Lobo Jefe (Libro 4) Saga Dumont

Ernest sigue en su plan de conquista, hizo su tarea de preguntar acerca de lo que es ladoo, enseguida mandó a comprar una caja completa para su fierecilla tigresa.

Había dejado las andadas, estaba más célibe que un monje, aunque realmente desde que descubrió que esa morena era la dueña de la mitad de su vida, su lobo se sentía asqueado de las demás hembras, incluso, no soportaba tener cerca ni a Hellen, la de archivos que era una rubia espectacular con la que de vez en cuando tenía sus momentos para adultos.

El intercomunicador sonó y la voz profunda del rubio, resonó a través de él.

- Señorita Gupta, la necesito en mi oficina, para mañana. - habló autoritario, provocando un desmadre en medio de las piernas de la tigresa.

- Enseguida voy, señor Dumont. - la india se levantó y caminó hasta la entrada de la oficina.

Tocó suave la puerta, al escuchar la palabra de acceso, ingresó, topándose con esos preciosos ojos azules.

- ¿Para qué soy buena, señor Dumont? - preguntó con su aire inocente.

- Para muchas cosas, mi querida Sashi, aunque en este momento, solo quiero hacerle entrega de su pedido especial. - le habló con la mirada fija, recorriendo la delgada silueta.

La morena lo miró confundida ante tales palabras, no sabía o no recordaba lo que le había dicho el día en que almorzaron en El Mundo.

- Veo que está media confundida, usted me dijo que no le gustaban tanto los chocolates y que prefiere ladoo, así que Investigué como me indicó y aquí tiene.

Sashi abrió los ojos, tanto que parecían dos orbes fuera de un campo gravitacional.

No lo podía creer, su vista no daba crédito a lo que veía, allí frente a ella, estaban sus dulces de infancia. Ese detalle le llegó al fondo de su corazón.

- Me gustaría que me acompañaras al hotel de Mónaco, no como mi asistente, sino como mi novia, mi luna. - le dice Sèbastien a Sandra.

- ¿Tu novia? - lo miró sorprendida - Pero si ni siquiera me lo has pedido.

- Pues entonces ya mismo solucionamos eso. - le dice coqueto.

Sus primos se quedarían aterrados por su comportamiento tan dulce y coqueto con su mate. La hizo ponerse en pie y luego él se levantó, se puso con una rodilla en suelo y otra levantada, tendió su mano y habló.

- Sandra Jaramillo, ¿te gustaría aceptar a este hombre que está loco por ti?

- Sí, si quiero ser tu novia. - estaba muy contenta, algo le decía que ya no estaría sola.

Sébastien se puso de pie y la abrazó para darle un beso, cuando estaban casi por besarse, la puerta fue abierta y aparecieron Antonietta y Beneditte.

- Hijo que alegría, veo que ya la encontraste. - dijo su madre.

Sandra quedó en shock por la apariencia de la madre de su amado jefecito.

- ¡Mamá! - gruñó el lobo.

- Hola preciosa, soy Antonietta Dumont Holter, soy la mamá de este maleducado, que ni siquiera ha sido capaz de presentarnos.

Sandra no podía creer que esa bella mujer y ese apuesto hombre, fueran los padres de su ahora novio, parecían más sus hermanos que otra cosa.

¿Qué crema usará la doñita?, pensaba la chica.

Sébastien al entender español y poder leer los pensamientos de su amada, solo sonrió ante su interrogante.

- Mamá, papá, ella es Sandra Jaramillo, mi asistente, mi luna y ahora mi novia. - hizo la presentación.

- Es un gusto conocerlos, señores Lafertè. - la morena les tiende su mano de manera respetuosa.

- Oh linda, que educada eres. - Antonietta la abraza - Ya tengo una nuera y me agrada mucho.

Sandra respiró con alivio, pues creyó que por ser de origen humilde la iban a rechazar, sin embargo, esas personas se veían muy felices por su relación con su hijo.

- ¡Bien! ¿Qué les parece si vamos todos a almorzar? Bebé, dile a Ernest que nos acompañe y que invite a la dulce Sashi. - dijo la alfa.

- Mi amor, - su madre hace un gesto de emoción por como llama a su amada, tapando su boca de la emoción, el alfa rueda los ojos ante las caras que hace su madre - por favor, avísale a mi primo.

Como a Sandra le gusta ver el mundo arder, le contestó.

- Claro mi rey, ya le aviso. - mencionó con una expresión divertida.

- Aaauuu... le dice ''Mi rey''. - la alfa estaba bastante divertida por lo dicho por su nuera - Mamá va a ser feliz cuando sepa que ya encontraste a tu destinada. - le dice una vez su nuera sale.

- Mamá, de verdad deja de andar con mi abuela, ya no eres seria. - le reprende.

- Ay que aburrido eres hijito, te apareces a papá. - le dice.

- Creo que me lleve a casa a lo que tanto huí... - dice mientras niega con la cabeza, Beneditte.

Momentos después, todos salieron a un restaurante que era de la familia.

Antonietta también supo que Sashi y Ernest son destinados, cosa que la hizo muy feliz, esa niña le caía super bien, no como la tal Arleth que era bien lobi-zorra.

El alfa estaba feliz por ver a su flaquita desenvolverse tan bien con sus padres, era como si se conocieran de hace años. Tenía que decirle pronto sobre su naturaleza, solo rogaba a la diosa que ella no se asustara por esa verdad.

Después del almuerzo, la alfa y su luna regresaron a la manada, con la promesa de volver pronto y venir en compañía de Rebecca y Antoine.

Para Sébastien era importante de que su abuela le diera el visto bueno a su mate, pues sabía que ella tenía una excelente intuición con referencia a las personas.

Una vez solos en la oficina, aprovechó para hacer lo que no pudo hacer cuando sus padres irrumpieron en su oficina, la abrazó, pegándola a su amplio pecho.

- Ahora sí, me debes un beso, así que dame un besito, que me muero por comer tu deliciosa boca.

Se besaron de manera apasionada, Sandra debía reconocer que ni con el Pablo ni con Julio, que fueron sus dos novios, sintió esa necesidad de querer más de ese monumento de hombre que ahora es su novio.