorar, a lamer, succionar, hasta hacerla gritar de placer.
El chico le dio la vuelta a Débora, y luego le arrancó la pequeña tanga y sumergió su cabeza en ella. Comenzó a lamer mientras succionaba cada lugar de su zona íntima.
Débora_ Aaaa... no dejes de acariciar sus caderas. Y también toca sus senos, mueve sus caderas como si estuvieras atravesándola con tu virilidad.
El chico comenzó a mover las caderas de Débora, mientras con su lengua entraba y salía de su intimidad.
Débora_ Mmmm... Cuando mires que ella está a punto de llegar a su punto, entonces la vas a poner en la posición que más te guste, y vas a complacerte con ella como quieras. Podrás hacerlo tan rudo como te guste.
Débora estaba a punto de llegar a su éxtasis. En ese momento el chico le dio la vuelta y levantó sus caderas, sacó su bóxer y entró en ella, dejándola sin aliento. Era enorme, tal como a ella le gustaba. Luego comenzó a moverse, a profundizar dentro de ella y a salir de forma rápida y fuerte. Entraba y salía de su zona intima mientras presionaba sus caderas.
Victor a tenido paciencia con Angeline está enamorado realmente o siente culpa por lo que le pasó.
Son muchas interrogantes y ya uno siente ansiedad por saber.
Porque ese suspenso que nos tienen como fue y porque se transformó en Débora y no siguió siendo Angeline.
Que tendrá que ver Victor y su hermana
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