Emma Varela, una joven de 18 años, ha pasado los últimos cinco años de su vida intentando olvidar el trauma de un accidente automovilístico que no solo dejó cicatrices físicas, sino que también le arrebató a su mejor amiga, Sofía. Emma se ha refugiado en los estudios y la natación, evitando a toda costa recordar aquella noche fatídica.
Su mundo comienza a tambalearse cuando Gabriel Muñoz, un joven misterioso y reservado, llega a su escuela. Gabriel, con una mirada cargada de secretos y una actitud distante, se convierte en el centro de atención de todos, pero es a Emma a quien él parece observar más detenidamente.
A medida que Emma y Gabriel se van conociendo, ella descubre que él también tiene su propio pasado doloroso. Ambos empiezan a apoyarse mutuamente, y una conexión profunda surge entre ellos. Sin embargo, emma pronto se da cuenta de que Gabriel sabe más del accidente de lo que el admite.
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Capitulo 15: Fragmentos De Memoria
El misterio de los sueños de Gabriel pesaba en la mente de Emma. Habían decidido que la mejor manera de abordar el enigma era explorar los recuerdos de Gabriel, buscando pistas que pudieran arrojar luz sobre las visiones de su hermana. Sin embargo, sabían que esto no sería fácil. Los recuerdos dolorosos a menudo se fragmentan, y encontrar las piezas correctas requería paciencia y valor.
Una mañana, se reunieron en la biblioteca local, un lugar tranquilo donde podían trabajar sin interrupciones. Gabriel había traído consigo un cuaderno en el que había empezado a escribir sus sueños y recuerdos, con la esperanza de que al ponerlos en papel, algo nuevo pudiera revelarse.
Emma abrió el cuaderno y comenzó a leer en voz alta, buscando cualquier patrón o detalle que pudiera haber pasado desapercibido.
—"La noche del accidente, soñé con un bosque oscuro. Mi hermana estaba allí, llamándome. Parecía asustada, pero sus palabras eran confusas, como si algo o alguien la estuviera reteniendo. Desperté sudando, con el corazón latiendo con fuerza. Desde entonces, los sueños han continuado, siempre en ese bosque, siempre con ella tratando de decirme algo." —Emma levantó la vista, encontrándose con los ojos de Gabriel—. Esto es recurrente. El bosque. Tu hermana tratando de decirte algo.
Gabriel asintió, su rostro mostrando una mezcla de frustración y determinación.
—Sí, pero nunca logro entender lo que está diciendo. Es como si las palabras se desvanecieran antes de llegar a mí. Hay momentos en que siento que estoy cerca de la verdad, pero luego todo se desmorona.
Emma pensó por un momento, luego sugirió algo que había estado considerando.
—¿Qué tal si intentamos una técnica diferente? Algo que pueda ayudarte a acceder a esos recuerdos de manera más clara. Tal vez hipnosis o una sesión de meditación guiada.
Gabriel frunció el ceño, dudoso.
—No sé, Emma. La hipnosis suena un poco... extrema. ¿Pero la meditación? Podríamos intentarlo.
Emma sonrió, aliviada de que Gabriel estuviera abierto a la idea.
—Conozco a alguien que puede ayudarnos. Es una amiga de mi madre, es terapeuta y tiene experiencia en meditación guiada. Le puedo pedir que nos ayude.
Gabriel asintió, sintiéndose un poco más esperanzado.
—Hagámoslo. Estoy dispuesto a probar cualquier cosa que pueda traerme respuestas.
Esa tarde, se encontraron con la terapeuta en su estudio, un espacio tranquilo lleno de plantas y luz suave. La terapeuta, una mujer amable de mediana edad llamada Ana, los recibió con una sonrisa.
—Emma me ha contado un poco sobre tus sueños, Gabriel. Vamos a intentar una meditación guiada para ver si podemos acceder a esos fragmentos de memoria que te están eludiendo.
Gabriel se recostó en un cómodo sillón, cerrando los ojos mientras Ana comenzaba a hablar en un tono suave y calmante, guiándolo a través de una serie de respiraciones profundas y visualizaciones.
—Imagina que estás en un lugar seguro y tranquilo, Gabriel. Siente el calor del sol en tu piel, escucha el suave murmullo de las hojas a tu alrededor. Ahora, visualiza el bosque de tus sueños. Ve cada detalle: los árboles altos, el suelo cubierto de hojas. Estás caminando hacia el lugar donde siempre ves a tu hermana.
Gabriel siguió las instrucciones, sintiendo cómo su mente se relajaba y las imágenes del bosque se volvían más claras.
—Ahora, Gabriel, observa a tu hermana. Ella está allí, esperando. Escucha lo que tiene que decirte. No te apresures, solo escucha.
En su mente, Gabriel vio a su hermana aparecer entre los árboles, su rostro lleno de una mezcla de urgencia y serenidad. Ella se acercó, sus labios moviéndose mientras trataba de hablar.
—Gabriel... —susurró ella, su voz clara por primera vez—. No fue un accidente. Hay algo que debes saber. Busca en el diario de mamá, la respuesta está allí.
Gabriel sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras las palabras de su hermana resonaban en su mente. La visión se desvaneció lentamente, y abrió los ojos, encontrándose de nuevo en el estudio de Ana.
—¿Qué viste, Gabriel? —preguntó Emma, ansiosa.
Gabriel respiró hondo, sus ojos llenos de determinación.
—Mi hermana me dijo que no fue un accidente. Me dijo que buscara en el diario de mamá. La respuesta está allí.
Emma y Ana intercambiaron miradas de sorpresa y preocupación. Sabían que habían dado un gran paso hacia la verdad, pero también que esto solo era el comienzo de un viaje más profundo y posiblemente peligroso.
—Tenemos que encontrar ese diario —dijo Emma, su voz firme—. Y descubrir qué secretos ha estado guardando.
Con una nueva pista y una renovada determinación, Emma y Gabriel se prepararon para enfrentar lo que fuera necesario para desentrañar los fragmentos de memoria y descubrir la verdad oculta tras la muerte de su hermana.