Continuación de la historia "Una vida llena de misterios y fantasías".
Feng Bao-Liang una pequeña princesa fue bendecida por un misterioso ser sobrenatural que los hombres apodaron el "Gran Dios Fénix". Y así un pequeño pueblo se convirtió en un gran imperio, abasteciendo a los ciudadanos de toda la fertilidad de la tierra.
pero...¿Por qué? nadie lo sabía...
Cuando la princesa nació, el gran fénix se presentó y la nombró como tesoro imperial.
El tiempo pasó y la princesa creció junto a su hermano mayor.
Todo parecía ir de maravilla hasta que la guerra se desató; entonces las cosas cambiaron...la vida de la pequeña princesa cambió completamente.
Ahora ella debe proteger a su imperio, buscar el porqué ese fénix la cuida y le enseña a controlar su maná espiritual sin pedir nada a cambio...¿Logrará Bao-Liang encontrar respuestas antes de lo inevitable? Porque después de todo un destino cruel le espera..
NovelToon tiene autorización de Feng Liang para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 14.
Las puertas de la ciudad fronteriza se mantiene protegida con el ejército Feng combatiendo a los enemigos y el emperador al frente, por otro lado el general Wei al frente de otra parte del ejercito extermina a los soldados para que no lleguen a la base.
Luego de un tiempo las fuerzas enemigas retroceden y marcan la retirada al recibir una señal.
La victoria temporal ahora es para el ejército feng.
Pero de alguna manera al emperador le pareció esta retirada extraña, pues parecía ser solo una táctica para que el ejército Feng desatendiera algo que el enemigo quería.
— La guerra acaba de desatarse. —
Comenta el general bajando de su caballo mientras el emperador oberva la huida de aquellos hombres.
— Resulta extraño. —
— ¿Extraño? —
Pregunta el mayor, mientras tanto los soldados heridos eran llevados hacia el interior de la fortaleza para recibir tratamiento.
— ¡Informe! —
Los dos hombres se giran al escuchar la voz del capitán Ming regresando con su escuadrón.
Al llegar a unos metros el hombre desmontó su caballo y caminó unos pasos hacia ellos para después caer arrodillado con la cabeza abajo, su grupo de hombres hizo lo mismo.
— Señor, su majestad. Yo, he fallado en mi deber. Merezco la muerte. —
— ¿De que habla capitán Ming? —
Pregunta el general acercándose, el emperador por el contrario se da cuenta de que su hija hacía falta y los soldados estaban heridos. Corrió hacia el hombre y lo agarró de los brazos.
— ¿Dónde está? ¿DÓNDE ESTA LA PRINCESA? —
El capitán Ming no se atrevió a levantar la cabeza para mirar al hombre.
— Yo...su alteza. —
Y rompió en llanto, con eso el emperador entendió que su preciada hija fue asesinada, suelta al capitán y se endereza. No hay lágrimas, no hay temblor, solo desesperación, impotencia reflejada en sus ojos, camina hacia uno de los soldados como una marioneta sin vida, desenvaina la espada del hombre y antes de poder hacerse un corte por el cuello, el general Wei sujeta la hoja de la espada con fuerza.
— Si mueres, ¿Quién vengará a mi nieta? Te necesitamos con vida. —
Exclama con seriedad el hombre, la sangre se desliza por la espada sorprendiendo al emperador y suelta la espada. El general aprieta la herida de su palma.
— Mi hija. —
Murmura Feng-Chen con impotencia.
— Su majestad, yo no la protegí bien. Le pido que me castigue con la muerte. —
Insiste el capitán Ming, no porque se sienta avergonzado por no haber podido ejecutar la misión que se le confirió sino porque aquella pequeña, era una niña inocente, una flor que apenas iba aprendiendo sobre todo del mundo pero tuvo un final tan doloroso e injusto. Tenía un futuro prometedor sin embargo las cosas no salieron como debieron.
El general suspira y aunque le duela perder a su única nieta no puede quedarse de brazos cruzados. Los extranjeros invadieron su territorio, asesinaron a la princesa y eso era más que una declaración de guerra. Acababan de querer tomar algo que no les pertenecía a la fuerza y ahora despertaron la ira del Imperio Feng.
— Te necesitaré para vengar al tesoro imperial. —
Habló con seriedad el general, le extendió una espada, el capitán Ming levanta la cabeza, observa la espada y luego al general Wei.
— Los forasteros invadieron el territorio Feng, asesinaron a la princesa real y van por el imperio ¿No te es suficiente para luchar? —
Agrega el mayor, el capitán Ming se limpia las lágrimas y se levanta aceptando la espada.
— Yo, Ming-Yue lucharé por la princesa y la soberanía del imperio Feng. —
Su escuadrón también se levantó y vitoreó un: "¡Por la princesa!, ¡Por el imperio Feng!“.
— Nos declararon la guerra. Y ahora verán lo que el ejército Feng es capaz de hacer. —
El ejército fue reagrupado y por la noche, el general Wei y el emperador Feng-Chen revisaron el acantilado por donde Bao-Liang cayó, otro grupo revisó el fondo con antorchas y nada, no hubo rastros solo un listón rojo que era de ella.
Al regresar a la base, Feng-Chen guardó las pertenencias de su tesoro y envió a uno de sus hombres de regreso a la capital para dar la noticia a la emperatriz y para que el imperio le rindiera homenaje a la princesa real.
Mientras tanto ellos se preparaban para ir al campo de batalla.
…
La noticia llegó a la emperatriz como un balde de agua fría, los ministros quedaron estupefactos de que algo así hubiera pasado.
— Su majestad, el emperador desea que se le otorgue el título de princesa real a su alteza y se realice un homenaje en su honor por proteger a los soldados del ejército Feng. —
El hombre se arrodilló y entregó lo que quedaba de la princesa.
— ¿Y su cuerpo? ¿Y el cuerpo de mi hija? —
Pregunta la emperatriz descendiendo de su trono para agarrar aquello.
— Su alteza, la princesa cayó desde un acantilado. Revisamos y no quedó nada de su cuerpo. —
— ¿Que? —
El corazón de la mujer se estrujo, las lágrimas bañaron su rostro mientras tocaba la ropa de su hija con cuidado. Los ministros se arrodillaron y bajaron la cabeza con pesar.
Entonces la emperatriz se limpió el resto de las lágrimas y como una verdadera soberana mantuvo la compostura.
— Que el pueblo se prepare para el funeral de la princesa real. Una semana de luto. —
— Como ordene su majestad. —
Respondieron los ministros, el funeral se llevó a cabo y el título le fue otorgado a la princesa sin conjeturas.
Así como la guerra fue desatada, el ejército Feng luchaba con furia y acaba con sus enemigos sin mostrar piedad como venganza por la princesa.
Una semana de luto por la partida de un miembro importante para el imperio.
— Madre, tiene que comer. De lo contrario los ministros podrían tomar el control de los asuntos de estado. —
Comenta el príncipe apareciendo en el patio donde su madre se encontraba sentada observando el arbol de cerezo, o bueno lo que quedava de él.
— El invierno se acerca y mi pequeña no podrá disfrutar de la nieve como antes. Esta nevada al parecer será mas fría que las anteriores. —
— Madre. Ella no habría querido verla así. —
— Pero ahora, Xiao-bao no está, se ha ido y esta vez para siempre. —
Uno de los sirvientes llega con té y pequeños bocadillos. El chico los toma y lo despide.
— Madre, no importa lo que esté pasando ahora, nosotros debemos asegurar el futuro del imperio Feng. Yo sé que el Dios Fénix jamás dejaría que algo le pase a la hermana menor. —
La mujer gira la cabeza y mira a su hijo dándose cuenta que podría ser cierto. Él le sirve té y se lo entrega.
— Así que es posible que tu hermana haya sido salvada, quizás el Dios Fénix le haya preparado un plan. —
— Por eso debemos asegurarnos de que el imperio esté sano y salvo ahora. —
Agrega el chico, la emperatriz asiente y bebe el té ahora con la determinación de proteger al imperio mientras espera recibir noticias de su hija.
