A sus 24 años, Anaís creía tener la vida resuelta, hasta que todo le fue arrebatado de un golpe. Un trágico accidente la lleva a una segunda oportunidad, pero en el cuerpo de alguien más: una chica de 17 años que tiene todo un pasado oscuro del que escapar. Con recuerdos vívidos de su vida pasada, Anaís busca vengarse de quienes la traicionaron, pero se encuentra atrapada en una nueva familia, nuevos amigos, y un joven inesperado que despierta emociones en ella. Entre risas, desafíos y lecciones, deberá aprender que a veces la redención puede ser más poderosa que la venganza.
¿Podrá encontrar la paz en un cuerpo joven, mientras decide si destruir o reconstruir su futuro?
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Capítulo 14: Entre Mentiras y Estrategias
Anaís se reclinó en el asiento del auto mientras Nicolás conducía en silencio. Desde la revelación de la herencia, sentía como si el peso del mundo se le hubiese duplicado. No solo tenía que lidiar con la confusión de ocupar el cuerpo de otra persona, sino que también ahora estaba en medio de una lucha de poder familiar. La presión de cumplir con los requisitos del testamento la tenía inquieta, pero había algo en su mente que no dejaba de darle vueltas: ¿quién podría beneficiarse si ella no lograba tomar posesión de la herencia?
Mientras avanzaban por las calles de la ciudad, Anaís decidió que necesitaba respuestas, y pronto. Para poder seguir con su venganza, necesitaba entender mejor la vida de Sofía, sus enemigos y aliados.
“¿Nicolás?”, lo llamó, rompiendo el silencio.
Él giró la cabeza, mirándola con una expresión cálida, aunque intrigada por la seriedad de su voz. “¿Sí, Sofía? Dime.”
Anaís bajó la mirada, fingiendo un gesto pensativo. “¿Qué sabes sobre la empresa rival de mi familia? La que mencionó Beatriz en el despacho… no sabía que estábamos en una disputa por la herencia.”
Nicolás pareció dudar un momento, sus dedos apretando el volante con más fuerza. “No te había dicho porque después de tu accidente pensé que no era prudente. Pero esa empresa… bueno, siempre fue un dolor de cabeza para tu familia. Están dispuestos a todo para hacerse con lo que tienes.”
“¿Hasta qué punto?”, preguntó Anaís con un tono que delataba algo más que curiosidad.
Nicolás soltó un suspiro, sus ojos volviendo a la carretera. “Hasta el punto de buscar cualquier excusa legal para invalidar el testamento de tu abuelo y quedarse con todo. He escuchado rumores de que no son exactamente… amigables con quienes se interponen en su camino.”
La mente de Anaís empezó a maquinar. Sabía que, para ganarse un lugar en este juego, debía demostrar que no iba a ser una presa fácil.
Al llegar a su casa, Anaís se bajó del auto, agradeció a Nicolás y se dirigió a su habitación, donde se desplomó en la cama. Cerró los ojos y empezó a trazar mentalmente su plan: si quería protegerse, debía dejar claro que ella, Sofía o Anaís, no sería una víctima más en la lista.
A la mañana siguiente, el sonido de un mensaje de texto la despertó. Era Nicolás.
"Sofía, hay alguien en la ciudad que quiere verte. Dijo que es urgente. Quiere hablar sobre la herencia y que es alguien cercano a tu abuelo. ¿Te interesa?"
Anaís frunció el ceño. Podría ser peligroso, pero también una oportunidad para obtener información. Decidió aceptar el encuentro. Si quería conocer todos los secretos de Sofía, este era el momento perfecto.
La cafetería elegida para la reunión estaba en el centro, en una calle tranquila, rodeada de pequeños negocios. Anaís entró y buscó al contacto que Nicolás había mencionado. En una mesa al fondo, un hombre de aspecto imponente, de cabello entrecano y ojos astutos, la saludó con una leve inclinación de cabeza.
“¿Eres Sofía, la nieta de Don Emiliano?”, preguntó él, con un tono entre curioso y evaluador.
Anaís asintió, recordando rápidamente que, en este momento, Sofía era la persona que debía interpretar. “Sí, ¿usted es?”
El hombre extendió una mano. “Mi nombre es Marco. Trabajé para tu abuelo durante muchos años. Y digamos que él tenía... algunos asuntos de los que deberías estar enterada.”
Intrigada, Anaís tomó asiento frente a él. “Dígame.”
Marco observó alrededor para asegurarse de que nadie los escuchara antes de comenzar a hablar en voz baja. “Tu abuelo era un hombre de negocios, sí. Pero también tenía otras actividades... actividades que hicieron que muchos quisieran verlo caer. Esa otra empresa no es solo competencia, Sofía. Son enemigos antiguos que buscan venganza.”
Anaís sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Parecía que la situación era mucho más peligrosa de lo que había imaginado. No solo se trataba de dinero; había un juego sucio entre las sombras. “¿Por qué me lo dice ahora?”
“Porque Don Emiliano confiaba en mí. Me pidió que protegiera a su familia si algo llegaba a pasarle. Si tú quieres quedarte con la herencia, necesitarás aliados. Pero si no estás preparada, es mejor que te apartes antes de que sea demasiado tarde.”
La mirada de Marco era severa, pero Anaís no tenía intención de retroceder. “Estoy preparada. Dime qué debo hacer.”
Marco le dio una sonrisa cómplice, como si aprobara su respuesta. “Primero, debes demostrar que tienes el control. No dejes que esos buitres te vean dudar. Necesitarás aliados, pero también una mente fría. Si quieres mantener el poder, deberás estar dispuesta a pelear por él.”
Cuando Anaís volvió a casa esa noche, su mente estaba revuelta. Ahora entendía que la herencia no solo era dinero; era una pieza clave en una lucha mucho más grande, una guerra de poder. Si quería vengarse y hacer justicia, tendría que jugar con inteligencia, aprovechar cada ventaja y mantener a Nicolás cerca. Después de todo, era el único en quien podía confiar… o al menos, eso creía.