SECRETARIO DULCE

¿Cuánto tiempo debe pasar para poder aceptar a alguien de forma romántica? Con toda mi experiencia en el romance y como fan de las series dramáticas, sé que el tiempo varía dependiendo de la situación y la persona.

Por ejemplo, ahora que estoy viendo Cautivar a un Rey, se dieron su primer beso en el capítulo 8 y eso no pactó que ambos ya fueran novios. En Un Hombre Sobre el Cual Llorar, aceptaron su romance hasta el último capitulo. ¡Así que cada persona lleva su ritmo y romance de forma diferente!

—¿Entonces?

—Entonces ¿que?

—¿Te gusta tu jefe? —Raul sostiene una botella de cerveza.

—Sí. Me gusta —soy sincero con mi amigo.

—¿Y eso no es raro?

Bebo un poco de cerveza.

—Supongo que sí. Pero, me gusta.

Él se ríe un poco.

—¿Desde cuando te gustan los hombres?

—Creo que desde qué Christian empezó a tratarme de forma diferente.

Hizo una mueca chistosa. ¿Pensativo?

—¿Tú le gustas a él?

—Sí.

—¿Ya son novios?

—No. Aún no.

—¿Y se supone que tú serás la mujer?

—¿Ser la mujer? ¿Qué clase de pregunta es esa?

Mi amigo se carcajea como loco.

—Ya sabes. Cuando llegue la hora de que quieran comerse, ¿quien se cogera a quien?

—¡Cállate! Eso no importa ahora. No estamos pensado en eso.

—¿Tú no piensas en sexo?

—No. Bueno, con Christian no.

Raul vuelve a beber más cerveza.

—¿Y no crees que él sí piense en sexo contigo? Digo, es un hombre divorciado. Dices que no suele tener citas y quién sabe cuándo habrá sido la última vez que él metió su…

—¡Cállate! Estas muy borracho.

—¡Mentira! Estoy bien.

—Como sea, yo…

—¿Cuánto tiempo llevas en su empresa?

—Ya hice un mes.

—¿Cuánto te falta para que te liberen las prácticas?

—Dos meses más.

Asintió.

—¿Y que va a pasar cuando termines la pasantía?

—¿A que te refieres?

—Sí. O sea, ¿te quedarás a trabajar para Christian? ¿Seguirás siendo su secretario?

Me quede pensando en sus preguntas, bebí más cerveza.

—Aún no lo sé.

—¿No lo sabes? Julen, ¿no continuarás con tu plan original?

—Bueno, es que las cosas pueden cambiar.

—¿Qué pasará con las cosas que eran de tus padres? Prometiste que irías al pueblo para arreglar lo que ellos no pudieron cambiar.

Eso me hacía sentir mal.

—Sé que lo prometí, pero… —no fui capaz de terminar la frase.

—Ahora, si te pones de novio con tu jefe, ¿de verdad crees que puedan ser felices? La vida real no es como los dramas que sueles ver.

—Ya sé que la realidad y la ficción no se parecen en nada, pero, si lo piensas, toda esa ficción que existe está tomada de nuestra realidad. Así que, en parte, la ficción también dice verdades.

—Como tú digas. ¿Me puedo quedar a dormir?

—Sí. Ya sabes cuál es tu habitación. Iré a bañarme.

—Encenderé la televisión. Si vas a cantar, no cantes tan fuerte.

—Como digas.

Y mientras el agua caía por mi cuerpo, el pensamiento comenzaba a jugar con mis deseos. Cerré la llave del agua. Mis pezones estaban duros y de forma consiente, acaricié mi pecho. ¿Por qué hacer esto? Baje lentamente por mi estómago y allí, quise averiguar sobre el futuro con Christian. La humedad de mi cuerpo era bastante y los latidos de mi corazón se intensificaron.

¿Qué estaba pasando conmigo? Un secreto se evidenció aquella noche.

...🍬🍬🍬...

Termino de teclear. La agenda para esta semana está llena. Son las tres de la tarde, Taylor Swift me canta Getaway Car al oído.

Abro el calendario, es la primera semana de marzo. Siento su mano sobre mi hombro y la silla se gira. Sus ojos quedan muy cerca de los míos. ¿Qué está haciendo? Sube su mano para quitarme los auriculares, siento sus dedos rosar la piel de mis oídos y eso me causa cosquillas.

—¿Qué haces? —Me pregunta.

—Terminaba de organizar tu agenda para esta semana.

—¿Algo importante?

—Todo.

No pareció convencido.

—¿Quieres ir conmigo?

—¿A donde?

—Levántate de esa silla.

Le hice caso. Empezamos a caminar por el pasillo. Erick hizo contacto visual conmigo y solo me limité a saludarlo con un “paz”.

—¿No sientes que hace calor en la oficina?

—No. Siempre está encendido el aire acondicionado —respondo.

—Bueno, planeaba llevarte a comprar una bebida. ¿No se te antoja?

Sonreí.

—Está bien.

Entonces, Jessi se aproxima en nuestra dirección y a su lado, camina un chavo con aspecto bien alineado y ojos conocidos.

—Director Christian, que gustó saludarlo —dice Jessi.

—Buenas tardes. ¿Es el nuevo pasante?

—Sí. Su nombre es Dario.

Dario intercambio saludo con el jefe y cuando los ojos del nuevo se enfocaron en mí, lo reconocí.

—¡Que gusto verte Julen! —Dice Dario.

Se acerca a mí y me da un abrazo.

—¡Que sorpresa! Pensé que ya tenías otra propuesta para tu pasantía —pronunció.

Asintió.

—Sí. Pero las cosas cambian y nuevas oportunidades se presentan.

Intercambiamos sonrisas.

—¡Me da gusto! Seguiremos siendo compañeros —soy sincero.

—¿Ustedes se conocen? —Pregunta Christian.

—Sí. Vamos en la misma escuela. Somos compañeros de clase —informa Dario.

Christian parece examinar a Dario.

—¿En qué área estás asignado? —Christian quiere saber.

—Está en el equipo de marketing. Aplica para el administrador de proyectos —dice Jessi.

—¿Tú en que estas? —Dario se dirige a mí.

—Estoy como secretario.

—¡¿De verdad?! —Está sorprendido por mí.

—Sí.

El móvil de Christian empieza a timbrar.

—Es hora de irnos Juls —dice mi jefe.

—Bueno, nos estaremos viendo pronto —le hago saber a mi compañero de clase.

—¡Por supuesto!

Christian empieza a avanzar y yo, trato de imitarlo. Llegamos al ascensor, las puertas se abren, estamos ingresando y cuando está por cerrarse, Dario aparece. Extiende su mano a mí y su gesto me sorprende.

—¡Toma! Me acorde de que te gustan mucho —hay un pulparindo en su mano.

No dudo en tomarlo.

—¡Gracias!

—¡Nos vemos luego! —Se despide.

Se aleja del ascensor, las puertas se cierran y yo estoy súper emocionado por lo que acaba de suceder. ¡Qué inesperado!

—Parecen ser muy cercanos —Christian habla.

Asiento.

—Sí, puede decirse que somos cercanos.

Bajo la vista y veo el dulce. Quiero abrirlo, destapo la envoltura y acercó la barra de tamarindo enchilado a mi boca. ¡Pero Christian me lo impide! Me arrebata el dulce.

—Yo comere eso por ti, tiene años que no pruebo uno de estos —y acerca el dulce a su boca. Lo muerde.

¡Me siento extraño!