Yandy encuentra a su esposo, después de más de veinte años casados en un encuentro amoroso con su secretaria.
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Trato
El salón de la casa donde Maciel había estado un par de semanas se sumió en un silencio absoluto. Maciel abría y cerraba los ojos con mucho cansancio. Prefería aguantar un poco más que seguir viviendo entre mentiras. Diego estaba algo tenso y nervioso, no sabía si sus palabras terminarían de romper a Maciel.
Diego invito a Maciel que sentarán para estar más cómodo.
Maciel se sentó primero —¿Quién eres Diego?. ¿Por qué llegaste a mi vida?, ¿Y por qué me siento inquieta estando bajo tu techo?— preguntó con la voz baja.
—Maciel, es tan duro decirte la verdad— dijo con la voz aguda, intentando acariciar el rostro de Maciel, pero ella enseguida se esquivó para evitar la caricia.
—Yo llevé tu empresa a la quiebra, no fue culpa de Henry, bueno en parte sí, pero yo me encargué de manipular a los socios para que las demandas caigan a su nombre. Te quería lejos de él, pero él fue más inteligente al poner todo otra vez a tu nombre.
—¿Quién eres?, ¿Quién te crees que sos?— Maciel se paró caminando de un lado a otro y luego continúo.—Sos la misma mierda Diego.
—No me odies por aparecer de la nada en tu vida. Me costó mucho encontrarte.
—Está puta novela no me gusta para nada. Nada de lo que tú y Henry hicieron conmigo es bueno. Ambos jugaron con mi destino, me arrastraron al vacío sin dejarme sin nada. Por culpa de ustedes mi vida, ya no es mi vida.
—¡Mi amor, perdóname!— dijo Diego intentado secar las lágrimas de Maciel.
—No intentes tocarme más, solo déjame en paz Diego. Me quiero ir.
—¿A dónde vas a ir amor?, todo esto es tuyo y de mis hijos.
—No sé dónde iré, pero quiero estar fuera de toda esta verdad. Y no te preocupes de mis hijos, que cuidaré de ellos.
Diego sabía perfectamente que se había equivocado, se sentía mal por no haberla protegido más. No quería perderla, porque su vida no tenía sentido sin ella.
—Maciel, te amo. Mi vida no vale nada sino estás a mi lado. Déjame demostrarte lo importante que sos para mí. No te vayas por favor— dijo Diego llorando.
—Estaba empezando a quererte un poco, pero ambos estamos equivocados con respecto al amor, Diego.
—Soy consciente que el amor no se da de la noche a la mañana y también se supone que el amor no lástima, pero también estoy muy seguro que el amor nos puede salvar a los dos.
—Estoy muy rota. No sé cuanto tiempo me lleve reponerme de todo esto, pero necesito tiempo y estar lejos de todo. ¡Entiéndelo!
Nada lograría convencer a Maciel para qué continuará estar en ese lugar. Tomó sus lágrimas con mucha valentía y salió de la gran mansión, algo confundida, pero decidida a seguir su propio camino. No necesitaba de ningún hombre para sostenerla, de ahora en adelante, tendría otro concepto con respecto al amor.
Llamo a su hijo para decirle que en dos días vendría por él, que no se preocupara ni que tampoco haga algo indebido con respeto a Diego y Henry. Ezequiel aún estaba shock por todos los sucesos que se dieron en los últimos días.
Maciel tomo un taxi, decidida se dirigió a la casa de su suegra, con quien no tuvo una muy buena relación en años, pero era momento de romper el silencio y el contrato que ambas habían hecho para el bienestar de Henry.
Suavemente, toco el timbre de la gran casa, no tenía otra opción, no era momento por sentir lástima por los demás, sino por ella misma.
Una señora de unos 68 años con las canas retocadas, abrió la puerta. Al ver a su nuera, se llevó una gran sorpresa.
—Estaba por llamarte, porque el cheque de este mes no me llego— comentó la señora, bien vestida y con una sonrisa de ironía, sin saludar antes.
—No habrá más cheques. Por años te mantuve, ahora se acabó todo, Nora— respondió Maciel con un nuevo carácter.
—¿Qué estás diciendo, Maciel?
—Lo que escuchaste. El contrato se rompió. Vine por lo mío.
—Ni se te ocurra tocar esa cuenta, porque de lo contrario Henry volverá a ver mi cara.
—Puedes mostrarle tu cara cuando quieras. Así juntos reviven sus traumas, haber si logran salvarse ambos, porque yo me cansé de toda esta mierda.
—¿Qué pasó? ¿Al final mi hijo logró engañarte?
Maciel se quedó callada, dolía, pero era cierto. Maciel aseguraba que Henry jamás la dejaría, muchas veces se lo recalco a su suegra, porque ciegamente amaba a su esposo a pesar de su ambición y su carácter.
Henry tuvo una mala infancia. Sufrió maltrato y abandono por culpa de su madre. Creció con miedos y pesadillas, que con el tiempo le fueron afectando sin medida, hasta que conoció a Maciel, ella lo socorrió. Al enterarse de que sus traumas venían por parte de su madre hizo un trato con ella. El trato consistía que ella se alejara para siempre de Henry, de esta manera él podría encontrar estabilidad emocional. Pero el negro corazón de Nora no se quedaría quieto, a cambio pidió un reembolso cada mes con una gran suma de dinero. Maciel aceptó, amaba a su esposo y no le importaba pagar por su bien estar.
—Nora, saliste ganando. Al final tenías razón. Tu hijo es un completo hijo de puta, ambos fueron unas malditas ratas en mi vida. Pero ahora puedes quedarte tranquila, ganaste— Maciel contestó después de una pequeña pausa.
—¿Por qué te expresas así? ¿Se te olvido que es el padre de tu hijo?
—No vine a darte explicaciones Nora, solo quiero que firmes este documento.
—¡No lo haré!
—Si no lo haces, iré a la policía y tendrás que pagar tres veces más la suma. Después de todo fue bueno invertir dinero en este contrato.
—Eres una maldita puta, Maciel.
—Tus palabras no me afectan.
La madre de Henry, Nora, firmo el documento con mucha rabia y enojo. Sabía que estaba perdiendo millones de dinero que se fue acumulando con los años. Maciel había sido inteligente al hacer el trato. Faltaba unos cuantos meses para que Maciel perdiera toda esa suma, en el acuerdo había un tiempo estipulado.