Un rey lucha por permanecer en el trono dorado, mientras a su alrededor se libra una batalla por quien deberia ser el verdadero rey.
En la edad media se cree mucho en criaturas fantásticas y mitos de elfos, brujas e incluso dragones, pero aqui lo haremos realidad.
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Llamas
Me alejé del fuego, la luz no me dejaba dormir de todos modos, no lo necesitaba para dormir usando mi capa como almohada. Miré las estrellas en el cielo, cerré mis ojos dejando que la oscuridad me llevara a un sueño profundo.
*Garras, colmillos y esos ojos fijos en mí, gruñendo, corrí, corrí por mi vida, pero caí al suelo con esa bestia sobre mí, grité y luché, pero no podía quitarla de encima. Abrió su mandíbula mostrándome sus grandes dientes y me comió de un bocado*
Mi respiración estaba agitada y mi corazón latía con fuerza. De un salto me senté en el suelo. Miré a mi alrededor, pero todos dormían menos, Roan y sus hijos, que no estaban por ningún lado.
Me levanté y sacudí mis ropas que estaban adornadas con escarcha de la noche. Me acerqué a Tirón y Félix, quienes dormían junto al fuego. Volví a poner mi mano sobre los leños y lo encendí, haciendo que el calor los abrazara. La noche estaba helada, temía que se congelaran.
Cuando me puse de pie, comenzaron a caer gotas de sangre de mi nariz. Mis hermanos y mi padre dormían placidamente. Volví hasta mi capa y de uno de los bolsillos tomé un pañuelo colocándolo sobre mi nariz.
—¿Princesa, está bien?—Maximus se acercaba hacia mí desde el bosque, en su rostro veía preocupación al ver la sangre en mi pañuelo.
—Si estoy bien— miré hacia otro lado tratando de ocultar la sangre. No necesitaba que se preocupe, quise alejarme, pero me tomó del brazo suavemente. Miré su mano y con el otro libre tomo mi rostro, haciendo que lo viera directo a los ojos.
—Déjeme ayudar, Princesa. No necesita temerme, jamás la lastimaré. Mi lobo es grande y puede asustar a veces, pero jamás le haremos daño, se lo prometo— Maximus levantó mi cabeza tirándola hacia atrás y presionó el puente de mi nariz por unos momentos.
Tenía su torso desnudo, así que supongo que andaba en su forma de lobo. Temí que me tirara hacia atrás, así que puse mis manos sobre sus costillas en un intento de sujetarme.
—Tiene las manos calientes para haber dormido bajo la helada—. Una pequeña risa salió de sus labios que hizo que me riera con él. Volvió a acomodar mi rostro a la normalidad, pero aún seguíamos muy cerca el uno del otro, con sus manos ahora en mis caderas y las mías aún en sus costillas.
—No puedo sentir frío siquiera al caminar descalza por la nieve, está solo se derrite a mi tacto— seguía mirando hacia arriba, donde sus ojos se conectaban con los míos, sus brazos se enroscaban más en mí acercándonos más.
Un ruido en el bosque llamó la atención de Maximus haciendo que me soltara. Recuperé la cordura y tomé mi capa del suelo mientras me alejaba de él yendo a donde estaban mis hermanos. Los cubrí con mi capa y me senté junto a ellos para mantener el fuego encendido.
Aún seguía siendo de noche, pero los pájaros comenzaban a cantar. Eso anunciaba que pronto amanecería. Miré por encima de mi hombro hacia donde estaba Maximus, pero él ya había desaparecido. Me seguía sintiendo observada, eso hacía que un escalofrío me recorriera el cuerpo.
Estaba sola, Roan, Reniro y los Black se habían ido. Mis hermanos aún dormían. Me acerqué más al fuego y me concentré en él. Al estirar mi mano, pude lograr que una pequeña cantidad de él se quedara enredado en mis dedos. Volví a alejarme con la pequeña llama luchando por sobrevivir en mi mano.
El pequeño resplandor creció un poco cuando hice que mis ojos brillaran conectando mi cuerpo con la llama, creció abarcando mi palma poco a poco creció más y más casi cubriendo toda mi mano, pero antes de que lo hiciera escuche la voz de mi padre que reía levante la vista hacia el y la conexión que había conseguido se perdió.
Cerré mi mano en un puño, ahogando la llama en ella, haciendo que se extinguiera. De inmediato sacudi mis manos y me senté sobre una piedra más lejos del fuego. Mis hermanos comenzaron a despertar.
Mire hacia mi derecha donde los tres hijos de Roan me miraban fijamente viajando de mi mano a mi rostro fruncí el ceño hasta que Jack levanto su mano con la palma hacia arriba e hizo una mueca moviendo los dedos fue claro para mí que vieron lo que hice, pero ellos no estaba ahí hace un momento aparte la vista de ellos algo incómoda
—Adaria, qué bueno verte despierta. Vamos, te guiaré de nuevo al castillo, te ves cansada y tu madre te debe necesitar. —Asentí y me levanté, tomé la capa que cubría a los somnolientos y me la coloqué siguiendo a mi padre hacia el bosque.
Caminamos hasta donde habían quedado los caballos y me ayudó a subir al mío.
— Ese camino llega directo al castillo, vuelve— se dio la vuelta y volvió con los demás mientras golpeaba con mis pies el costado del caballo para que comenzara a avanzar.
El sol comenzaba a salir delante de mí, estando en esta altura sobre mi caballo. El bosque se veía increíble, los pájaros cantaban y silbaban creando melodías hermosas. Muchas aves salían de sus nidos con los primeros rayos; en verdad, eran hermosas.
A lo lejos podía ver las puertas de la entrada trasera del castillo. Mi corazón comenzó a latir rápido de emoción, quería llegar y ver a mi madre, saber si Leidy Lilian la había molestado o si había podido pasar la noche.
Con una sonrisa tomé las riendas de mi caballo y comencé a hacer que acelerara el trote. Quería llegar más rápido, lo necesitaba, necesitaba verla y abrazarla. Fue solo una noche lejos, pero en su estado estar lejos era demasiado y la extraño.
Entrando por la gran puerta, no esperé que el caballo parara, simplemente bajé de él. Un guardia rápidamente tomó la correa del caballo y rápidamente corrí dentro.