¿Una extraña sensación de Déjà vu? ¿Un sentimiento de haber vivido todo eso por segunda vez?
Aquellas eran las constantes de la vida de Claire; sin embargo, debido a su salud un poco débil y el cansancio por su trabajo como policía, decidió ignorarlas.
No obstante, tras su divorcio y motivada por la difícil situación de su hijo recién nacido, quien necesita una donación de sangre para sobrevivir, la ahora detective privada se ve obligada a buscar al padre del niño, su exesposo. A pesar del dolor causado por sus múltiples infidelidades, ella deberá revelarle que tiene un hijo al que ni siquiera conoce.
Sin embargo, para llegar hasta él, deberá enfrentarse al infierno en el que se ha convertido la ciudad donde él vive, evitando ser víctima de las monstruosas criaturas que la habitan.
¿Podrá dejar de lado su resentimiento y ser lo suficientemente fuerte para salvar a su exesposo?
¿Por qué la extraña sensación de déjà vu no se va de su corazón?
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CAPÍTULO 9
Hasta dónde sabían de la propia boca del comandante, aún estaban casados y que el motivo de su ausencia era que estaba recibiendo tratamiento médico en otra ciudad.
Sin querer inmiscuirse más de lo apropiado, luego de tomar sus cosas, procedió a seguirlos: sin embargo, notó que su chaleco estaba roto.
Sintiéndose incómoda por lo mojada que estaba y puesto que esta no tenía bolsillos para ser de utilidad, terminó por quitársela y dejarla en la enfermería.
Caminando entre los oscuros pasillos del ala este del primer piso, notó muchos charcos de sangre y varias puertas bloqueadas por tablas. Así mismo, también estaban bloqueadas las ventanas.
Luego salir de lo que parecía haber sido una zona de guerra, por fin llegó a la sala de espera del vestíbulo, la cual aún tenía luz.
Así fue como sus compañeros vieron el cambio notorio de la exesposa de su comandante. No solo había adquirido un físico bastante torneado, sino que sus pechos estaban más grandes y redondos.
Los hombres no sabían que la depresión de Claire no solo la había orillado a no comer como era, sino también a obsesionarse con el ejercicio. Pero con la llegada de su hijo, había logrado controlar su estado y tener una rutina más saludable.
No obstante, hasta para la expolicía también era difícil ignorar sus proporciones. Más ahora que solo tenía puesta una camisilla sin mangas y ajustada a su cuerpo.
—¿En dónde está?—preguntó al salir de la sala de espera.
—En la segunda oficina—respondió Oliver.
No obstante, cuando llegaron al vestíbulo principal y subieron una de las dos grandes escaleras, notaron que la puerta de la oficina de oficiales estaba abierta y que no había nadie allí adentro.
—¿Comandante?—preguntó Oliver.
Sin embargo, ninguno de los tres pudieron encontrarlo en la oficina oscura. Preocupada porque algo hubiera pasado, decidió salir a buscarlo.
—Iré a buscar en los pasillos de este piso—habló desenfundando si arma—ustedes busquen en los pisos inferiores.
El nerviosismo que ambos hombres tenían era controlado por la seguridad con la que su antigua compañera de escuadrón estaba manejando la situación.
Pero, el hecho de no encontrar a su superior, hacía que sus esperanzas de sobrevivir se volvieran casi nulas. No aguantarían ver a otro miembro más del equipo siendo asesinado.
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Una mujer de cabellera pelinegra estaba en la bóveda subterránea del primer piso, buscando un detonador para C4.
El comandante Leon había encontrado supuestamente una forma de salir de la comisaría, la cual era abriendo la bóveda antigua que se encontraba bajo el monumento central del vestíbulo.
Siendo que anteriormente la comisaría había sido construida en lo que era el primer banco de la ciudad, había una posibilidad de que si colapsaban el lugar, se pudieran encontrar directo con las vías del tren.
—¡Bien!—susurró guardando el detonador.
Con una sonrisa, pese al horror que tenía, la oficial de policía salió de la bóveda de regreso junto con Isaac. Estaba fastidiada por él, quería sacárselo de encima y poder mostrar su amor por Leon libremente.
Isaac, quien había estado con ella desde que comenzó el desastre, había suministrado a la comisaria todas las medicinas que tenía de su dispensario privado y gracias a sus conocimientos médicos adquiridos en el hospital, logró ser de gran utilidad para la policía.
El hombre lo único que deseaba era poder salir a salvo de allí con Sara, la mujer que tanto había amado. Inclusive, había logrado salvar el anillo de compromiso que le había comprado con el ahorro de gran parte de su salario de un año.
—¡Bien!—susurró sintiendo el anillo en su bolsillo.
—¿Encontraste algo?—preguntó Sara.
Isaac asintió ante la pregunta, los dos se habían dividido en aquella zona de la comisaria. Mientras ella buscaba los detonadores, él estaba en búsqueda de suministros médicos y de comida.
Viendo que Sara luchaba por cargar los detonadores, Isaac tomó su bolso y comenzó a caminar con dos morrales llenos en su espalda. Sara iba adelante, apuntando con su pistola, procurando que el camino estuviera despejado.
“Por lo menos para burro sirve”.
Si bien estaba dispuesto de usar a Isaac como cebo para los poseídos y ella poder tener tiempo para huir, necesitaba alguien que cargara las cosas. Y ya que su “novio” no era equiparable al comandante, por lo menos lo usaría como burro para llevar la carga.
Con una determinación silenciosa, Sara avanzó por el pasillo oscuro, el destello de su linterna revelando sombras inquietantes en las paredes.
El silencio era sepulcral, roto solo por el susurro de sus pisadas y el ocasional crujido del edificio en ruinas. Isaac la seguía de cerca, su respiración entrecortada por el peso de los morrales y la tensión del momento.
—No falta mucho para llegar al vestíbulo—murmuró Sara, más para tranquilizarse a sí misma que a Isaac.
—Espero que el comandante Leon tenga razón sobre la salida—respondió Isaac, esforzándose por mantener su voz firme.
Mientras avanzaban, el aire se volvió más pesado, impregnado del olor a sangre y descomposición. Sara se detuvo de golpe, levantando una mano para señalar a Isaac que se quedara quieto.
Agudizó el oído, escuchando un sonido distante que se parecía al arrastrar de pies. Luego, tras dos segundos, los gruñidos guturales indicaron su sospecha. No sabía como, pero habían logrado ingresar a esa zona de la comisaria.
—¡Rápido, por aquí!—susurró.
Guiando a Isaac a una pequeña oficina lateral, cerró la puerta suavemente detrás de ellos, apagando la linterna para no atraer atención.
Ambos se quedaron en silencio, el corazón de Isaac latiendo con fuerza mientras escuchaba los sonidos cada vez más cercanos.
Los poseídos estaban cerca, y cualquier ruido podría delatarlos. Sara sintió un sudor frío recorrer su espalda. Tenía que pensar rápido.
—Vamos a tener que tomar un desvío—dijo mientras contenía su nerviosismo.
Si bien podían intentar hacer frente, el miedo y la orden de ahorro toda la munición posible hacía que se vieran obligados a buscar una alternativa. Encendiendo la linterna de nuevo, enfocó un mapa viejo de la comisaría colgado en la pared.
Espero que tengas el apoyo a futuro porque hiciste un excelente trabajo escribiendo 🌹 Sigue así /CoolGuy/y seguiré leyendo 🤞🏻/Smile/