"El Misterio del Bosque Encantado" es una emocionante novela de aventuras que sigue a Lucas, un joven aventurero que, desafiando las advertencias de su pueblo, explora un bosque misterioso lleno de secretos. Tras encontrar una puerta oculta y enfrentarse a una criatura mítica, Lucas descubre que su destino está ligado a una espada ancestral y a un portal que lo transporta a un mundo desconocido. Allí, es recibido por un grupo de guerreros que lo guiarán en una nueva misión, mucho más peligrosa de lo que jamás imaginó. Esta es la historia de un viaje lleno de valor, misterio y descubrimientos.
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El Sacrificio Inminente
El silencio en el Templo de la Luz se volvió opresivo. Lucas permanecía inmóvil frente al pedestal, con la mirada fija en la fuente de luz. Sus pensamientos eran un torbellino. ¿Qué parte de él tendría que sacrificar para purificar la llave? ¿Podría realmente pagar ese precio sin perderse a sí mismo en el proceso?
Mara y Torak también estaban en silencio, aunque las tensiones entre ellos eran evidentes. Mara observaba a Lucas con preocupación; podía ver el conflicto interno en su rostro. Torak, por otro lado, mantenía una expresión de alerta, como si esperara que algo saliera mal en cualquier momento.
—No tenemos mucho tiempo —dijo finalmente Mara, rompiendo el silencio—. La oscuridad está creciendo fuera de estas montañas. Si no purificamos la llave ahora, todo lo que hemos hecho será en vano.
Lucas asintió, pero no podía mover sus pies. Sabía que ella tenía razón. El mundo dependía de él, pero el Guardián había sido claro: purificar la llave implicaría un sacrificio personal. La pregunta seguía siendo: ¿qué estaba dispuesto a perder?
El Guardián, aún de pie cerca del pedestal, lo observaba con calma.
—La decisión es tuya, joven portador —dijo con voz profunda—. Pero el tiempo no espera a nadie. Cuanto más demores, más fuerte se hará la oscuridad.
—¿Y si no puedo hacerlo? —preguntó Lucas, sintiendo por primera vez una duda que lo atravesaba como una espada—. ¿Y si el precio es demasiado alto?
El Guardián lo miró con una seriedad implacable.
—Si no puedes hacerlo, entonces la llave permanecerá impura, y la oscuridad que llevas dentro te consumirá, a ti y a todo lo que amas.
Torak dio un paso adelante, su impaciencia evidente.
—No podemos permitir que la oscuridad gane, Lucas. Ya hemos visto lo que puede hacer. Si no purificas la llave, todo estará perdido. Pero esto no es solo tu batalla. Nosotros estamos contigo. Sea cual sea el sacrificio, enfrentémoslo juntos.
Mara, aunque comprendía las palabras de Torak, lo miró con una expresión de advertencia.
—El sacrificio que el Guardián menciona es algo que Lucas debe enfrentar solo —dijo en voz baja—. No podemos intervenir. Esto es algo que va más allá de la lucha física. Es una batalla interna.
Lucas sabía que ambos tenían razón, pero las palabras de Mara le pesaban más. Esto era su lucha, su carga. Y aunque sus amigos estaban dispuestos a enfrentarse a cualquier peligro junto a él, el verdadero enemigo estaba dentro de él mismo.
Respiró profundamente, intentando calmar su mente. Se acercó más al pedestal, sintiendo el calor de la luz. Su cuerpo temblaba, no de frío, sino de la presión que sentía dentro. Su mente lo llevó a un lugar que no quería visitar: los recuerdos de su infancia, la vida tranquila antes de que se revelara la verdad sobre su destino. Recordó a sus padres, a su hermana menor, a quienes había perdido debido a la oscuridad que él mismo llevaba. Esa culpa siempre había estado allí, oculta bajo la superficie. ¿Era eso lo que tenía que sacrificar? ¿Debía dejar ir esos recuerdos para poder salvar el mundo?
Finalmente, se giró hacia el Guardián.
—Estoy listo —dijo, aunque la duda seguía aferrándose a su corazón.
El Guardián asintió, y con un movimiento de su mano, la luz en el pedestal se intensificó. Un brillo dorado envolvió la sala, y Lucas sintió que algo en su interior comenzaba a cambiar. La energía de la luz era cálida, reconfortante, pero también implacable. Era como si penetrara cada rincón de su ser, buscando las partes más oscuras, aquellas que había intentado enterrar durante tanto tiempo.
Mara y Torak lo observaron en silencio, incapaces de intervenir, mientras el resplandor alrededor de Lucas aumentaba.
—La luz revelará el precio —dijo el Guardián—. Y solo tú podrás decidir si lo aceptas.
El resplandor de la luz se condensó en un punto frente a Lucas. Allí, en ese vórtice de energía, comenzó a formarse una imagen: la figura de su hermana, su rostro lleno de vida como la última vez que la había visto antes de que la oscuridad la reclamara. Su corazón dio un vuelco. Su hermana, Elena, había sido lo más importante en su vida, y su pérdida había dejado una cicatriz profunda. Verla ahora, tan real, tan tangible, lo desestabilizó por completo.
—El sacrificio que debes hacer —dijo el Guardián con voz solemne— es dejar ir el pasado. Si aceptas la luz, deberás liberar el dolor, la culpa y los recuerdos de quienes perdiste a causa de la oscuridad.
Lucas sintió como si el suelo bajo sus pies desapareciera. ¿Cómo podía dejar ir esos recuerdos? Eran lo único que le quedaba de su familia, lo que lo había impulsado a seguir luchando. ¿Podría continuar sin ellos? ¿Seguiría siendo él mismo si olvidaba todo aquello que lo había moldeado?
Elena, o la visión de ella, lo miraba con una sonrisa suave, como si supiera exactamente lo que estaba pasando por su mente. Su imagen flotaba frente a él, invitándolo a tomar la decisión.
—Hermano —susurró la imagen—, has hecho más de lo que cualquiera habría esperado. Pero ahora, debes seguir adelante. Libérame.
Lucas cerró los ojos, luchando contra las lágrimas. Sabía que esta era la prueba definitiva. El precio era su dolor, su culpa, su amor por su familia perdida. Y aunque todo en su interior gritaba que no podía hacerlo, también sabía que la única manera de salvar el mundo era dejando ir esa parte de sí mismo.
Finalmente, respiró hondo y, con voz temblorosa, pronunció las palabras que lo liberarían.
—Te dejo ir, Elena.
La luz lo envolvió por completo en ese instante, cegándolo. Sintió que una parte de él se desgarraba, como si un vacío creciera en su pecho, pero al mismo tiempo, una sensación de paz lo envolvía. Era como si, por primera vez en años, pudiera respirar sin el peso del pasado oprimiendo su alma.
Cuando la luz se desvaneció, la imagen de Elena había desaparecido. Lucas, temblando, cayó de rodillas, pero el Guardián lo miraba con una sonrisa serena.
—Has hecho lo que debías —dijo el Guardián—. La llave ha sido purificada.
Lucas, aún débil, miró sus manos. Sentía el cambio. La oscuridad que había estado dentro de él se había disipado, reemplazada por una energía limpia y poderosa. Había pagado el precio, pero ahora, estaba listo para enfrentar cualquier desafío.
Torak y Mara se acercaron a él, ayudándolo a levantarse.
—Lo lograste —dijo Mara, su voz llena de admiración—. La luz está contigo ahora.
Lucas, aún procesando lo que acababa de ocurrir, asintió. Sabía que la batalla más difícil estaba por venir, pero por primera vez en mucho tiempo, se sentía listo para enfrentarla.
—Vamos —dijo, enderezándose—. Aún queda mucho por hacer.
Con el Templo de la Luz detrás de ellos, el grupo se preparó para regresar al mundo exterior, donde la batalla final contra la oscuridad los esperaba.