LA CAMA DE MI JEFE

¿A donde se debe vivir cuando el romance invade un corazón? ¿Acaso debo subir al cielo? ¿Merezco esto? ¿O buscar una casita de campo? ¡Es un tanto confuso!

Y es aquí donde admito que, soy una persona que carece de afecto y ahora que lo tengo, me siento obsesionado con él. ¡Ese hombre me gusta! Sus manos. Sus brazos. Sus labios. Su todo.

Mis sufrimientos han llegado a una pausa donde el corazón está latiendo sin ansiedad y con ganas de que él pueda abrazarme. ¡Con todas sus fuerzas! Debajo de las sábanas nuestras piernas se entrelazan y con mis manos acaricio su espalda cuando adentro de mí, él inunda de placer mi alma.

El aroma de mi amado es un dulzor que quiero tatuarme en la piel. ¡Me encanta eso! Sus brazos abrazándome, sus manos tocándome y esos ojos que me miran con ternura. Porque en sus manos quiero vivir y así dejar de sufrir.

Su barba velluda me fascina y acariciar su nuca es mi droga. ¡Cuando estoy con él siento que estoy completo! Y eso es algo que no logro explicar, porque recién nos conocimos y ya nos hemos estado comiendo.

...Que la vida es compleja y muy corta. ...

...Que el amor sea eterno y los besos de fuego. ...

...Que tus latidos me pertenezcan y yo sea tuyo. ...

...¡Estoy enamorado! ...

...Y eso me excita por completo....

Sus manos sujetan mis muñecas sobre mi cabeza, su boca se desliza por mi cuello y las sensaciones que tengo, me hacen derretirme ante él. Mis piernas están abiertas para que él pueda sembrar su alma adentro de mí.

Le doy clic en publicar y mi blog está actualizado. ¡Es hora! Él me está llamando por teléfono.

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Nunca imagine estar pisando el suelo de una isla. Sentir el agua salada acariciando mis piernas desnudas y él a mi lado. ¡Esto es un tacto muy bonito!

—¿Cómo te sientes? —Me pregunta él.

Su pecho está desnudo, el agua está tibia y el sol está alumbrando nuestra piel del rostro .

—¡Me siento bien! Estoy contento. Esto es increíble.

Muevo mis brazos debajo del agua. Mis pies se apoyan en la arena del suelo y mi corazón late con tranquilidad. ¿En donde estábamos? ¿A donde nos sumergíamos semidesnudos?

—Que bueno que al final si te animaste a venir.

—Sí. Julio me dijo que no debía desaprovechar la oportunidad y... —me quede callado por unos segundos—. Te agradezco por la invitación.

Su sonrisa húmeda me gusta, hay gotas de agua en su rostro.

—Quiero preguntarte algo.

—Por supuesto.

—¿Qué te gustaría cenar esta noche?

Su pregunta me puso a pensar durante una brevedad.

—No lo sé. No tengo antojo de nada.

—¿No tienes antojo de nada? Piensa que estás en una isla.

—¿Un cóctel de camarones?

—¿Se te antoja un cóctel?

—Bueno, en realidad, hay algo que me gustaría probar.

—¿Qué es?

—Camarones empanizados.

—¿Algo más?

—No.

—¿De postre?

—Un helado.

Sonríe.

—¿Probaste las marquesitas?

—¿Las marquesitas?

Veo cómo me mira con atención.

—Bueno, las probarás en la cena.

Sus palabras me hacen sonreír y entonces se acerca a mí y siento sus brazos rodear mi espalda.

—¿Qué es lo que intentas? —Me atrevo a preguntarle.

—Te puedo besar.

Sus ojos estaban bien enfocados en mis ojos.

—Sí. Claro que puedes.

—Debajo del agua.

—¿Tú?

—Rodéame con tus piernas y abrázame.

—¿Es enserio lo de besarnos debajo del agua?

—Dijiste que querías que fuera tu jefe, ¿no?

—Sí, eso dije.

—Como tu jefe, quiero pedirte que hagas esto. ¿No te gustaría experimentar?

En la orilla de la playa había gente disfrutando del mar. Donde estábamos nosotros, la tranquilidad era infinita.

—Bueno, la verdad si estaría bien experimentar.

Asiente. Siento que sus brazos me aprietan más a su cuerpo. Alzo mis brazos y rodeo su cuello. Nuestros labios están más cerca que antes, sus manos me cargan para que yo le rodee con las piernas.

Sus labios se funden con mi boca. Cierro los ojos, nuestras pieles están inundadas y cuando nos sumergimos completamente, el sonido se vuelve placentero a mi alma. La suavidad de su boca me acaricia con fuerza. Su boca se desliza con perfección sobre mi boca, su lengua juega con mi lengua y mis manos se aferran a su espalda. ¡Esto es mágico! Es más que un beso. Mucho más que un deseo caliente. ¡Esto era una realidad! Siento que podríamos vivir así. Que el oxígeno no sería necesario cuando nuestros labios son uno solo y así, en estas circunstancias, quisiera que el tiempo fuera eterno.

...🩶🩶🩶...

La cena estuvo riquísima. El sabor de los camarones me encantó. ¡El aderezo de chipotle fue lo máximo!

—¡Los camarones son lo mejor! —Aún tengo el sabor en mi boca—. Fue una buena elección.

—¿Quieres más?

—No. Con eso es suficiente. ¡Ya estoy satisfecho! —Le digo.

Asiente. Decido agarrar mi copa de helado. Mi alma se siente libre.

—Julio me dijo que hoy es una fecha especial para ti.

Hago contacto visual con él y siento un cosquilleo en mi estómago.

—Sí. Hoy es una fecha importante.

—Por eso le pedí a mi cuñado que no vinieran a la isla.

—¿Y donde están ellos?

—Fueron a Xcaret. A mí no me gusta Xcaret. ¡Me gusta Isla Mujeres!

—¡La isla es hermosa!

—Claro que lo es.

—¡Gracias por esto!

—Es un placer poder compartir mi felicidad contigo.

Entonces, aunque nuestras miradas estaban deseando ser una sola, un mesero se acercó a mí.

—Disculpen la interrupción, el caballero de la mesa de enfrente le envía esta botella de vino —el mesero se dirigió todo el tiempo a mí.

¿Una botella de vino? ¿Quien la había enviado? Adrik me miraba con fijeza y el mesero también. ¿Qué estaba pasando? Dirigí mi vista a la mesa de enfrente y no había nadie. ¡Solo una botella y un plato vacío!

—Que amable eres, pero no puedo aceptar esto —le digo.

—Claro, le dire al caballero que…

—¿Por qué me desprecias? —Su pregunta me hizo sentir un poco nervioso y su voz, esa voz…

—No puedo aceptarlo.

Me giro a mirarlo y sus ojos son oscuridad. ¡No podía estar pasando esto! Mi corazón se detuvo. Mi alma se congelo.

—Supuse que no lo aceptarías, por eso vine hasta tu mesa —sus labios se curvan en una sonrisa amplia.

¿De verdad era él?

—¿Tú…?

—¿No te da gusto verme?

Mi corazón se desestabilizó y de pronto, no me sentí en coherencia.

—¿Quien eres tú? —Adrik se atrevió a preguntarle.

—Soy Marco. Un viejo amigo de Nam.