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Cuando Era Joven, Me Convertí En Millonario

Cuando Era Joven, Me Convertí En Millonario

Status: En proceso
Genre:Romance / Comedia / CEO
Popularitas:315
Nilai: 5
nombre de autor: Cristián perez

Me hice millonario invirtiendo en Bitcoin mientras aún estudiaba, y ahora solo quiero una cosa: una vida tranquila... pero la vida rara vez sale como la planeo.

NovelToon tiene autorización de Cristián perez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 15 – Un cumpleaños con giros inesperados

—¡Adrián ha llegado! —la voz cálida de la señora Margaret Deng se escuchó desde la cocina, mientras asomaba la cabeza sonriente para saludarlo.

Margaret era una mujer de mediana estatura, con unos ojos vivaces y expresivos que transmitían ternura y afecto. Su sonrisa dulce iluminaba la sala, y en su porte se notaba la elegancia de alguien acostumbrada a la buena vida.

—Señora Margaret —dijo Adrián Foster con un cumplido natural—, cada vez está más joven. Si digo que usted es mi hermana mayor en vez de la madre de Heng, nadie lo dudaría.

Aunque sabía que era una cortesía, el halago le hizo brillar los ojos a Margaret. Su sonrisa se ensanchó como una flor que se abre en primavera.

—¡Ay, Adrián, siempre tan encantador con tus palabras! —respondió divertida, aunque satisfecha—. Una ya va para los cincuenta, no me hagas sonrojar.

Para cualquier mujer, sin importar si tiene dieciocho, cuarenta u ochenta, que le digan que parece joven es un cumplido imposible de ignorar. Y en el caso de Margaret, el elogio tenía cierto peso. Como esposa de un magnate neoyorquino, jamás había trabajado ni lidiado con preocupaciones domésticas; su vida transcurría entre cafés en Manhattan, boutiques en la Quinta Avenida y tratamientos de spa. Su dedicación al cuidado personal se reflejaba en cada gesto, irradiando la gracia de una mujer madura en la plenitud de su vida.

—Adrián, siéntate un momento —dijo con amabilidad—. La cena estará lista enseguida.

—Perfecto. Con la tía Margaret en la cocina, sé que esta noche no voy a olvidar la cena —bromeó él.

Aunque normalmente no cocinaba, Margaret había querido encargarse personalmente del menú por el cumpleaños de su hijo, Deng Hengtao. Y lo hizo a lo grande: la mesa se llenó de langosta, abulón, caviar y trufas negras. Los aromas se mezclaban con la fragancia de un vino tinto que el propio Adrián había llevado como obsequio.

El señor Deng Gao, cabeza de familia y figura de gran presencia, se levantó para hacer el brindis.

—Feliz cumpleaños, hijo —dijo solemne antes de descorchar la botella que Adrián le entregó. El aroma del vino llenó el comedor.

Hengtao, sentado con sus gafas de sol todavía en la cabeza, miraba la botella con ojos brillantes, deseoso de un sorbo. Sin embargo, como sabía que esa noche tendría compromisos, se contuvo.

—Nada de alcohol para mí, solo soda —comentó, encogiéndose de hombros.

Mientras rompía la langosta, le lanzó una pregunta a Adrián:

—Hermano, ¿qué has estado haciendo últimamente? Hace tiempo que no te veo transmitiendo en Twitch.

Adrián se acomodó en la silla con confianza.

—Decidí dejar el streaming y enfocarme en algo más serio. Compré una empresa de medios digitales y marketing de creadores. Mientras soy joven y aún conozco bien este mundo, quiero trabajar duro y aprovechar la ola.

Hengtao soltó una carcajada incrédula.

—¿Tú? ¿Dirigiendo una empresa? Vamos, eso sí que es un titular. —Lo miró con suspicacia, aunque divertido—. He escuchado que esas agencias están llenas de modelos e influencers. No me digas que lo hiciste solo para rodearte de chicas guapas.

La señora Margaret le lanzó una mirada fulminante a su hijo, y enseguida defendió a Adrián.

—Heng, aprende un poco. Adrián está haciendo lo correcto: ya tiene edad para pensar en su carrera, y además no hay nada malo en enamorarse si encuentra a alguien adecuado. Ojalá fueras la mitad de responsable que él, en vez de andar perdiendo el tiempo en fiestas.

—¡Genial! —replicó Hengtao con dramatismo—. Cuando yo salgo con una chica, me detienes como si fuera un criminal. Pero cuando es Adrián, lo apoyas sin pestañear. ¡Debería preguntarme si de verdad soy tu hijo biológico!

El comentario arrancó carcajadas en la mesa, excepto de Margaret, que se levantó de inmediato, con mirada severa.

—¡Heng! —tronó con voz de acero—. No vuelvas a hablar así. Si quieres una relación, hazlo en serio, con compromiso, no jugando. Si lo único que quieres es traerme problemas, entonces mejor nada.

El joven encogió el cuello, intimidado, y regresó a su plato de comida sin atreverse a responder.

Adrián, divertido, observaba la escena. Ver a un “niño rico” como Hengtao encogerse ante su madre era algo digno de recordar.

El señor Deng, mientras tanto, se volvió hacia Adrián con tono reflexivo:

—Tener un negocio físico cada vez es más difícil. La economía digital está en auge, pero es un océano lleno de tiburones. Mi consejo es que no sueltes el control de tu empresa tan fácilmente. El capital es despiadado: el pez grande se come al chico, y solo los fuertes sobreviven.

—Lo tendré en cuenta, señor Deng —respondió Adrián, sirviéndole más vino con respeto.

La cena continuó entre charlas, consejos y tensiones familiares. Margaret incluso intentó sonsacarle más información personal a Adrián, insinuando que podría presentarle a alguna chica “digna” de él.

—Gracias, tía, pero ya estoy en una relación —respondió Adrián con una sonrisa discreta.

Hengtao soltó una carcajada sarcástica.

—¿Tú? ¡Ni de broma! Si tienes novia, debe ser tu mano izquierda o tu mano derecha, nada más.

Adrián simplemente lo ignoró, disfrutando del vino y de la cena. Sabía que los comentarios de Hengtao no pasaban de ser bromas pesadas.

Pero para todos en la mesa estaba claro que, entre el hijo heredero rebelde y el joven millonario autodidacta, había un contraste abismal. Y esa noche, en medio de langostas y trufas, esa diferencia se hizo más evidente que nunca.

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