Esta es la historia de Sofía Bennet, una joven con un sueño muy grande, pero tuvo que dejarlo ir por una tragedia.
Leandro Lombardi un hombre acostumbrado a tener siempre lo que quiere con un pasado que le hizo mucho daño.
Dos personas totalmente opuestas pero con una química impresionante.
¿Podrán dejar fluir sus sentimientos o solo lucharán por evitarlos?
NovelToon tiene autorización de IJGB para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
13 — Hermosa y descarada.
Leandro Lombardi.
Al salir del aeropuerto, le pregunté a Federico por nuestra madre. Según él, las palabras que ella dijo antes de irse fueron las siguientes:
Que nadie se preocupara, ya que se encontraba con una amiga y no regresaría hasta después, porque así como nosotros teníamos derecho a salir, ella también.
Luciano no pudo contenerse y estalló en carcajadas. Por mi parte, no me sorprende; ya es algo habitual en Raisa Sarcos hacer ese tipo de dramas.
En resumen, dejando eso de lado, nos dirigimos a un centro comercial cercano al hotel, ya que Federico quería mostrarnos la ciudad.
Luciano se sienta en la parte de atrás del coche, yo ocupo el asiento del copiloto y él es quien conduce.
Al estacionar el auto en el aparcamiento, bajamos y entramos, captando la atención de algunos transeúntes. Varias mujeres susurraban entre sí y nos miraban con admiración.
Debido a mi trayectoria como actor durante años, estoy acostumbrado a provocar ese tipo de reacciones, aunque la verdad es que nunca me han gustado, a pesar de que eran beneficiosas para mi carrera. Por eso decidí alejarme de las pantallas y enfocarme en el negocio familiar.
Me quedé solo frente a una tienda, distraído observando a un grupo de jóvenes tocando la guitarra en la esquina de una cafetería, cuando alguien se cruzó en mi camino y derramó su café sobre mi ropa italiana.
Estuve a punto de reprocharle por su descuido, pero me quedé cautivado por sus ojos que me miraban con temor.
No encontraba las palabras adecuadas para describir a esa maravillosa criatura que tenía justo frente a mí.
Ella es alta, tiene el cabello castaño claro que llega hasta los hombros y una piel bronceada que resulta muy atractiva.
Su figura es espectacular, pero lo que realmente capturó mi atención fueron sus ojos grises, tan transparentes que pueden reflejar una variedad de sentimientos a la vez, emitiendo una calidez impresionante.
Su rostro irradia inocencia y ternura, lo que me cautivó por completo; no tiene ninguna imperfección.
Sus largas y rizadas pestañas realzan su mirada, mientras que sus labios rojos, similares al carmín, parecen invitarme a besarlos.
Ella era, sin lugar a dudas, un ángel. Al mirarla, de repente surgió en mí un deseo oscuro y posesivo de querer corromperla, algo que no podía evitar.
Anhelaba que fuera mía, únicamente mía, y haría todo lo posible para lograrlo.
En un momento de reflexión, me reprocho mentalmente por albergar esos pensamientos tan impuros hacia alguien que apenas conozco, quien se mostraba asustada y avergonzada por lo que había sucedido.
— ¡Oh por Dios! Lo lamento, no fue mi intención hacer eso, déjeme ayudarlo — dice titubeante.
Comienza a buscar con ansiedad algo en su bolso, sus manos tiemblan, lo que le dificulta aún más la tarea. Finalmente, parece encontrarlo y me doy cuenta de que se trata de una servilleta para limpiar mi camisa.
Tomo su mano para detenerla, ya que no hay forma de arreglarlo, y me arrepiento de haberlo hecho cuando una corriente eléctrica recorre mi cuerpo de repente.
Al parecer, ella sintió lo mismo, porque empieza a temblar y a morderse el labio de manera nerviosa, algo que me parece muy sensual.
Mi autocontrol está al borde de un hilo delicado que, en este instante, con el más mínimo movimiento, puede llevarme a hacer cosas inesperadas.
Su voz es tan melodiosa y dulce que resulta irresistible dejar de escucharla.
Decido liberarla, aunque no era mi intención, pero si deseo conocerla mejor, estoy dispuesto a arriesgarme.
Me ajusté un poco el traje y me di cuenta de que mi camisa tenía una mancha marrón de café.
La situación me parece un poco divertida, pero trato de mantener la calma para no asustarla.
Intento restarle importancia a mi vestimenta, ya que las cosas materiales no son algo que me preocupe, pero parece que ella no ha entendido ese mensaje, puesto que se muestra algo ofendida por lo que dije.
No es mi intención que mis palabras suenen tan frías, pero estoy acostumbrado a comunicarme de esta manera, aunque parece que ella no lo está.
Me sorprendió su forma de hablarme; no parece tener un carácter fuerte, más bien se percibe bastante tranquila, pero me doy cuenta de que he cometido un error al pensar eso.
— ¡Tú serás el despistado e insolente, idiota!
Al escuchar esas palabras, me doy la vuelta y me acerco a ella, sintiéndome molesto. ¿Cómo se atreve a decir eso?
— Repite lo que acabas de decir — solicito con un tono serio.
Mi reacción la hace temblar un poco, y me doy cuenta de que la he asustado.
Relajo mi expresión e intento disculparme, pero en ese instante llega Federico en el peor momento.
— No es asunto tuyo, Federico. Esta señorita y yo estamos atendiendo un incidente que surgió por tu distracción, así que ve con Luciano y no te metas — exprese brusco, demasiado diría yo.
Federico levantó una ceja.
— ¿Qué le hiciste a mi hermano para que te quiera matar con la mirada? — preguntó con una sonrisa burlona.
— No he hecho nada malo, pero su hermano es el tipo de persona que se ahoga en un vaso de agua y no acepta una simple disculpa — cuestionó con los brazos cruzados.
— Ya basta. Como dije antes, no voy a seguir perdiendo mi tiempo con alguien que claramente no es educada y tampoco parece tener los pies en la tierra. Solo quiero que se retracte de lo que dijo hace un momento y así se resuelve el problema.
Después de pronunciar esas palabras, me arrepentí.
Reconozco que fui un tonto, hablé sin reflexionar. Ahora ella me observa con enojo, y su forma de hablar lo confirma.
— Ya me acordé, pero no lo haré, porque solo me estaba defendiendo de su forma tan grosera de hablar. Si eso le molestó, déjeme decirle que no es mi problema, usted solito se lo buscó. Puede que sea bello, pero es un maldito arrogante que no sabe respetar a los demás.
» Le pedí disculpas por lo que pasó, pero su orgullo no lo deja aceptarlas, y si le gusta ser el centro de atención, eso conmigo no funciona, así que cumplo con decirle sus verdades y me despido; yo sí tengo cosas que hacer.
Quedé muy sorprendido y la miro con atención. Federico está pasando por lo mismo que yo, pero antes de que se marche, le dirige unas sinceras palabras porque realmente deseo volver a verla.
— Nos volveremos a encontrar, y te haré pagar por lo que has hecho. No sé cuándo, pero lo haré; tenlo por seguro — prometo con seguridad y sé que me escuchó, aunque no pareciera
— Hermanito, te han puesto en tu lugar como nunca antes. Estoy muy decepcionado contigo; ni siquiera te defendiste, y eso que odias que te falten al respeto. Has caído tan bajo — dijo mientras negaba con la cabeza, dándose la vuelta y alejándose de mí.
Siento una mezcla de coraje y frustración por su actitud, pero decido no prestarle más atención.
Ella es una auténtica caja de sorpresas, y eso me ha fascinado. Definitivamente, esa mujer se ha convertido en un desafío para mí.
No la conozco, no sé nada de su vida, pero estoy decidido a averiguarlo todo. Esa hermosa, pero descarada señorita será mía, lo juro.