Keres Jabbar Elrryan tiene su primer banquete de cumpleaños como hijo menor del Emperador del Imperio Kardext. En el banquete, su padre y hermano mayor le dan dos obsequios que todo el mundo sabe, no es mas que para dejar en claro que Keres es su leal mascota.
Keres es consciente de ello y a pesar de eso acepta los dos obsequios: el título de "Conde" junto a sus deterioradas tierras y un sangriento matrimonio con la Princesa que rechazó a su hermano mayor hace algunos años, ordenando a Keres destruir todo el Reino de Elentia y capturar a la familia Real.
Claramente sabe que el matrimonio es una clase de castigo para ambos y estaba preparado para recibir el desprecio de su esposa.
Pero, ella repetir hasta el cansancio que "lo ama", está intrigado del por qué su esposa se comporta de esa manera cuando se supone debe odiarlo. Y queda más intrigado cuando todo el mundo le dice: "Tú esposa es un demonio, una villana".
«¿...? ¿...?» [Pero si mí esposa es increíblemente adorable]
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DEMENTE
Los soldados del ejército del General Keres miraban como su señora arrojaba trocitos de madera seca a la fogata en medio del campamento.
Desde que despertó no se había quitado la capa de su esposo. Y la oían mascullar insultos mientras mordía su uña del pulgar con un aura llena de indignación.
Se miraron entre ellos sin saber que hacer, hasta que Glen comentó:
«En las historias, a los monstruos se les suele ofrecer una ofrenda para calmarlos»
Dylan señaló a Oona, que ahora agarraba una brocheta de pescado para empezar a comer.
«La única ofrenda que "ese" monstruo aceptaría sería al general Keres servido en bandeja de plata y listo para comer, pero el general no volverá hasta mañana en la tarde»
«La señora ha estado de mal humor desde que despertó en la mañana y se enteró que el general se fue sin ella»
«Me da miedo acercarme y que termine usando su cuchillo en mí»
«Es doloroso, no te lo recomiendo; mis cicatrices todavía están sanando»
«Te lo merecías, ¿Qué hacías como espía del principe heredero?»
Glen agachó la mirada y vio su reflejo en la sopa que comía, con unas ojeras que no eran tan visibles. Estuvo en un largo silencio hasta que al fin pudo pronunciar palabra.
«... Yo, ...admiro y aprecio al general como todos los demás, pero si los tuviera en una balanza, mi madre siempre ganaría»
Cerró los ojos imaginando horribles desenlaces.
«Incluso ahora, no puedo dormir por miedo a que el príncipe heredero descubra que le estoy mintiendo y le haga algo a mí madre»
Dylan lo observó un momento y luego volvió a mirar a Oona que escribía en la tierra con un palito de brocheta: "KERES", dentro de un corazón.
«Señora»
La voz de Dylan fue rápidamente captada por Oona que levantó su cara irritada mientras preguntaba como un bribón:
«¿Qué quieres?»
«Me preguntaba, si podríamos recuperar a la madre de Glen»
Oona inclinó un poco su cabeza para tener una mejor vista de Glen, sentado al lado de Dylan. Preguntó:
«¿Quieres que recupere a su madre?»
«¿Sí?» [¿Por qué me pregunta a mí?, ¿No debería preguntar a Glen?]
«Con una condición»
Oona caminó hasta sentarse junto a Dylan y picotear la cabeza del comandante con su palito.
«Yo seré "la suegra" de tu vida amorosa»
«¿Disculpe?» [¿Suegra de mi vida amorosa? ¿Qué se supone que significa eso?]
«Sí, si te piensas casar con alguien me la tienes que presentar y yo evaluaré si es digna de tí»
Esto cayó con una tormenta eléctrica sobre todo el campamento, todo soldado escuchó y Dylan era el más impactado. Tan impactado que se levantó de su asiento exigiendo respuestas.
«¿Por qué yo?, ¿No sé supone que debería llegar a un trato con Glen?, ¿Por qué yo soy el perjudicado?»
El largo silencio se cortó cuando Oona agachó la cabeza contestando...
«Es... porque hice una promesa»
«¿Eh?» [¿Una promesa? ¿Esa promesa me incluye a mí?]
Oona se levantó también y pasó por un lado de Dylan con un semblante triste.
«Sí, es una promesa en la que estás involucrado. ~jaja, mala suerte, ¿Verdad?~» [Una promesa que, aunque no lo recuerde, estoy segura que lo prometí demasiadas veces]
Ella se fue dejando un campamento sumido en la curiosidad, ya que todos fijaron su mirada en su comandante con la misma pregunta en su cabeza: "¿Conocías de antes a la señora?".
Y cómo si Dylan hubiera escuchado sus pensamientos gritó enojado:
«¡No!, ¡No la conozco!» [Ni siquiera cuando conquistamos a Elentia me acerqué tanto a la familia Real aprisionada, no tiene sentido]
Pero los demás no quitaron su cara curiosa. Y Dylan se enojó más, terminando por gritarle a Glen que también se notaba curioso.
«Esta es tu maldita culpa, mira en lo que me metí por tratar de ayudarte»
***
En el camino a la tienda de campaña de su esposo, Oona se encontró con el boticario, que se estremeció con tan sólo verla.
«Se-señora, ¿Ya comió?»
«...» [Luca-no, Odiseo, ...él, era muy soñador, tanto que siempre le guardé celos. Hasta el final]
El silencio de Oona no podría asustar más a Odiseo, que trató de extender su mano hacía su señora con un preocupado:
«¿Se encuentra bie-¿Huh?»
Odiseo no supo que pensar cuando Oona se alejó de él, esquivando su mano. Y notó su mano ligeramente temblorosa mientras decía...
«No vuelvas a hacerlo, te mataré si intentas tocarme otra vez»
«Lo siento» [Eso... no parece que le desagrade, ¿Acaso no le gusta que la gente la toque?]
«Pero ya que estamos aquí, te diré lo que prometió el Duque Erevan»
Eso fue suficiente para que Odiseo dejara de pensar en cualquier otra cosa y prestara absoluta atención a su señora.
«El Duque te prometió que si venías con mi esposo se te entregarían dos cosas: una nueva identidad y la ubicación de una reina araña verde»
«Sí, sí» [Por cómo casi me mata la última vez, pensé que me habían engañado]
«La nueva identidad ya la tienes, ahora te diré lo de la reina araña verde»
«¿Dónde señora? Seré el sirviente más leal si me dice dónde encontrar esa flor»
«Abre tu mano»
Odiseo abrió su mano sin demora, y lo que su señora dejó caer en su mano, no fueron más que cinco pequeñas semillas de una reina araña verde. Odiseo la reconoció al instante y su cara se iluminó tanto que parecía que había encontrado al amor de su vida o hubiera ganado la lotería.
«¿Me las da todas?, ¿De verdad me las puedo quedar?, ¿De dónde las sacó?, no, no es necesario que me lo diga, pero ¿De verdad son mías?»
Oona asintió un tanto incómoda y Odiseo empezó a llorar ahí mismo.
«Solo requiero un huerto y podré tener mis propias reinas arañas verdes»
«Perfecto, porque ese es tu trabajo Odiseo. Crear el más grandioso huerto de hierbas medicinales en los territorios de mi querido esposo, dándole tanto dinero que lo haré nadar en dinero»
«Sí, como usted quiera señora»
Los dos tenían sus propias fantasias alocadas. Y Odiseo no perdió el tiempo.
«Entonces, ahora mismo iré a ver el terreno, encontraré un hermoso lugar para el primer huerto»
«Pero es de noche»
«No me importa. Duerma bien señora»
Odiseo se fue muy contento, tan contento como un niño al que le habían comprado un caramelo. Mientras Oona llegó hasta la tienda de campaña y entró dentro y se fue directamente a enterrar entre la ropa de Keres.
«Keres...» [¿A dónde te fuiste?, ¿Por qué te fuiste?]
Se agarró la cabeza con sus ojos cansados y algo distorsionados.
«No te solías ir por tanto tiempo, por favor vuelve pronto, vuelve pronto» [Estoy haciendo esto para tí, no me importa nada, solo, vuelve pronto... Vuelve. No me gusta estar sin tí, pierdo el sentido de la realidad si no estás a mi lado]
Empezó a soltar pequeñas carcajadas que no tenían ningún sentimiento de burla o alegría. Eran carcajadas escalofriantes al mismo tiempo que mascullaba entre risas.
«Si no estás..., no puedo diferenciar entre la distorsión y la realidad..., n-no puedo, ...si no estás me podría volver una completa loca»
Sus brillantes ojos rojos se tornaron vacíos...
[Una demente]
