Juzgar a los personajes de una novela barata fue tan fácil, esto es Karma. Ahora soy la chica ridícula que se aferra al protagonista sólo para ser despreciada, ni en broma, afortunadamente la trama no empieza. Me salgo del guión, palabra de honor.
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La estrategia
Hacía tres meses que el curso en la Academia Delta Adhara había comenzado y ya alumnos y profesores estaban aclimatados a la rutina diaria. Los horarios eran regulares y los docentes dejaban tantas tareas que casi no había tiempo para nada. Fuera de los desayunos, almuerzos y comidas era imposible socializar, aunque Sol agradecía esto, así solo tenía que lidiar con Amarilis su calcomanía personal.
Los profesores explicaron a los abrumados estudiantes que esto era necesario pues había que adelantar el Plan de Estudios, debido a un acontecimiento único en la historia de la Academia. La Institución había recibido el permiso del Reino Abner para explorar Las ruinas de la Luna por una semana, en el cuarto mes escolar, inmediatamente después de los parciales del primer trimestre.
También explicaron que no todas las clases irían. Se seleccionaría a las cuatro mejores de la Academia sin importar el año que fuera, todo dependía de los resultados en los exámenes; razón esta por la que los alumnos no se quejaban y en cambio habían desatado una verdadera guerra silenciosa entre todos. Era rarísimo ver a alguien fuera de su clase.
Para el Secretario Cael fue un alivio pues al estar tan ocupados los alumnos no se metían en problemas y así él tenía menos trabajo por esa parte al no tener que procesar indisciplinas. El espíritu de competencia beneficiaba a los profesores también, estos aprovechaban para profundizar en temáticas que difícilmente atraín el interés de los estudiantes y que eran muy importantes.
La estrategia por cada aula era lograr mejores resultados que las otras clases, se apadrinaban entre ellos dando tutorías casi obligadas a aquellos menos dotados.
Para Sol era fácil las asignaturas de Ciencias Contemporánea, Filosofía, Botánica, Espíritu Artístico, Idiomas, Historia Imperial, ya que ella en su otra vida se graduó en una prestigiosa universidad en arquitectura, no obstante se le dificultaba Deportes, detestaba montar a caballo, era insegura en esgrima y se cansaba con el peso del arco, pero en lo que era verdaderamente un desastre era en Etiqueta.
Al final había terminado por acostumbrarse a la protagonista y si bien no la consideraba su amiga, tampoco lo contrario, como estrategia había decidido dejarla ser y aprovechar las lecciones particulares que le daba para mejorar sus deficiencias, a cambio le ayudaba con sus conocimientos, pues a diferencia de ella, Amarilis no era buena en filosofía, detestaba las Ciencias Contemporáneas y se dormía con Historia Imperial y ante un lienzo era una verdadera catástrofe, era la mujer que mató al Espíritu Artístico.
Las sospechas y dudas seguían ahí, pero por ahora podían esperar, de todos modos esa ya no era la trama original de la novela que leyó. Pues a estas alturas era evidente que el protagonista masculino no solo la detestaba a ella sino que también parecía aborrecer a su supuesto amorcito; por su parte había comprobado que Amarilis no estaba enamorada de Rafael y de nadie, a esa le gustaban todos.
Su hermano se había sumado a su grupo, presentía que cierta protagonista femenina tenía algo que ver en esto. Otro cambio importante a su círculo lo introdujo Gabriel Castell el chico del día de la inauguración que ocupó la última silla vacía. A raíz de la silenciosa competencia para ser una de las clases seleccionadas, los propios estudiantes pedían a los más aventajados su apoyo y fue como así Gabriel, Saulo, Amarilis y ella habían terminado siendo tutores casi que obligados. Ya no era raro ver a estos cuatro juntos en todas partes. Sol se dijo que al menos uno de los propósitos de su estrategia había parcialmente resultado, ya no estaba sola, aunque nunca contó con que Amarilis fuera parte de esa compañía, pero no podía quejarse, en ese mundo, nada le había salido como lo planificó.
En la clase Primero A se encontraba Rafael en situación similar, no tenía tiempo de estar a solas ni para pensar, siempre había alguien que necesitaba ayuda o una explicación. Los días pasaban y ya era el tercer mes que se encontraba en la academia. Sus sospechas pesaban más que nunca. Dudaba de si realmente estaba o no cuerdo, ni su exprometida y mucho menos Sol lo perseguían. Verdad es que no había tiempo para otra cosa que no fuera estudiar, pero aún así era raro. Ya no sabía ni qué pensar y el Secretario siempre estaba ahí observándolo, como esperando que hiciera algo. Claro que ahora con la mente fría entendía por qué, pero igual le irritaba y ponía de los nervios.