Valeria y Alejandro, unidos por su amor al arte, la música, y las historias, vivieron un intenso romance en el bachillerato. Sin embargo, un malentendido los separó, dejando heridas sin sanar. Ahora, en la universidad, sus caminos se cruzan de nuevo. Aunque intentan ignorarse, Alejandro sigue luchando por reavivar lo que tuvieron, mientras Valeria se resiste a revivir el dolor del pasado. ¿Podrá el amor superar el tiempo y el rencor?
NovelToon tiene autorización de Tapiao para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
La cena de estudio
Hoy la clase de Embriología fue intensa, como siempre. La docente no se detiene ni un segundo y parece que cada vez introduce conceptos más complejos. A medida que avanzamos en la formación, las expectativas aumentan y la presión se siente más fuerte. Aún así, tengo la sensación de que estoy manejando bien el ritmo, al menos por ahora. El día está nublado, y eso se refleja en el ambiente de la universidad. Hay menos estudiantes en los pasillos, y aquellos que están aquí parecen moverse con más calma, como si el clima les afectara tanto como a mí. Me dirijo a la biblioteca, con la esperanza de encontrar algo de tranquilidad antes de la reunión de estudio que organizamos con Fer y Cristian. Ellos también están sintiendo el peso de los exámenes, y aunque Cristian es más relajado con el estudio, Fer es un poco más metódico. Como sea, estudiar juntos siempre es más llevadero. Al llegar, los encuentro en una de las mesas al fondo, cubiertos de libros y apuntes. Ambos parecen concentrados, aunque puedo notar que Fer está más inmerso en sus notas que Cristian, quien está entretenido en su teléfono.
—¿Listos para esto? —les pregunto mientras me siento junto a ellos, sacando mis apuntes.
—Más o menos —responde Fer sin apartar la vista del libro—. Necesito repasar varias cosas de Embriología. Si no paso ese examen, voy a perder puntos importantes.
Cristian, por su parte, me lanza una sonrisa perezosa. —No te preocupes tanto, Fer. El examen está a la vuelta de la esquina, pero no es para tanto. Además, siempre está la opción de una buena improvisación.
—Esa es tu estrategia, Cristian —replico con una risa—, pero no todos tenemos esa suerte.
Cristian suelta una carcajada y deja el teléfono a un lado. —Ok, ok. Vamos a estudiar entonces.
Nos sumergimos en los apuntes y libros por un buen rato, repasando conceptos que van desde el desarrollo embrionario hasta las funciones más específicas de las células. A medida que repasamos, noto que Fer está algo tenso, mucho más de lo normal. Aunque siempre ha sido un perfeccionista, parece que algo más lo está preocupando.
—Oye, Fer —le digo, bajando un poco el tono para no llamar la atención de los demás estudiantes en la biblioteca
—. ¿Todo bien?
Él levanta la vista de su libro, sorprendido por la pregunta. —Sí, claro. Solo que… bueno, no quiero fallar en este examen. Ya sabes cómo son los docentes en estas materias.
—Lo entiendo —respondo—. Pero no te presiones tanto. Estamos en esto juntos. Si necesitas repasar algo en particular, podemos hacerlo más tarde. Además, siempre podemos pedir ayuda a otros compañeros.
Fer asiente lentamente, aunque parece que hay algo más que lo está incomodando. Cristian, por su parte, ya está otra vez con el teléfono en la mano, probablemente viendo algún meme o mensaje de su novia.
—Hablando de repasar más tarde —dice Cristian de repente—. Mi novia me dijo que nos veamos en su local de Booba Tea después de estudiar. ¿Se apuntan? Dijo que nos dará un descuento si llevamos a más gente.
La mención del local de Booba Tea me toma por sorpresa. Hace tiempo que no voy allí, desde que Valeria y yo solíamos frecuentarlo juntos. En ese entonces, era uno de nuestros lugares favoritos para estudiar, charlar, y disfrutar de una bebida mientras dibujaba o yo tocaba algunas melodías. Pensar en regresar ahora, sin ella, me genera una mezcla de nostalgia y cierta incomodidad.
—No sé —murmuro, dudando—. No he ido desde hace un tiempo.
—Vamos, Alex —insiste Cristian—. Te vendrá bien despejarte un poco. Además, Fer también necesita un descanso, ¿verdad?
Fer sonríe débilmente. —Sí, un poco de Booba Tea no estaría mal después de todo esto.
No puedo negar que suena tentador, y además, no quiero parecer el amargado del grupo. Me resigno y asiento. —Está bien, vamos. Pero solo un rato. Todavía tengo que repasar algunas cosas esta noche.
Cristian celebra con un pequeño gesto de victoria, mientras Fer guarda sus libros y notas, más relajado después de nuestra pequeña charla. Salimos de la biblioteca y nos dirigimos al local, que está a pocas calles del campus. El cielo sigue nublado, pero por suerte no parece que vaya a llover por ahora. Cuando llegamos, el lugar está sorprendentemente vacío, considerando que suele llenarse en las tardes. La novia de Cristian nos recibe con una sonrisa brillante, y aunque hace tiempo que no la veo, sigue siendo la misma de siempre: extrovertida, simpática, y siempre dispuesta a echar una mano.
—¡Hola chicos! —nos saluda mientras nos acerca la carta—. Hoy tenemos algunas combinaciones nuevas. ¡Escojan lo que quieran!
Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, y mientras esperamos las bebidas, el lugar me trae una oleada de recuerdos. La última vez que estuve aquí con Valeria fue antes de que todo se complicara. Solíamos venir después de las clases, sentarnos en esta misma mesa, y hablar de cualquier cosa. Me pregunto si ella también recuerda esos momentos, o si ha decidido olvidarlos completamente. Las bebidas llegan, y trato de concentrarme en la conversación con Fer y Cristian, pero mi mente sigue viajando al pasado. Sigo dándole vueltas a esa sensación, ese deseo de que las cosas fueran diferentes. Pero también sé que no puedo forzar nada. Valeria y yo estamos en un punto en el que todo se siente frágil, como si cualquier movimiento en falso pudiera alejarnos aún más.
—Alex, ¿todo bien? —pregunta Fer, notando que me he quedado callado.
—Sí, solo estaba pensando en unas cosas de la clase —miento, tomando un sorbo de mi bebida.
La charla continúa, y me esfuerzo por participar más activamente, pero en el fondo, sigo preguntándome si algún día volveremos a este lugar, Valeria y yo, como lo hacíamos antes. Quizás sea una esperanza tonta, pero a veces, es lo único que me mantiene avanzando.