Blanca Como La Nieve

Contenido adulto🔥🔥🔥

Samara

—Dos pasitos más y ya está —su cuerpo empujó levemente el mío — ya puedes quitarte la venda.

Liberé ,por fin, mis ojos de la dichosa tela y delante de mí tenía la puesta de sol más hermosa que nunca había visto. Estábamos en una especie de terraza de madera en una ladera de una montaña rodeados de árboles gigantes que se perdían en el cielo. Justo delante de nosotros había un claro por el que se veía como el sol se iba ocultando entre las montañas. El contraste de luces y sombras entre las hojas de los árboles era el espectáculo más hermoso que había visto jamás.

—¿Te gusta? —

—Es lo más bonito que he visto nunca—

El rubio apretó su abrazo y me besó la mejilla.

—Tú eres lo más bonito que yo he visto en mi vida—susurró en mi oído.

Giró mi cara hasta alcanzar mis labios y me besó. Me di la vuelta y entonces vi una mesa montada para dos con un jarrón con flores y unas velas en el centro.

—¿Esto es para nosotros? —

—Sí, espera— Kai se apresuró a sacar un mechero de uno de los bolsillos de sus desgastados jeans y encendió las velas.

Casi a la vez se encendieron decenas de lucecitas pequeñitas que estaban repartidas por toda la terraza.

—¡Guau!, parece que estamos rodeados de luciérnagas—

—Son luces led solares. Se recargan por el día y se iluminan cuando el sol se pone—explicó el rubio.

—Son preciosas—

—Ven, siéntate —Kai me separó la silla.

Abrió una botella de vino que había en la mesa y sirvió dos copas.

—¿Por qué brindamos? —pregunté alzando mi copa.

—Por nuestro futuro juntos—contestó con una de sus arrebatadoras sonrisas.

—Por nuestro futuro juntos—

El rubio se metió hacia dentro de la cabaña por el ventanal que habíamos salido. La terraza era hermosa, toda de madera con un sofá grande en una esquina con almohadones en colores pastel. En la otra esquina estaba la mesa con las dos sillas. El sol ya se había ido y la terraza iluminada sólo por las lucecitas y las velas tenía un aire muy romántico, casi de cuento.

Kai no tardó en volver con una especie de mini barbacoa de sobremesa que en vez de parrilla tenía una piedra. Le ayudé moviendo las flores y las velas a un lado de la mesa para que pusiera la cosa esa en el medio . Luego trajo una fuente con distintos cortes de carne y verduras. Me explicó que cocinaríamos la carne a la piedra. Las brasas calentaban la piedra y ésta cocinaba la carne y las verduras. La carne estaba exquisita cocinada de esa forma y las verduras estaban buenísimas también.

—Estoy llenísima—dije bebiendo un sorbo de vino.

—Tienes que tener un hueco para el postre— el rubio empezó a recoger la mesa.

—Para algo dulce siempre tengo hueco—

Iba a ayudarlo a recoger pero no me dejó.

— Hoy tú solo tienes que disfrutar así que ahí quietecita— se metió hacia dentro de la cabaña con los platos y los cubiertos.

Cuando tuvo la mesa recogida sacó dos platos y un par de cucharas.

— Espero que te guste —dijo poniendo una mini tarta de zanahoria en el centro de la mesa.

La tarta era exactamente igual que mi favorita, la tarta que hacían en Glendas, la pastelería de Greenforest.

—Es igual que—me metí una cucharada en la boca y cuando sucumbí a su sabor supe que era la tarta de Glendas— ¡Es la de Glendas!, pero ¿cómo has sabido? ¿Cómo has podido? — estaba tan alucinada que no podía ni terminar las frases.

—Llamé a Lina y me dijo que desde niña tu pastel favorito siempre ha sido el carrot cake de Glendas. Ella dijo literalmente 'si le pides que elija entre un trozo de pastel y un buen polvo elegirá el pastel' —

—Sí, está claro que has hablado con Lina—me sonrojé por las palabras de mi amiga —Pero ¿cómo has hecho para traerla aquí y para hacer todo esto? —

-—Bueno, por eso salí tan temprano de casa hoy. Te mentí un poco, no tenía que trabajar. Ayer adelanté el trabajo de hoy para poder tener el día libre y poder ir a recoger la tarta esta mañana, volver y preparar todo esto—

—¿Has conducido todas esas horas para que yo tuviera mi pastel favorito? — estaba realmente emocionada por todo lo que había hecho el rubio.

—Haría lo que fuera por tí—

Me levanté de la silla y me tiré a sus brazos. Estaba emocionada y conmovida porque se hubiera tomado tantas molestias para hacerme feliz. Lo besé, pero no fue un beso feroz y dominante como otras veces, fue un beso lento, dulce y tierno cargado de sentimientos, los sentimientos que estaba empezando a sentir por este rubio que se había adueñado de mí corazón.

Kai se levantó conmigo en brazos demostrando tener una fuerza y destreza dignas de un lobo. Entramos en la cabaña y me llevó hasta un rincón que estaba iluminado por velas donde había una gran alfombra blanca peluda con muchos cojines de distintos colores. Con mucho cuidado me tumbó sobre los cojines mientras su boca iba dejando pequeños besos por todo mi rostro. Seguimos besándonos,tomándonos nuestro tiempo para saborearnos el uno al otro. No existía nada ni nadie más en ese momento, solo él y yo. Su boca fue bajando por mi mandíbula, pasó por mi cuello hasta llegar a mis pechos. Me quitó la camiseta con mucha delicadeza, seguidamente mi sujetador desapareció y con lentitud y adoración se metió uno de mis pechos en la boca. Sus constantes lamidas y chupadas me estaban encendiendo de una manera increíble.

Su boca siguió descendiendo por mi vientre mientras sus manos, con gran habilidad, bajaban mi falda y mi ropa interior. Cogió una de mis piernas y empezó a dejar pequeños besos desde mi tobillo, pasando por mi pantorrilla, la cara interna del muslo hasta que llegó a mi húmedo centro.No pude evitar que un gemido se escapara de mis labios.

Su lengua siguió la lenta y deliciosa tarea de torturarme. Quería que fuera más rápido, me tenía al borde del orgasmo, inmovilizada y totalmente expuesta a él y mentiría si negara que me encantaba. Kai se tomó su tiempo en saborearme, en arrastrarme a una especie de placentera tortura que me tenía extasiada totalmente. Cuando él decidió que ya se había alimentado suficiente de mí fue subiendo por mi cadera dando pequeños besos hasta que llegó a mi boca y se adueñó de ella recorriendo cada centímetro con su lengua y haciendo que me saborease en él.

Le quité la camisa blanca que llevaba dejándome ver su perfecto torso y no se en qué momento la parte de abajo de su ropa desapareció. Se quedó quieto un momento. Sus ojos color miel me miraban con adoración, como si fuera la cosa más valiosa del mundo. Nunca nadie me había mirado así.

Volvió a besarme y sentí la punta de su duro miembro en mi entrada. Estaba ansiosa porque me penetrara, por tenerlo dentro de mí pero él siguió con su deliciosa tortura ,entrando lentamente y volviéndome loca de placer. Su miembro poco a poco fue llenándome. Enredé mis piernas a su cintura dejando que llegara a lo más profundo de mi ser. Sus embestidas seguían siendo tortuosamente lentas y profundas.Éramos uno solo, un solo cuerpo, una sola alma y solo importábamos él y yo.

Su boca bajó hasta mi cuello chupándolo y pasando sus dientes por él dando pequeñas mordidas. Eso me excitó de una manera irracional deseando, por un momento, que sus colmillos atravesaran mi piel. Me miró y sus ojos estaban azules como el mar. Su boca volvió a adueñarse de la mía tragándose mis gemidos.

Cuando me había llevado varias veces al borde del orgasmo y me tenía al límite de la cordura, el rubio aumentó el ritmo de sus embestidas y literalmente me derretí entre sus brazos cuando un espectacular e intenso orgasmo me atravesó.

En ese momento lo entendí, no estábamos teniendo sexo como en el celo, o como lo había tenído con otros hombres. Kai me estaba haciendo el amor y era lo más maravilloso que había experimentado nunca.

Siguió sus embestidas alargando mi orgasmo y derramando su semilla dentro de mí y sin pensarlo salieron de mis labios las palabras que nunca le había dicho a nadie.

—Te amo Kai— dije perdiéndome en sus ojos color miel.

—Te amo muñeca — y volvió a besarme de esa manera dulce y tierna que estaba empezando a convertirse en mi favorita.

Kai nos echó por encima una manta fina que había en un lado de la alfombra y en cuanto puse mi cabeza en su pecho e inhalé su delicioso aroma me quedé profundamente dormida.