En el mundo del crimen, Aurora De Luca era un nombre temido. Como líder de la organización mafiosa más grande de Europa, era conocida como una mujer sin miedo, fría y despiadada. Sin embargo, en una traición brutal, fue asesinada por alguien en quien confiaba.
Al abrir los ojos, Aurora descubre que está en el cuerpo de una estudiante de 17 años llamada Elena Zhao, una joven débil que siempre ha sido víctima de abusos. Elena proviene de una familia adinerada, pero es tratada como basura por su padre, que solo quería un hijo varón, por su cruel madrastra y por sus hermanastros llenos de odio. En la escuela, es constantemente acosada por sus compañeros, mientras que su prometido, quien debería protegerla, la humilla públicamente.
Pero Elena ya no es la chica débil y fácil de pisotear. Con el alma de la Reina de la Mafia dentro de su cuerpo, jura vengarse de todos los que le han causado daño.
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Capítulo 1
"Este mundo no conoce la piedad. Si bajas la guardia, mueres."
Aurora De Luca lo sabía mejor que nadie.
Como la líder suprema de la familia mafiosa De Luca, había pasado por innumerables batallas sangrientas, traiciones y juegos políticos. Ascendió a la cima con las manos manchadas de sangre y un corazón endurecido. El inframundo la respetaba no por compasión, sino por miedo.
Sin embargo, incluso la reina más temida puede ser traicionada.
Esa noche, en un viejo almacén en las afueras de Palermo, Aurora se mantenía erguida, con una mirada fría y aguda recorriendo las figuras que la rodeaban. El almacén era vasto, con luces amarillas tenues parpadeando en el techo, creando sombras danzantes en el suelo de concreto sucio. Un olor a hierro mezclado con sangre era penetrante, haciendo el aire aún más pesado.
Frente a ella, Enzo Moretti, su propia mano derecha, estaba de pie con una pistola levantada. Su rostro era inexpresivo, pero sus ojos negros implicaban una determinación inquebrantable.
Detrás de él, alrededor de veinte hombres armados, todos personas que una vez se arrodillaron ante Aurora, ahora apuntaban sus rifles hacia ella.
Traición.
Aurora sonrió de lado. "¿Así que este es el final?" su voz se mantuvo tranquila, sin un ápice de miedo.
Enzo no respondió de inmediato. Solo la miró fijamente, como buscando algo en los ojos de su líder. "Esto no es algo que quería," dijo finalmente. "Pero lo sabes, Aurora. Eres demasiado fuerte. Demasiado peligrosa."
Aurora soltó una pequeña risa. "¿Y crees que puedes reemplazarte?"
"Has transformado a los De Luca en algo que no deberían ser. Quieres demasiado poder, quieres romper límites que no deberían tocarse."
"Y eso los asusta," concluyó Aurora. "No porque sea peligrosa, sino porque puedo hacer algo que ustedes no pueden—cambiar el juego."
Enzo no lo negó.
Aurora resopló. "¿Quién está detrás de esto? ¿La policía? ¿La familia Morello? ¿O quizás incluso el propio gobierno?"
"Todos," respondió Enzo fríamente. "Has cruzado la línea, Aurora. Este mundo ya no puede contenerte."
Aurora asintió lentamente, aceptando el hecho. Sabía desde hacía mucho tiempo que este día llegaría. Una reina demasiado fuerte siempre sería una amenaza para los peones.
"Está bien," dijo, su voz permaneciendo tranquila a pesar de las docenas de armas apuntando hacia ella. "Entonces, háganlo."
Enzo la miró por un momento, antes de apretar el gatillo.
¡BANG!
La primera bala la golpeó en el abdomen, perforando la piel y la carne con facilidad. Aurora se estremeció, pero se mantuvo erguida.
¡BANG!
La segunda bala golpeó su hombro. Sangre caliente fluyó por la manga de su chaqueta negra, pero ella no cayó.
¡BANG! ¡BANG! ¡BANG!
Uno por uno, los hombres a su alrededor comenzaron a disparar. Aurora sintió su cuerpo tirado hacia atrás por la fuerza de las balas que la golpeaban. Su pecho ardía, sus piernas temblaban y su visión comenzaba a nublarse.
Sin embargo, ella no gritó. No rogó. No lloró.
Incluso cuando su cuerpo cayó de rodillas, ella mantuvo una sonrisa.
Con la fuerza que le quedaba, levantó la cabeza, mirando a Enzo con una mirada que todavía estaba llena de superioridad.
"No pienses que puedes reemplazarte, Enzo," su voz era ronca, pero aún afilada. "Solo serás otra pieza en un juego más grande."
Luego, por última vez, Aurora De Luca cayó al suelo.
Su sangre se acumuló en el frío suelo de concreto. El mundo se oscureció.
Y entonces—
Aurora despertó...
En el primer segundo, solo vio blanco. La luz brillante le perforó los ojos, haciéndola parpadear varias veces. El dolor aún estaba allí, pero extrañamente no tan agudo como había imaginado.
Respiró hondo—y sintió su pecho más pequeño subir y bajar suavemente.
Aurora frunció el ceño. Algo andaba mal.
Cuando su conciencia se recuperó, intentó mover sus manos y vio su piel más suave, más pequeña. Se tocó la cara y sintió una estructura diferente—una mandíbula más suave, mejillas más delgadas.
El pánico comenzó a apoderarse de su mente.
Se sentó rápidamente, su cuerpo se sentía más ligero que antes. Sus ojos recorrieron la habitación—una habitación sencilla, con paredes pintadas de blanco y muebles baratos.
No había un viejo almacén. No había cadáveres. No había traición.
Luego, en la esquina de una pequeña mesa, vio algo que le contuvo la respiración.
Un espejo.
Con manos temblorosas, tomó el espejo y se miró en el reflejo.
Lo que vio no fue a Aurora De Luca, la líder mafiosa temida por el mundo.
Lo que vio fue el rostro de una joven, de unos 17 años, con ojos que parecían cansados y una cicatriz tenue en la comisura de sus labios.
Reconoció ese rostro—no personalmente, sino por recuerdos que de repente inundaron su cabeza.
El nombre de esta chica era Elena Zhao.
Y ella no era nadie.
Una niña que siempre había sido tratada como basura por su familia. Una chica que fue golpeada, humillada y abandonada. Una víctima.
Aurora cerró los ojos, absorbiendo esta nueva realidad.
Ella, Aurora De Luca, Reina de la Mafia, había muerto.
Pero de alguna manera—
Había revivido.
Y esta vez, no permitiría que nadie la tocara.