Segundo libro de- UNA MUJER EN LA MAFIA. Aclarando solo dudas del primer libro. No es que es una historia larga. Solo hice esta breve historia para aclarar algunas dudas.
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Una mujer en la mafia
Simon se acercó y me dijo que James estaba en la puerta, mi primer impulso fue ignorarlo. No quería hablar con él, no en ese momento. Pero algo en la urgencia de su voz me hizo mirar hacia la entrada.
—¿James? —pregunté, frunciendo el ceño mientras me levantaba del sofá.
—Sí, Adeline, James. —Simón replicó, su tono algo molesto. Por un segundo, pensé en quedarme donde estaba, pero sabía que no podía evitarlo.
Me levanté y caminé hacia la puerta. Al abrirla, allí estaba James, con la mirada fija en mí, claramente molesto pero intentando ocultarlo. Era evidente que algo no estaba bien, y yo no tenía idea de qué esperar.
—¿Qué demonios pasó con tu auto? —me preguntó directamente, como si fuera lo único que realmente le importaba en ese momento.
Pero antes de que pudiera responder, vi cómo sus ojos se deslizaban hacia mi hermano, que estaba en el pasillo detrás de mí, mirando todo con una mezcla de indiferencia y provocación.
James dio un paso hacia el interior, como si la situación fuera demasiado urgente para no enfrentarse a mi hermano ahora. Apreté la mandíbula, sabiendo que el conflicto se iba a desatar, y justo cuando pensé que iba a explotar, James susurró algo que me heló la sangre.
—¿Dónde está Amelia?
La pregunta de James me dejó paralizada por un momento. Miré hacia él, tratando de procesar lo que acababa de decir. ¿Dónde está Amelia? La urgencia en su voz era clara, y vi la preocupación reflejada en sus ojos, algo que no había notado antes.
Antes de que pudiera responderle, sentí a Scott detrás de mí, moviéndose de manera desafiante, como si no le importara para nada la presencia de James.
—¿Cómo que no sabes dónde está Amelia? —dijo Scott, con una sonrisa arrogante, mientras tomaba a James por la camisa con un movimiento rápido, justo cuando intentaba acercarse más.
—Oye, papito, ¿cómo es eso de que no sabes dónde está mi novia? Yo sí no sé dónde está —continuó, con un tono burlón—. Pensé que la tenías retenida como acostumbras hacer para alejarla de mí.
James, que hasta ese momento había estado tratando de mantener la calma, lo miró fijamente. Su rostro, que antes estaba tenso por la ira, ahora se mostraba completamente serio y sombrío. La verdad había comenzado a calar hondo.
—Esto no está bien... —dijo James en un susurro, más para sí mismo que para Scott—. Porque yo tampoco sé dónde está.
La sensación de incomodidad creció, y un silencio tenso se apoderó del cuarto. El aire se sentía pesado, como si una bomba a punto de estallar estuviera esperando el momento adecuado para explotar.
—¿Qué quieres decir? —le pregunté, incapaz de ocultar la incredulidad de mi voz. ¿Cómo podía James no saberlo? No tenía sentido.
James se pasó una mano por el rostro, visiblemente frustrado, mientras Scott lo observaba con una sonrisa cruel.
—No sé —dijo James, su voz bajando de tono—. Amelia lleva dos días sin aparecer. La he buscado por todos lados, y ahora, escuchando lo que estás diciendo... esto no está bien.
Scott Sin pensarlo, se dirigió hacia la puerta con determinación, seguido rápidamente por James, como si ambos supieran que cada segundo que pasaba era crucial. La ansiedad creció en mí, y un impulso irrefrenable me hizo seguirlos, pero antes de que pudiera dar un paso, sentí una mano firme en mi brazo.
Era Simon.
—Con cuidado —me dijo en un susurro, pasándome un arma. La sentí fría en mis manos, pero no la rechacé. Miró hacia donde James se había ido, y luego me dijo—: Sé que él te cuida mejor que yo.
-
En el auto de James, el silencio pesaba sobre nosotros, solo interrumpido por el sonido de los neumáticos sobre el asfalto. Scott estaba en la parte delantera al lado de James, su mirada fija en la carretera, pero sus ojos mostraban una preocupación evidente. Sabía que algo no estaba bien. A pesar de parecer un idiota, le preocupa mucho Amelia.
Finalmente, Scott rompió el silencio, su voz grave y tensa:
—¿Qué pasó la última vez que la viste? —preguntó, sin apartar la vista de la carretera.
James se recostó un poco en su asiento, tomando con fuerza el volante como si estuviera buscando las palabras correctas. Su expresión estaba distante, pero podía ver la inquietud en sus ojos. Por un momento, la pregunta lo tomó por sorpresa, como si estuviera reviviendo el recuerdo.
—Nada —respondió con un tono que no convencía ni a él mismo—. Solo fue de compras, volvió a la casa... luego me fui a un negocio, y pensé que Amelia estaba contigo. No dejó ningún mensaje, ni una nota. Pensé que estaba ocupada o que había salido contigo... No me preocupé demasiado al principio.
Escucharlo decirlo así, tan tranquilo, me hizo sentir una presión aún mayor. ¿Cómo podía alguien desaparecer así de repente, sin dejar rastro, sin decir nada? Mi mente comenzaba a hacerse mil preguntas, pero la respuesta no parecía más clara.
Scott lo miró de reojo, frunciendo el ceño. Sabía que algo no cuadraba.
—Esto no tiene sentido —dijo con un tono de frustración—. ¿Cómo es que no te diste cuenta de que algo no iba bien? ¡¿Cómo demonios puedes estar tan tranquilo?!
James lo miró, pero no hubo respuesta inmediata. Sus ojos se posaron en el camino, como si esperara encontrar alguna señal, algo que le diera sentido a todo.
—No gano nada desesperandome, es mi hija, obvio que también me preocupa —respondió finalmente, su voz más baja ahora, como si la realidad de la situación lo hubiera golpeado. Se pasó una mano por el cabello—. Pensé que todo estaba bien, que no había motivo para alarmarme. Pero cuando volví y no la encontré, me empezó a consumir la idea de que algo raro estaba pasando. Y no me gustó nada, pero… ¿dónde está ella, Scott? ¿Dónde diablos está Amelia?
Scott no respondió, pero claramente se sentía tan perdido como nosotros. James se recostó más en su asiento, dejando que el aire fresco de la ventana lo acariciara un poco. Parecía agotado, como si la situación lo hubiera desbordado por completo.
Mi mente seguía girando a mil por hora. Algo no cuadraba. La desaparición de Amelia no era casual, y si James no había tenido respuesta de ella, ¿qué significaba eso? ¿Por qué Amelia no había intentado contactarlo o a mí? Las piezas del rompecabezas no encajaban, y la ansiedad me carcomía mientras avanzábamos por la carretera, sin un destino claro, pero con una única misión: encontrarla.
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