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Dos Dimensiones

Dos Dimensiones

Status: Terminada
Genre:Completas / Malentendidos / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Dejar escapar al amor / Juego del gato y el ratón / Amor-odio
Popularitas:3k
Nilai: 5
nombre de autor: Miguel Antonio Alba La O.

La juventud es la etapa de nuestros mayores miedos, pero también de nuestros más escandalosos amores.
¡Ven y acompañame en esta historia donde la religión y el amor hacen estragos!

NovelToon tiene autorización de Miguel Antonio Alba La O. para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

¿Quién eres?

Ni terminando el culto Daniela podía sacarse a ese muchacho de la cabeza. De una actitud amable e incluso infantil había saltado a la agresión más cruda que ella hubiera visto. ¡Pero eso no era lo de más marcar!

¿Quién era él?

Nunca le había visto en los cultos desde que ella entró a los caminos del Señor. Por primera vez se halló queriendo saber más de una persona que su vida espiritual. Los ojos castaños de ese chico la habían hipnotizado pero no solo por su belleza, sino que detrás de esas pupilas del color de la madera de roble se encontraba una pasión por Dios contenida.

En verdad el chico era alguien difícil con esa actitud arrogante y vista por encima del hombro. Daniela no comprendía sus circunstancias inusuales en esa tarde del domingo.

Ni llegando de noche a la casa y despidiéndose de sus amigos logró dejar de pensar en lo que sucedió al subir el tercer piso y encontrarse con esa persona que completaba la mejor historia de alguien con cosas que ocultar.

Tal vez por parecerse tanto a ella le picaba la curiosidad.

Era intrigante como un rostro podía cambiar de una ternura manifiesta a la más completa lejanía y altivez.

Suspirando le dijo a sus padres que no comería nada. En cierto modo estaba llena, Diana le había obligado a tomarse dos refrescos de naranja y comerse una pizza en el parque central.

Su gata: Betty, comenzó a zarandarse por sus pies, a continuación se subió a la cama y caminó hacia los brazos de Daniela que comenzó a acariciarla en las orejas, deleitándose en la textura suave y tierna del animal.

Otro tema que la tenía preocupada era el de Gabriel y Diana.

Un problema que involucraba también a Elizabeth y al chico inconverso que rondaba a su amiga como abeja a la miel. La guerra no hacía más que empezar, ella lo sabía con toda certeza humana y espiritual.

Sus líderes le habían dado muchas conferencias para esta etapa de la vida, pero la adolescencia no era algo para afrontar a la ligera.

Betty maulló protestando cuando la dejaron de acariciar y ella reanudó los mimos a su gata preciosa.

La había encontrado malherida en un basurero, llena de lodo y suciedad; sus padres le dijeron que le comprarían un perro, pero ella quería a su Betty. Asombrosamente eso le recordaba a la imagen del pecador y a Cristo rescatándole.

Lanzó un alarido de frustración cuando su mente le devolvió de regreso al chico misterioso.

¿Quién era él?

…….

Ya en la puerta de su casa, Lesder se preparó para lo que encontraría cuando metiera la llave en la cerradura y abriera. La imagen que menos aguantaría era la de su madre golpeada por su padre borracho.

Afortunadamente aun cuando sus manos sudaban descontroladas por la sensación de pánico logró abrir.

Esta vez gracias al cielo, no habían jarrones rotos, ni platos destrozados; esta vez se encontró solamente con un bulto humano plantado con la boca abierta en el sofá: ese era su padre

La otra vez mientras golpeaba a su madre, él había intentado meterse entre los dos y recibió una buena surra con el cinto de cuero que guindaba en los cordeles del patio.

Pasó por el sofá sin hacer ruido, para no despertar al dragón lanza llamas que allí dormía. Pero bueno, en él estado que estaba, se derrumbaba la casa y él seguía durmiendo con los angelitos.

Se dio un susto tremendo al ver como el hombre roncaba y se viraba en el sofá, pero fue solo eso. Se limpió el sudor de la frente y lanzó un suspiro que sería de lo más bien rival con las alas de una mariposa. Caminaba y miraba a la misma vez al bello durmiente por si acaso.

¡Lesder! – se escuchó un susurro alterado en frente de él

-¡Joder! – dio un brinco que casi se prende del techo, un gruñido salió del sofá y él se quedó quieto

¡Falsa alarma! Su padre seguía en los brazos de Morfeo

-¡Mamá, casi me matas del corazón! – dijo él observando a su progenitora y con la mano en el corazón

-¡Ya me estabas preocupando! – dijo ella con cara de agonía y con unas marcadas ojeras de cansancio

Aida era el vivo retrato de su hijo. Solamente que Lesder había sacado los rasgos en el cuerpo de su padre. Pero el pelo castaño y los ojos caramelos llenos de ternura eran los mismos que los de ella.

Bueno, los ojos caramelos llenos de golpes – pensó Lesder reiterando las imágenes que quisiera olvidar o que fueran llevadas por el viento. Pero eso era imposible a su edad ya.

-¿Dónde estabas? – Preguntó su madre guiándolo hasta la cocina - ¿Por qué llegas a estas horas?

Él incapaz de mentirle a ella contestó con la verdad:

-Estaba en la iglesia –

-¿¡Con tus amigos!? – Dijo Aida con algo de alegría por su hijo – Por fin te has reconciliado con ellos…

Lesder conjuró la mirada más amarga de su repertorio de miradas mata ilusiones cortándole así el rollo a su madre:

-¿¡Amigos!? ¿Dónde? – Dijo con burla buscando alrededor de la cocina -¿Dónde pudieran estar esos amigos?...

-Lesder por favor… - le pidió su madre con el semblante aún más triste y acongojado

Pero él no le escuchó:

-¡Espera mamá, seguro están debajo del fregadero! – Buscó con ironía en la voz – ¡Oh! , ten por seguro que se esconden en el armario.

-Lesder escúchame yo… - su madre trataba de hablarle para calmarlo.

Él, más rojo que nunca levantó la voz un poco pero no lo suficiente como para despertar a su padre.

-¡Vamos a buscarlos mamá porque tengo muchos amigos!– alzó los brazos con fastidio – ¡Tengo tantos que me abandonaron en mis peores momentos!

Aida lo miró con el corazón en la garganta.

Las heridas del pasado seguían atormentando a su hijo como fantasmas. Ella no era ninguna religiosa pero si sabía que su querido pequeño había disfrutado de una gran felicidad al escapar de sus problemas en la iglesia junto a sus amigos.

Ya era tarde para ella, pero nunca demasiado tarde para su hijo.

-Sabes muy bien que desde un principio nunca me gustó Micaela, era muy refinada para llevar nuestra vida, además siempre te encontró defectos hasta en lo más mínimo –

-¡Mamá por Dios, y eso qué! – reclamó su hijo indignado por el rumbo del diálogo

-La persona que de verdad te amé a pesar de tus defectos sabrá convertirlos en virtudes, tú no eres Dios ni un robot programado, eres un ser humano que piensa y se equivoca tanto como los otros – habló con sabiduría su madre

Lesder estaba incómodo y se recostó de la pared de la cocina con ambas manos en los bolsillos del pantalón.

-Tal vez quieras por nuera a la que encontré hoy en la iglesia: cínica, pedante y arrogante – dijo él con cierto grado de desdén en la voz

-¡Te has encontrado con una chica! -alzó su madre la voz y luego se dio cuenta y bajó el volumen - ¿Cómo era? De seguro es especial.

-Rubia, delgada, de piel de porcelana, ojos de un azul imposible – Lesder se sorprendió al haber memorizado todos los rasgos de esa chica ¿¡Qué diantres le pasaba!? Se obligó a corregirse – da igual, es tan hipócrita como los otros.

-¿Cómo lo sabes? – le preguntó su madre con una mirada traviesa – no puedes juzgar a una persona sin conocerla

Lesder arrugó sus labios molesto:

-Simplemente su aire de princesita escogida por Dios me molestó, vale – masculló entre la furia y la sorpresa por haberlo reconocido – ¡ya vale por hoy, está bien, voy a mi cuarto!

Su madre negó con la cabeza al verlo irse hacia su cuarto subiendo las escaleras después de la cocina.

-Hay hijo mío, ¿en qué te hemos convertido? – Susurró su madre entre lágrimas -quiero al Lesder feliz y tierno que eras antes de Micaela y de nuestros problemas familiares.

En su cuarto, Lesder encendió su teléfono y comenzó a escuchar música con los audífonos. Abrió unas puertas que daban a un pequeño balcón, y allí se recostó de lado con una mano de apoyo para la cabeza.

Enraizado abajo en el patio de su casa crecía un árbol de almendra que al pasar los años continuó aumentando su tamaño así que ese lugar quedaba como una pequeña cúpula de hojas creada por la misma naturaleza vegetal dejando entrever en las noches de luna unas vistas preciosas.

El chico trató de concentrarse en la música, por un rato funcionó, pero luego a su mente acudió la imagen de un ángel con boca de demonio.

-¡Cobarde! – Resonaron las palabras por toda su mente y sintió como un amargo sabor de derrota le dejaba todo asqueado -¡Cobarde! – repitió la voz y él se levantó con furia con los ojos llorosos y el rostro contraído mirando las estrellas

-Seas quien seas, voy a descubrir tu nombre princesita, voy a destruir tu reputación completamente delante de los que consideras tus amigos y ya verás lo que se siente entender que nunca lo fueron – dijo limpiándose una lágrima de rabia con el dorso de una mano.

Lesder dejó la música y marcó el número de su mejor amigo.

-Rafael, disculpa que te moleste a estas horas, pero necesito el nombre y los datos de una chica en especial…

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