Secretos De Una Poción

El duque comenzó a notar con creciente preocupación que los días siguientes Ursula permanecía cada vez menos tiempo en la mansion. apenas llegaba al laboratorio, se instalaba entre frascos, cuadernos y brazaletes, y se sumergía en su trabajo con una intensidad que parecía devorarla.. ya no bajaba al comedor con regularidad, llegaba tarde al desayuno y la cena, y dormía apenas unas horas, encorvada sobre la mesa o apoyada contra la pared entre experimentos. sus hábitos para cuidarse, que alguna vez habían sido mínimos pero presentes, ahora parecían desaparecer del todo.. no se preocupaba por comer bien, apenas dormía, y su apariencia mostraba signos de agotamiento que el duque no podía ignorar.. cada vez que lo veía, sus ojos brillaban de concentración y determinación, pero había sombras de cansancio que el duque no había visto antes. la frialdad y distancia que había mantenido hasta ese momento se mezclaban ahora con señales de desgaste físico y emocional.

[maldita sea… ella nunca se cuida… y ahora esto es peor… tengo que hacer algo.]

el duque sintió que su corazón se oprimia. no podia quedarse de brazos cruzados mientras Ursula se agotaba de esa manera. recordó cada momento en que ella había trabajado sin descanso por los demas, cada sacrificio silencioso, y comprendió que esa intensidad que siempre lo había impresionado ahora podía causarle daño real.. se acercó con cautela, sin querer interrumpirla, pero con la determinación de encontrar la manera de protegerla, de cuidarla aunque ella misma no quisiera. cada gesto, cada habito descuidado que veía, le recordaba que su cuidado y atención eran más importantes que cualquier disculpa o palabra que pudiera ofrecer.

el duque entro al laboratorio con paso firme, decidido a poner un límite que sabía necesario, aunque temía la reacción de Ursula. la encontró inclinada sobre los brazaletes, sus manos moviéndose con precisión mientras tomaba notas en su cuaderno.

Duque: Ursula desde ahora, tendrás que desayunar y cenar en el comedor. no puedes seguir sin comer ni descansar correctamente.

Ursula: es una orden, duque Langley?

el duque, sorprendido por la formalidad de su respuesta, se quedó sin palabras por un momento, sin saber cómo responder ante esa distancia que de nuevo lo desconcertaba. finalmente, con un leve suspiro y algo confundido, asintió.

Ursula inclinó la cabeza una vez más, con precisión militar, y respondió con total formalidad..

Ursula: lo haré, duque Langley. ahora sí, me permite continuar trabajando.

[maldita sea]

Duque: Ursula… no es necesario que trabajes tanto. ya has tenido muchos avances, y los niños… todos se beneficiaron de tu esfuerzo. puedes darte un respiro.

Ursula: duque Langley… entre más rápido termine, más pronto podré volver a mi casa.

el duque sintió un nudo en el pecho. aquella respuesta, tan firme y decidida, no solo reafirmaba la independencia de Ursula, sino que además lo dejaba fuera de su mundo personal, recordándole que aunque él quisiera cuidarla, ella seguía priorizando su propia misión y responsabilidades.

él abrió la boca, intentando replicar, persuadirla de descansar o incluso de quedarse a cenar, pero no supo qué decir. las palabras se le atragantaron al ver la determinación en su rostro, la seriedad con la que hablaba y el brillo en sus ojos que no admitía objeciones.

Duque: entiendo.. entonces… terminarás rápido… y luego… descansas un poco.

Ursula asintió apenas, sin mirarlo, y volvió a su trabajo.

Días después, mientras caminaba por los pasillos de la mansion, el duque escuchó risas provenientes del laboratorio de Ursula. su curiosidad lo llevó hasta la puerta, pero al asomarse, sintió un pinchazo inesperado en el pecho.

allí estaba su asistente, sentado en una silla con la camisa arremangada, mostrando una mezcla de nerviosismo y admiración. Ursula, de pie frente a él, sostenía un pequeño frasco y le explicaba con entusiasmo..

Ursula: este polvo te dará alergia, pero no te preocupes… voy a usar una poción que estoy creando para sanarte.

el asistente la miraba, sonrojado, incapaz de contener la mezcla de sorpresa y fascinación ante la confianza y cercanía de Ursula.

Ursula: tranquilo.. todo saldrá bien, confía en mí… no te dolerá jajaja bueno quizas un poquito..

Asistente: yo hare lo que me diga..

Ursula: jajaja conste.. despues no te quejes por ser el sujeto de prueba jajaj

el duque observó la escena desde la puerta y sintió un calor inesperado en su pecho. un celoso cosquilleo se apoderó de él al verla reír así, con esa libertad y naturalidad, burlarse de otros de manera juguetona como solía hacerlo con él. cada gesto, cada risa, lo hacía sentirse extraño.. a la vez admiraba su fuerza y su alegría, y a la vez deseaba ser él quien provocara esas sonrisas.

finalmente, respiró hondo y entró, con el paso firme, intentando recuperar el control de la situación. se acercó al asistente, con el rostro serio pero la voz suave..

Duque: Jones, tienes que ir ahora al pueblo.. yo ayudaré a Ursula con esto.

el asistente asintió, aún sonrojado, levantándose y despidiéndose torpemente de ella.. mientras salía del laboratorio, el duque se quedó junto a Ursula, observándola concentrada, sintiendo nuevamente cómo su admiración por ella se mezclaba con esa sensación nueva y compleja de celos, que no había experimentado antes..

Duque: listo… ahora podemos trabajar juntos, como siempre debimos.

mientras Ursula acomodaba los frascos y mezclas sobre la mesa del laboratorio, se detuvo un momento y lo miró con curiosidad, ladeando ligeramente la cabeza.

Ursula: duque Langley ¿por qué quiso ser usted el sujeto de prueba? ¿sabía que esto le causara una alergia?

él la observó, tomando aire, sintiendo que cada palabra que dijera podía cambiar la atmósfera entre ellos. finalmente decidió responder con sinceridad, sin rodeos ni excusas..

Duque: te lo diré con la verdad… lo hice porque… tuve celos.

Ursula se quedó sin palabras. sus manos se detuvieron sobre los frascos, y por un instante la sonrisa y la burla desaparecieron. solo un leve rubor apareció en sus mejillas, iluminando su rostro con un tono inesperado, cálido y vulnerable.

Ursula: ¡oh! - susurró, incapaz de articular algo más, mientras desviaba la mirada ligeramente y volvía a concentrarse en su trabajo, como intentando recuperar la compostura..

el duque la observó, con el corazón latiendo con fuerza. verla sonrojarse, tan diferente a su formalidad de los últimos dias, lo hizo sentir una mezcla de alivio y alegría silenciosa. por primera vez desde que ella había puesto distancia entre ellos, hubo un instante de cercanía auténtica, aunque callada, que ninguno de los dos olvidaria.