Eloisa se encontraba llena de tristeza mirando el cielo rojo que se pintaba con el atardecer, en su mente las imagines de su madre se hacían presente, recordaba con dolor la traición del hombre que le juro amor eterno, sentía que su vida ya no tenía sentido en tan poco tiempo había perdido tanto. No tenía idea por dónde comenzar, mientras caminaba perdida por la arena de la playa, se encontró con un perro, este la siguió por todo la playa, cuando Eloisa estaba apunto de subirse a su auto, el perro le ladro. Ella dejo que el perro entrara a su auto en la parte trasera, cuando llegó a su departamento, acomodo al perro en una esquina del pequeño balcón que tenía, le colocó agua y comida. Desde ese día su vida de Eloisa a cambiaría por completo, descubre que el pequeño perro que adopto es miembro importante de una numerosa familia que llevan semanas buscando al pequeño perro, ya que el dueño es el hijo mayor de la familia quien se encuentra en un viaje.
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No te enamores
Eloisa salió de la habitación y miro a Gonzalo quien hablaba por teléfono, parecía molesto, ella quería darle las gracias por la comida pero prefirió mejor regresar a la habitación.
- ¿Mi hijo sigue afuera?, dijo la señora Fabiola cuando miró entrar a Eloisa.
- Si, el no se quiso retirar, quiere estar informado de que usted estará bien.
- El fue muy grosero, dijo la señora Fabiola triste. Me culpo de la muerte de su padre, yo di todo, para que mi esposo estuviera siempre feliz, los doctores querían hacerle una cirugía que solo alargaría su agonía, no acepte, el ya no soportaba más dolor, tenía que soltarlo, Gonzalo discutía conmigo quería que su padre aún siguiera con nosotros, yo miraba el amor de mi vida sufriendo, me mataba verlo tan mal.
Gonzalo jamás me había dicho nada, hasta ayer que comenzó a decirme que el solo era lo que tanto quería su padre, que el hombre sin corazón que ahora es lo había creado yo al ver cómo dejaba morir a su padre.
- Estaba enojado, Fabiola, él necesita hablar contigo, estaba muy preocupado por ti.
- Muy bien, dile que pase, dijo molesta Fabiola.
Eloisa salió al pasillo pero Gonzalo ya no estaba.
- Ya se marchó Fabiola.
- Claro, siempre va a ser más importante todo lo demás, que su madre.
A las pocas horas llegó su hermana y preocupada le hacía miles de preguntas, miró a Eloisa, le daba las gracias. Eloisa aprovecho a descansar y cambiarse de ropa, ya que le prometió a Fabiola acompañarla en la noche. Samuel que se encontraba en el hospital aprovecho para acompañarla.
- Hoy teníamos una cita para ir al cine, decía mientras conducía.
- Si lo lamento, pero tengo que cuidar a Fabiola.
- Si, entiendo que suerte la mía.
¿por qué regresaste a trabajar con el? ¿Pensé que lo odiabas?
- Lo hice por tu tía, ella me agrada, además el me rogó no podía negarme pues sabía que Fabiola estaba sufriendo.
Llegaron al departamento de Eloisa, el trato de subir a su casa, pero ella le dijo que quería dormir, así que se despidieron.
Eloisa se ducho y se acostó a dormir, después de dos horas su teléfono comenzó a sonar, ella miró el número, no lo reconoció así que no contesto, después la puerta de su departamento comenzó a ser golpeada.
Se levantó y abrió, era Gonzalo.
- Disculpa es que mi tía me dijo que estabas en tu casa, ya pasó mucho tiempo y mi mamá está sola, pensé que tal vez te había pasado algo, así que te llame pero no contestabas, si estás cansada yo puedo conseguir a alguien más solo quería saber si estabas bien, decía nervioso.
Eloisa no podía creerlo, jamás había visto nervioso a Gonzalo, el siempre tiene un rostro frío, serio, no se intimida ante nada y ahora estaba hablando tan rápido, que se notaba que estaba nervioso.
- Si voy a cuidar a tu madre, solo que estaba cansada y me quedé dormida, me voy a cambiar. Pasa si quieres, dijo Eloisa dejándo la puerta abierta, ella entro a su habitación. Gonzalo entro a su departamento y cerro la puerta miraba todo a su alrededor, después vio una foto de la madre de Eloisa, se sentó en el sillón y aplastó unos juguetes de perro, imagino que fueron de peludo cuando estuvo ahí.
Recostó la cabeza en la cabecera del sillón, se quedó dormido.
Eloisa salió de su habitación y al mirarlo no pudo evitar acercarse, lo miraba detenidamente, el era tan guapo pensaba mientras mordía sus labios al ver los de Gonzalo.
Paso su mano sobre su hombro para despertarlo.
Gonzalo abrió los ojos y la miró asustado.
- Ya estoy lista, dijo sonriendo Eloisa.
- Si claro, vamos.
Eloisa cerro la puerta de su departamento miraba la espalda de Gonzalo.
No puedo enamorarme de mi jefe, además el es un hombre muy raro.
Gonzalo entro al auto junto con Eloisa.
- Tu mamá era muy bonita, dijo Gonzalo.
Eloisa sonrió.
- si, mi mamá era hermosa. Pero su belleza solo le trajo problemas, los hombres con los que estuvo solo se burlaron de ella y le hicieron mucho daño.
- ¿Es la razón por la que pintas tu cabello y ocultas tu belleza?, dijo Gonzalo serio.
- Solo me encontraba en una etapa de mi vida donde necesitaba revelarme, no creo que lo entiendas, decía Eloisa mirando hacia el camino que se observaba en la ventanilla del auto.
- Si lo entiendo, a veces cambiamos el físico y otros cambiamos nuestro carácter.
Eloisa lo miró.
- Es más fácil pintar el cabello, que cambiar la forma en la que te miran las personas cuando tú actitud es fría y grosera.
- Pues prefiero ser frío, que dañar mi imagen física.
- Creo que después de todo la gente no cambia nunca, dijo Eloisa molesta.
- No te enojes, ahora te miras linda con tu cabello con un tono normal, solo trato de explicarte que mi vida no es fácil y el mostrarme frío me ayuda para que las personas no me traten como un joven inmaduro, tuve que adaptarme a mi nueva vida, hacerme responsable de muchas cosas, a mí me encantaría tener la vida de mi primo, viajar y que mi padre sea el que se encargue de pagar mis gastos, el solo se preocupa por su físico.
- El tiene una asociación para ayudar a niños de bajos recursos.
- Eso te dijo, sonrió gonzalo
- Si.
- La asociación es de mi tía, el solo llega ahí para disimular con su padre que trabaja, mi tía es la que cubre su mentira.
Eloisa miraba a Gonzalo asombrada.
- El me ofreció trabajo.
- Si, yo también la diferencia es que yo te pago y con el te pagará mi tía.
- ¿Odias a tu primo?, el es muy amable y fue muy amigable con mis amigas.
- No lo odio, son cosas de primos, decía el mirando por la ventana del auto.
Eloisa también se giro.
El auto se detuvo frente al hospital.
Eloisa se bajó y Gonzalo tomó su mano.
- Oye, lamento mucho que formarás una imagen de mi persona errónea, se que fui muy cruel y un idiota, no te prometo que voy a cambiar pero voy a procurar ser más amable contigo, dijo sonriendo.
Eloisa sintió las mariposas en su estómago y sus mejillas se enrojecieron.
- Tu mamá quería hablar contigo, fue lo único que pudo expresar.
- Si, ya hablamos ella y yo. Voy a ir a comprar algo para cenar, ¿que se te antoja?
- No, te preocupes yo no tengo hambre.
- Voy a traer café, Gonzalo la soltó y cerro la puerta del auto.
Eloisa miró partir el auto y se tapo el rostro.
- No Eloisa, no te enamores, decía en susurros.