Una Madrastra Reencarnada

Esa noche, los pensamientos no la dejaron dormir.

Eleanor se revolvia entre las sabanas de seda, mirando el fino techo en madera tallada sobre su cabeza y escuchando el viento helado que soplaba contra las ventanas del castillo. Cada respiración del archiduque, tranquilo y ajeno a la tormenta en su mente, le recordaba que aquello era real.. o al menos tan real como cualquier sueño podia serlo..

Intentó ordenar sus ideas, pero solo conseguia recordar fragmentos de la historia.

En el libro, la otra Eleanor, la verdadera esposa del archiduque, habia odiado mas al archiduque despues de esa fiebre convirtiéndose en una mujer insoportable..

Habia empezado a tratar mal al pequeño Roland, a ignorar al niño cuando lloraba por las noches, a humillarlo frente a los sirvientes. Despues comenzó a gastar el dinero del archiduque en joyas, vestidos y fiestas inutiles, mientras descuidaba las responsabilidades del hogar.

La historia la describia como una mujer vacia, egoista, incapaz de amar a nadie mas que a si misma.

Eleanor suspiró, llevandose una mano a la frente.

[Era una idiota.. Una completa idiota.]

Giró la cabeza hacia Robin, que dormia a su lado. Su perfil, sereno bajo la luz del fuego, le resultaba casi dolorosamente hermoso.

[¿Cómo alguien podia maltratar a un hombre asi? ¿Cómo podia no amar a su propio hijo, un niño que apenas tenia cuatro años?]

Eleanor se sentó lentamente en la cama.

El corazón le pesaba, pero dentro de ella nacia una resolución nueva, firme.

Si la vida.. o la muerte.. la habia arrojado dentro de esa historia, entonces no iba a repetir los errores de la mujer anterior.

No seria la Eleanor fria y cruel que el libro narraba.

Seria diferente.

[Tal vez no pueda cambiar el pasado… pero puedo escribir otro final.]

Sin embargo, antes de que el sueño la alcanzara, otro recuerdo la atravesó como una punzada.

Un fragmento del libro, uno de esos que siempre la habian hecho suspirar con tristeza.

Un año despues del matrimonio del archiduque y Eleanor Dunwich, aparecia la verdadera protagonista de la historia.. Amelia Rowen, la hija ilegitima de un barón.

Amelia era dulce, sencilla, de una belleza discreta pero luminosa. Llegaba al castillo como institutriz del pequeño Roland, y sin proponerselo, se ganaba el corazón del niño… y tambien el del archiduque.

Eleanor.. recordó perfectamente cómo se desarrollaban los hechos.

La Eleanor original, cegada por los celos, humillaba y maltrataba a Amelia en publico, la acusaba de ser una oportunista, y cada una de sus escenas solo servia para que Robin Cavendish se alejara mas de ella y protegiera a la joven institutriz.

A partir de ese punto, la historia se volvia oscura.

La enemistad de Eleanor con Amelia encendia los rumores en la corte, y la tensión con el palacio crecia.

Cuando Eleanor moria.. sola y despreciada.. Amelia, con el corazón roto, se alejaba del archiduque y terminaba enamorandose del primo de Eleanor, el principe heredero.

Esa unión sellaba el destino del reino.. el archiducado quedaba aislado y, tiempo despues, una guerra estallaba entre Dunwich y el palacio.. por malos entendidos, celos y desamor..

Eleanor se llevó las manos al rostro, asustada.

[Todo eso empieza conmigo… Con mis errores.]

La idea le heló la sangre.

No solo estaba dentro de una historia tragica, sino que su papel era el detonante de todo el dolor que vendria despues.. los celos, la perdida, la guerra.

Se recostó, mirando el fuego que aun danzaba en la chimenea.

[No puedo permitir que todo eso pase otra vez… No voy a ser el principio de una tragedia.]

Cerró los ojos, aferrandose a esa promesa.

Y aunque el sueño finalmente la venció, su mente seguia repitiendo una unica certeza..

habia muerto una vez, pero esta vez… iba a vivir para cambiar la historia.

Mientras el fuego se consumia lentamente, un pensamiento mas se filtró entre los recuerdos que la atormentaban.

No todo en aquella historia era amor o tragedia.. tambien habia ambición y poder.

Y en el centro de todo, el hombre que ella mas debia temer.. su tio, el rey de Edevane.

Eleanor lo recordaba bien. En la novela, el monarca era un hombre astuto y orgulloso, con una sonrisa amable que ocultaba una mente implacable.

Habia sido el quien forzó el matrimonio entre Eleanor Dunwich y el archiduque Robin Cavendish, bajo el pretexto de fortalecer la alianza entre el reino y el archiducado.

Pero la verdad era otra.

El rey deseaba las piedras magicas de Dunwich, antiguas gemas que, segun las leyendas, guardaban el poder de los antiguos guardianes del norte. El archiducado las protegia desde hacia generaciones, y Robin Cavendish era su custodio legitimo.

El rey, incapaz de apoderarse de ellas por la fuerza sin provocar una rebelión, habia encontrado otro camino.. el matrimonio de su sobrina con el archiduque.

Eleanor suspiró, cubriendose el rostro con las manos.

[Asi que tambien soy su herramienta…]

Recordó las paginas del libro.. cómo el rey enviaba cartas fingiendo preocupación por la salud de su sobrina, cuando en realidad solo esperaba informes sobre las defensas del archiducado.

Y cómo, tras la muerte de Eleanor, la tensión entre ambos territorios se desbordaba hasta la guerra.

El detalle que mas le dolia era uno que pocos lectores notaban..

el rey envidiaba al archiduque.

Lo envidiaba porque el pueblo lo amaba, porque Robin era justo, valiente y querido, mientras que el gobernaba rodeado de miedo y falsos aplausos.

[Tengo que alejarme de él.. Si sigue pensando que puede usarme, destruira todo.]

Por un instante, el fuego lanzó una chispa que iluminó su rostro decidido.

No solo tenia que cambiar su destino amoroso… sino el del reino entero.

Eleanor miró hacia la ventana.

El cielo del amanecer apenas comenzaba a teñirse de gris sobre las montañas.

Un nuevo dia la esperaba, y con el, una oportunidad para corregir la historia.