Conquistando El Paraíso

Exhausto por la noche lluviosa y la falta de respuestas, tomo mi teléfono y lo enciendo. Vaya, aún tiene algo de batería. Registró las actividades en las Apps y, como lo pensaba, hay un montón de mensajes en el WhatsApp: todos son de Manuel, el flaco flojo. En uno pone:

Flaco:Está bien, quizás exageré Gabriel, pero entiéndeme: entran dos locas a tu habitación y abren un hoyo ¡Y tú crees que es de lo muy normal! Obvio me preocupo por ti, porque vamos chaval, eres el único idiota que ha sido amigo mío por ocho años.

Otro de sus mensajes dice:

Flaco:¿Anda todo bien, verdad? Quizás no debí decirte que las gemelas son unas locas, es que más temprano andaba de un humor de perros. Mi Tv se dañó y bueno, iban a pasar Volver Al futuro ¡La saga completa! Lo superé. Pero no importa lo que me pase, dime, ¿Las gemelas no han vuelto a tu habitación?

Concuerdo con el flaco en un aspecto: él no importa, mi madre no importa, nadie importa, sino lo que me hará importante. Sigo bajando en buzón, y vale, los textos se amontonan como montañas. Un último mensaje dice:

Flaco:Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, incluso si quieres andar de metido con esas gemelas y sus planes suicidas XD. Vale, dudo que estés ahí o que tengas tu teléfono en la mano. No importa, desde ya te digo, cuentas conmigo. Solo ve con cuidado. Se te quiere.

Bueno Manuel, no te responderé para que sepas lo que se siente dejar a alguien en "visto" por el WhatsApp. Arrojo el teléfono otra vez a la cama y me concentro en la ventana, y miro ahí, justo donde los edificios se contrastan tristes bajo la lluvia. Luego miro el afiche de Scarlett J, y uso mi imaginación para divagar un poco en lo que debe estar haciendo Asha. Seguramente también espera la señal por la ventana, pensando en mí y en las maneras de matarme. Ojalá que una de esas maneras sea a besos... ¿Por qué diablos quiero que Asha me dé unos cuantos?

Tampoco es que sea un experto porque nunca he besado a nadie, y con esto de la cuarentena y sus leyes es más imposible hacerlo. Manuel me dijo que su primer beso fue en los baños; él se había escondido ahí porque Mary, como se llamaba la pretendiente indeseada, lo había estado persiguiendo para darle un "JAMÓN", que es la manera más horrible de nombrar a un beso que nadie quiere. En fin, ella lo buscó por detrás de los pupitres, de las pizarras, de los cuadernos, de las piedras y los excusados. Tuvo éxito con los últimos.

Manuel se había escondido en los baños para escapar del JAMÓN de Mary. Él subió los pies al inodoro, evitando que ella identificara sus peculiares zapatos con figuritas de ositos soplando chicles. Sin embargo, el tonto no se percató de que Gutiérrez, un soplón de mierda, lo vio entrar llorando a uno de los cubículos. Se lo contó a Mary en cuanto esta le preguntó por Manuel, como era típico de él, y ella no tardó en encontrar al pobre flaco. Todos los inodoros se taparon los oídos cuando Manuel gritó para que Mary no lo besara. Para mala suerte de Manuel, ella no detuvo sus intenciones.

¿Y por qué Manuel le temía tanto a los besos de Mary? Es que ella tenía breques muy gruesos en los dientes, y según los rumores que los niños cuentan, no se podía besar a una chica con brackets porque terminas pegado a su boca para siempre. Manuel comprobó que era mentira, que besar a una chica así solo te rompía los labios como mínimo, pero nada más.

Lo cierto fue que él se ganó el apodo del "besa alambreras" y poco después conoció a "el chico de las empanadas", o sea, a mí. Y ambos supieron cómo superar los apodos impuestos por Gutiérrez y su grupo de sabandijas. Fueron buenos tiempos. Ahora, estoy aquí encerrado como con la mala suerte de que nadie me encuentra, delirando entre la realidad y los sueños.

¿De verdad lo de anoche fue un sueño? ¿Por qué las uñas saben tan bien cuando estoy nervioso?

Relampaguea muy fuerte, y los rayos parten las nubes en blanco y verde. La intensa tormenta riega sobre mi habitación un frío del polo norte. Limpio la empañada ventana y me encuentro con un granizo que amenaza romper el cristal. ¿Será esta la señal? O sea, la lluvia cae del cielo... y la señal vendría de ahí. Entonces, ¿Por qué nadie ha aparecido en mi habitación? Quizás entendí mal el mensaje, quizás era yo el que debía pasar a la habitación de Asha y ahí esperar, o tal vez ellos me esperan allí. No puedo aclarar las dudas porque mi madre vuelve a tocar la maldita puerta, ¡otra vez!

—Hijo, baja por favor, calenté la comida para que cenes. No me gusta que pases todo el día encerrado en tu cuarto.

O sea, mamá, ¿y a dónde se supone que vaya? Es decir, ¿paso todo el día encerrado? ¡Pues sí! ¡Paso todo el día arrinconado en este maldito apartamento! ¿Cuál es la diferencia si me quedo unas cuantas horas en mi habitación? Aquí estoy más tranquilo porque detrás de lo que oculta Scarlett se encuentra mi libertad, mi rebelión contra tus leyes y la de los hombres. Aprieto mis dedos y tengo ganas de gritar y morder las sabanas, y de arrancarme los cabellos de un jalón. En vez de eso:

—Vamos, mamá, no tengo hambre, pero te acompaño a cenar.

Hago el sacrificio porque para nada me conviene discutir con ella. Mamá decide comer en el sofá para ver las noticias, mientras yo veo por la ventana de la sala. Más allá del cristal solo caen gotas que empañan el vidrio. Recuesto mi frente contra el frío material del ventanal, esperando algún rastro de la señal en el cielo: En un punto del horizonte, el cielo titila de naranja mientras una cortina de humo se une a las nubes de más arriba.

—Pero qué... —por lo que logro diferenciar, el resplandor proviene de una llamarada que apenas se distingue.

—¡Hijo! —grita mi madre desde el sofá—. ¡Apresúrate! ¡Debes ver esto!

No me quiero despegar de la ventana porque puede ser la señal que tanto he esperado, pero tampoco puedo dejar que mi madre se enoje conmigo. La obedezco, será rápido. Y cuando arribo junto a ella, los dientes se me agrietan al ver que por las noticias están pasando un edificio cubierto en llamas, y a muchos bomberos intentando apagar el fuego.

—No se sabe aún cuál fue la causa del incendio —dice la reportera que cubre el suceso. Lleva un traje impermeable—. Lo único que es seguro es que la armada nacional perdió uno de sus mayores almacenes de armas.

En el pie de la noticia, donde esa peculiar cinta roja corre mientras letras amarillas notifican sobre los acontecimientos más importantes, hay un título que dice:

SE QUEMA EL FUERTE MILITAR SIFONTES DEL CIELO, UNO DE LOS ALMACENES DE ARMAS MILITARES MÁS RESGUARDADO DE TODO EL PAÍS.

Cielo + armería + caída del dragón. Ya no tengo duda alguna. ¡Esta debe ser la señal!