Entre Siglos Y Maldiciones

Después de haberle prometido a su mamá otras mil veces que no volvería a practicar magia y ponerse al día con sus deberes de la universidad hasta entrada la noche, Catalyn se escondió bajo las mantas como una niña pequeña y encendió una pequeña llama en su mano. Se le ocurrió volverla tan fina y delicada como una pequeña gota de luz, logrando iluminar lo necesario su grimorio nuevo y el antiguo para leer e intentar arreglar lo que quedaba, sin quemar las hojas o sus sábanas. Empezó a leer el que le había regalado Victoria con tanta emoción que casi se le había olvidado que debía tener precaución de que su mamá no la descubriera, pero ese grimorio era incluso más completo e interesante que el primero que le había regalado Derek y no podía esperar por descubrir cada uno de sus secretos. Su portada de cuero, que tenía rastros del tiempo, le parecía espectacular con sus grabados de pétalos de rosa. Como el anterior, tenía escritos de medicina, herbolaria, biología, invocaciones, conjuros y hechizos sobre los elementos, pero cada uno contenía ilustraciones a color probablemente hechas a mano. Describían cada parte de los ingredientes y oraciones como si fueran pura ciencia y Catalyn se sintió incluso más poderosa solo teniéndolo en sus manos. Sonrió fascinada, sus dedos picaban solo de pensar en lo mucho que podía aprender y lo mucho que podía explorar su magia.

Porque cuando se acercaba a su poder, se acercaba a su papá. A ella misma.

Abrió su antiguo grimorio sucio y rasgado y sintio una punzada en su pecho al recordar lo que había sucedido en la mañana. Tendría cuidado con su mamá, pero le seguía doliendo que su primera reacción fuera haberla tratado como un monstruo y un peligro con tan solo haber creado un hechizo. Sintió las lágrimas quemando en sus ojos y se dijo a si misma que llorar sobre las páginas sería lo más estupido que podría hacer en ese momento. Revisó los daños del grimorio de Derek y se prometió arreglarlo cuando pudiera, aun así tuviera que reescribir y recrear los hechizos que había podido memorizar. No iba dejar morir una parte de ella, un regalo de él.

Escuchó a su mamá subiendo las escaleras y apagó la bolita de luz en su mano. Se aseguró de esconder los grimorios y esperó a que ella pensara que estaba dormida. La vio detenerse en frente de su puerta, pero no entró a su habitación. Catalyn soltó un suspiro y fijó sus ojos en la pintura de la noche estrellada que había hecho su papá tantos años atrás.

- Espero que practicar magia no te haga enojar a ti, papá - susurró, pensando en la sonrisa de su padre y como le aplaudía cuando ella hacía florecer una planta. El recuerdo de él dolía, pero... tal vez pudiera usar la opresión en su pecho para aumentar su poder como le había dicho Victoria.

Su amor por su papá sería su fuente de inspiración más pura y leal.

Apretó el grimorio de Helena contra su pecho y se sintió más completa, a gusto consigo misma.

- Y prometo que cuidaré tu grimorio, Helena - dijo cerrando los ojos y dejandose llevar por el sueño con la promesa de aprender más sobre su magia con el nuevo amanecer.

                                      ***

Catalyn soñó con Mary.

No le gustaba recordarla, ni siquiera ver su rostro. Era otra pesadilla de su pasado que le mostraba que su poder nunca sería aceptado en el mundo y que tendria que mantenerse escondida si quería continuar viviendo como una persona normal. Pero no lo era. Necesitaba usar su magia tanto como necesitaba respirar y el solo hecho de pensar que debía retener su poder le causaba náuseas. Esconderlo ya era de por si bastante difícil, nunca usarlo se le hacia imposible.

Pero había perdido a su mejor amiga por su culpa. Por su poder. Por ser ingenua.

En su sueño, ellas aún tenían dieciséis años. Su papá estaba vivo. Era un recuerdo en el que estaban platicando en el pórtico de su casa como dos amigas que se conocían desde que Catalyn era ignorante e inocente del poder que guardaba en su interior. Esa tarde de primavera había sido la más pacífica que había tenido en años. Su papá y su mamá estaban hablando con tranquilidad mientras su hija reia con su mejor amiga como dos adolescentes sin preocupaciones y sin ninguna pista de lo que sucedería después.

Catalyn odiaba esos sueños. Sabía lo que estaba pasando, lo que sucedería en el futuro, pero no podía hacer nada.

- ¿Crees que Derek me preste atención? - preguntó Mary, mirándose al espejo.

Catalyn siempre había pensado que era demasiado hermosa y que podía estar con el chico que ella anhelara, pero merecía un hombre que la valorara. No importaba que sintieran lo mismo por Derek, Catalyn habría estado más que feliz de ver a su amiga sonriendo junto al hombre que ella quería.

Pero también estaba Alice.

- Mary, Derek babea por Alice.

- Ella es muy infantil para él - le contestó Mary -. Estaria mejor conmigo.

Ella arregló sus rizos y se ajustó el escote, como si no fuera ya la chica más bella de la preparatoria. Catalyn la adoraba, porque así como era hermosa por fuera lo era por dentro. Era segura de si misma y tan bondadosa que Catalyn muchas veces llegó a querer ser como ella.

- Sin dudarlo -. Catalyn sonrió -. Pero es mejor que él sea feliz con quien quiera, ¿no crees?

- Dudo que ella lo haga feliz. Además, tiene veintidós años.

- Muy mayor para cualquiera de nosotras.

- ¿Nosotras? - preguntó Mary, mirándola con su característico rostro inquisidor.

Catalyn sintió que palidecia, pero fingió su mejor carcajada.

- Tu cara es única - dijo entre risas -. Es incluso muy mayor para que sea nuestro amigo. Quien sabe, podría ser un secuestrador.

- Eres tan dramática, Cat -. Mary la empujó con suavidad -. Si no te conociera, diría que te gusta Derek.

Para ese entonces solo lo veía como su buen amigo que resultaba ser en realidad atractivo. Lo quería, pero no con tanta intensidad como en la actualidad y no tenía tanto miedo de lo que sentía. Su poder era salvaje, pero no reaccionaba tan afín con sus emociones y Catalyn aún no sabía lo que podía causar.

Si tan solo hubiera sabido.

- Incluso si me gustara - respondió Catalyn -, ¿crees que estaría con un chico sin familia ni pasado conocido? Demasiado misterio para mi. Es como un libro de portada negra por el que sientes curiosidad, pero sabes que no te va a gustar.

- Te gusta leer, Cat. Te gusta el misterio.

- En libros, no en chicos.

- A veces dudo que te gusten los hombres - bromeó Mary y Catalyn rió con ella -. Estoy un poco aburrida, no sé a qué universidad aplicaré y la preparatoria es desesperante.

Mary solía cambiar el tema de conversación con frecuencia sin razón aparente, pero Catalyn amaba hablar con ella. De lo que fuera.

- Aún tenemos tiempo.

- Pero quisiera hacer más. Quiero ser médica. Quiero poder ayudar a mi mamá.

Catalyn había sentido un vacío en su estómago. La mamá de Mary había tenido arritmias cardíacas durante toda su vida y solía desmayarse con frecuencia, mucho más durante los últimos meses. Igual que Lillian, la familia de su mejor amiga se había refugiado en la iglesia del padre Nicolás intentando buscar consuelo cuando la realidad se les hacía demasiado amarga. Mary y su mamá encontraban paz en las oraciones y tranquilidad en la iglesia. Catalyn no terminaba de comprender, pero no necesitaba compartir su experiencia y su fe para sentirse conmovida y sentir la necesidad de ayudarlas.

Sabía que podía ayudar.

Hace poco había descubierto que podía regular los latidos del corazón y que su magia era incluso capaz de curar dolores y algunas heridas. Tal vez con más práctica pudiera asistir a la mamá de Mary lo suficiente como para que se sintiera mejor durante un par de días. La idea de ayudar la ilusionaba y hacia que sus manos picaran con su magia revoloteando en su interior.

Pero para hacerlo debía de contarle a Mary sobre su don, como solía llamarlo su papá.

Catalyn recordaba haber tenido miedo de su reacción, pero si podía ayudar..., ¿qué mal podría causar?

Eran mejores amigas, se conocían desde los cinco años y habían pasado por situaciones tanto llenas de felicidad como de tristeza. Estaba segura que Mary comprendería y no la trataría como si fuera un monstruo si se enteraba. Podía probar que su mamá estaba equivocada y que su magia era tan hermosa y valiosa como su papá le repetía. Si ayudaba a la mamá de Mary, tal vez podía hacerle ver a su propia madre el valor que tenía por haber nacido... diferente.

- Oye, Mary... - habia empezado a decir con un nudo en la garganta. Sus manos hormigueaban y sentía un vacío en su estómago, pero realmente quería que alguien más supiera sobre su verdadero ser -, ¿crees que alguien que nació con habilidades especiales pueda ser aceptada?

- ¿Por qué me estas haciendo esa pregunta? - le había contestado Mary, frunciendo el ceño.

- Es solo que también me gustaría ayudar a tu mamá y tal vez..., solo tal vez pueda hacerlo.

- ¿Cómo? -. Los ojos marrones de Mary eran amables y expresivos, pero también guardaban melancolía y preocupación. En ese momento, parecía preocupada.

- Yo... - Catalyn miró a su alrededor.

¿Sería capaz de decirle?, ¿cómo reaccionaría ella?, ¿podría de verdad ayudar a la mamá de Mary?

La cabeza le daba vueltas.

Realmente quería despertar, pero no podía detenerlo. El sueño continuaba y Catalyn se hundió más en el recuerdo.

- Yo puedo hacer cosas... que las otras personas no - comenzó a decir, con cuidado, como si pudiera quebrar su amistad.

- ¿Como ser increíblemente rara? - bromeó Mary y Catalyn solo sonrió.

¿Qué diría su mamá si se enteraba que Mary sabía sobre sus poderes?, ¿no la dejaría ver a su mejo amiga?, ¿la encerraria en el convento con el que la había amenazado antes?

- ¿Qué es lo que quieres decirme? - insistió Mary, que ahora parecía más preocupada. Apoyó su mano sobre la de Catalyn.

No quería recordarlo, no quería seguir viendo ese sueño. Era como estar viviendo un recuerdo en tercera persona y no poder detenerlo aunque su final fuera un desastre. Ella continuaba hablando, como si la Catalyn del pasado no pudiera parar y su ilusión de no sentirse apartada, ni siquiera por su mejor amiga, la motivara a seguir hablando.

- Yo tengo magia - dijo por fin.

Pero no escuchó lo que respondió Mary, ya sabía lo que había dicho.

El sueño se disolvió tan rápido como apareció y Catalyn se despertó con el rostro lleno de lágrimas.

Era de madrugada, justo cuando la oscuridad engulle la tierra y el sol espera por su entrada.

- Duele - se escuchó diciendo -, sigue doliendo.

En el día anterior y en el comienzo de uno nuevo, había llorado tando que su pecho dolía y se sentía como una pobre criatura débil y sola. Siguió llorando, se permitió sentir todo los recuerdos y los malos momentos que había vivido hasta que su cuarto se llenó de la luz del sol. Pronto, empezó a pensar que quería que Derek estuviera con ella. Que Victoria llegara y le enseñara de su magia. Que su papá la abrazara de nuevo. Pero todo eso era imposible e innecesario. Buscó sus grimorios y los apretó contra su pecho, intentando guardar su poder antes de que sus emociones comenzaran a afectar su alrededor.

Era en esos momentos donde su admiración y curiosidad por su poder se desvanecían y eran reemplazados por el pobre deseo de haber nacido normal. Humana. Su magia era útil, hermosa a veces. Pero..., era la razón por la que había perdido a su mejor amiga y por la que su mamá la despreciaba. Quería amar su naturaleza, ¿pero cómo hacerlo completamente cuando le había traído tantos problemas?

- Solo aprende a controlarlo - se dijo a si misma y se puso de pie, apenas, sintiéndose desfallecer. Entró a su baño y se miró al espejo -. Puedes controlarlo.

Pero el espejo se rompió en pedazos.