Richard Ford, el Ceo de Industrias Ford, es un hombre acostumbrado a tener el control, nadie le dice que no, pero todo cambió cuando aquella pelirroja de ojos azules se atravesó en su camino robando una de sus pertenencia y aunque la ha buscado por cielo y tierra para castigar su insolencia, su paradero es todo un enigma. Lo que desconoce Richard, es que será ella quien toque a su puerta en busca de un empleo, luego de eso podrá recuperar el sueño, o tal vez esta vez le roben algo más valioso... su corazón.
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¿Aún no lo lees en mis ojos?
...Pov Richard....
— ¿Qué crees que haces? — Le pregunto a Mariam una vez Chanel se retira.
— Estás grave querido, ¿tanto te gusta la insípida de tu asistente?
— Ese no es tu problema.
— Desde que trabaja para ti te has vuelto amargado, ya ni siquiera disfrutas de los placeres de la vida, o de tus amigas en su defecto. — Dice mientras acaricia mi corbata.
— ¿A qué vienes? No lo has dicho.
— Vine a invitarte a almorzar, hace días que no hacemos nada juntos y te extraño.
— No puedo, tengo compromisos que atender.
— Supongo, supe que tu papá está en el país. — Dice mientras se sienta.
— Sí, así es. — Respondo tomando mi chaleco para salir.
— Y con él, la presión de que consigas una esposa y le des nietos.
— Es algo que no me preocupa.
— Bien sabes que puedo ayudarte con eso, somos perfectos el uno para el otro, cero rollos, nos entendemos bien en la cama y nuestros hijos serían hermosos.
— Seguro, lo pensaré. — Ni en mil años.
— No hablas en serio ¿cierto? — Niego con la cabeza, mientras abro la puerta, ella lo entiende y sale al igual que lo hago yo posteriormente.
— Hasta mañana Lidia, por favor no me llame a menos que sea indispensable.
— De acuerdo, señor. — Mariam y yo bajamos juntos al parqueadero.
— Cuídate mucho y piensa en mi propuesta.
— Sabes que no lo haré. — Une sus labios a los míos, de inmediato me separo de ella, a pesar de que es una mujer hermosa, no son los labios que quiero besar. — Tienes que dejar de hacer esto.
— Antes te gustaba.
— Sí, antes.
— Como digas. — Besa dos de sus dedos y luego los coloca sobre mis labios, me guiña un ojo y camina rumbo a su auto.
Al llegar a la camioneta, el conductor tiene la puerta abierta para mí.
— Buenas tardes. — Saludo mientras ingreso a la camioneta.
— Buenas tardes. — Responde mientras pone en marcha el vehículo. — ¿Iremos a recoger a su padre?
— Cambio de planes, Llévame a casa de la señorita Walker.
— De acuerdo.
Al llegar a casa de Chanel me recibe la enfermera, quien me dice que está en la terraza con Jazmin. A decir verdad, no sé que hago aquí, ni como justificar mi visita cuando le acabo de decir que tomaré la tarde libre. Al llegar a la terraza no me atrevo a interrumpir su conversación, así que solo las observo de lejos, después de un rato la veo sentarse en las piernas de su madre, es una hermosa imagen en medio de la tragedia que embarga sus vidas, hasta que la mano de Jazmín con la que acaricia el cabello rojo de Chanel cae a un lado inerte. Es entonces cuando decido acercarme y se me parte el corazón ante la escena frente a mí, Chanel se aferra a la otra mano de su madre mientras deja besos en ella.
Lo único que puedo hacer es rodearla con mis brazos y levantarla, ella se abraza a mí sin siquiera mirarme, creo que solo busca soportar el dolor que siente en este momento.
— Me dejó sola, le dije que voy a estar bien, pero soy una mala hija, no voy a poder sin ella.
— No estás sola, yo estoy para ti y Jazmín estaría de acuerdo conmigo en que no pudo tener mejor hija que tú. — Su pecho vibra movido por el llanto que trata de ahogar.
— ¿Crees que voy a poder?
— Estoy convencido.
...Pov Chanel....
En solo veinticuatro horas he vivido y soportado el dolor de perder a la mujer que amo, mi mamá, es doloroso ver caer la arena sobre su féretro, pero aún más duro el saber que esto marca un antes y un después en mi vida, no sé como volver a empezar, y sí, volver a empezar, pues mi vida giraba en torno a ella, levantarme motivada a luchar por verla un día más, pensar en cada momento que debía aprovecharlo porque podía ser el último y ahora me siento sin un rumbo.
— Chanel, amiga... es hora de irnos. — Me habla Raiza, estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta en que momento todo acabó, quedan pocas personas, entre ellas Fabricio, Raiza, sus padres y mi jefe.
— Voy a quedarme un rato, quiero estar sola un momento.
— No creo que sea buena idea.
— Por favor, lo necesito, no te preocupes voy a estar bien.
— Te llamaré más tarde.
— De acuerdo. — Le contesto.
— Fabricio, al igual que el resto de asistentes se despiden y posteriormente se marchan.
Una vez me cercioro de que me encuentro sola, me acuesto sobre el césped junto a la arena removida bajo la cual se encuentra mi mamá. Ya no hay lágrimas, únicamente la promesa de que mañana me levantaré a seguir andando, pero hoy, hoy quiero sentir el dolor, hoy no quiero negarlo. El cielo se hace gris, talvez entiende que así me siento y que necesito vivirlo, pequeñas gotas de lluvia caen sobre mi rostro y poco a poco me quedo dormida.
— Chanel... Chanel... Debes despertar y comer algo.
— ¿Dónde estoy? — Es lo primero que pregunto al abrir los ojos y encontrarme con el rostro de mi jefe.
— En mi casa, creí que no sería prudente dejarte sola en la tuya, te encontré bajo la lluvia y has tenido fiebre las últimas horas.
— ¿Qué hora es?
— Las diez de la noche. — Trato de incorporarme, pero el dolor de cabeza se hace presente, y siento frío.
— Por favor, Llévame a casa.
— Pídeme lo que quieras menos eso, no pienso dejarte sola, no en este momento. — Me aferro a su pecho y él me cubre con sus brazos.
— No quiero estar sola.
— Entonces quédate conmigo. — Solo puedo asentir con la cabeza.
— Ahora bebe de esta sopa, te va a ayudar, necesitas recobrar fuerzas. — Agrega separándose de mi y alcanzando la sopa que se encuentra a un lado para dármela mientras yo me aferro a la manta que había quedado sobre mis piernas.
— Antes me gustaría llamar a Raiza, debe estar preocupada por mí.
— Me tomé el atrevimiento de llamarla por ti, tu telefono se dañó bajo la lluvia y supuse que estaría preocupada, sabe que estás conmigo.
— Gracias.
— No tienes que agradecer, le prometí a Jazmín que cuidaría de ti la ultima vez que hablamos y pienso cumplir.
— Ella en todo momento pensó en mí.
— Sí, supongo que eso hacen las buenas madres.
— No quiero que te sientas comprometido por eso.
— Mi compromiso contigo va mucho más allá de la promesa que le hice a tu madre, ¿aún no lo lees en mis ojos?
llorar y voy en la camioneta 😭😭😭