Isabella Dupont ha pasado su vida planificando una venganza que espera borrar el dolor de su infancia. Abandonada a los cinco años por su madre, Clara Montserrat, una mujer despiadada que traicionó a su familia y robó la fortuna de su padre, Isabella ha jurado destruir el imperio que su madre construyó en Italia. Bajo una identidad falsa, Isabella se infiltra en la constructora internacional que Clara dirige con mano de hierro, decidida a desmantelar pieza por pieza la vida que su madre ha levantado a costa del sufrimiento ajeno.
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Capítulo 13
La reunión había terminado y Clara Montserrat salió de la sala del consejo con paso firme, seguida de cerca por Valeria Rossi. A medida que caminaban por el pasillo, Valeria le hablaba en voz baja sobre las proyecciones de precios para cada aspecto del proyecto de Las Torres Émiris. Clara escuchaba atentamente, su mente ya trabajando en los próximos pasos, pero su expresión denotaba el cansancio que comenzaba a acumularse después de tantas reuniones y decisiones.
—Las proyecciones indican un aumento del cinco por ciento en los costos de materiales debido a las fluctuaciones en el mercado de materias primas —dijo Valeria, sosteniendo una carpeta con las estimaciones y detalles financieros.
Clara asintió, manteniendo el ritmo, sus ojos fijos en el camino por delante.
—Asegúrate de ajustar los presupuestos. No podemos permitir que esos costos afecten nuestras ganancias —respondió Clara, su tono firme y decidido.
Mientras seguían avanzando, Noel Delacroix se acercó apresuradamente a ellas desde un pasillo lateral. Era evidente que tenía algo importante que discutir. Su rostro, normalmente calmado, mostraba una preocupación inusual.
—Señora Montserrat, ¿podemos hablar un momento? Es sobre un tema importante —dijo Delacroix, casi suplicante.
Clara, sin detenerse, soltó un suspiro de exasperación.
—¿De qué se trata, Delacroix? —preguntó, sin detener su paso.
Delacroix tragó saliva, nervioso, y ajustó sus gafas mientras intentaba explicarse.
—Tiene que ver con algunos problemas legales que estoy enfrentando. Podrían afectar negativamente a la compañía si no se manejan correctamente.
Clara, aún sin detenerse, agitó la mano en un gesto de desdén.
—Resuelve esos problemas, Delacroix. No tengo tiempo para lidiar con tus asuntos personales.
Delacroix asintió, aunque claramente no estaba satisfecho con la respuesta. Se detuvo, viendo cómo Clara y Valeria continuaban su camino, ya alejándose de él.
Isabella, que había estado observando la escena desde el otro lado del pasillo mientras hablaba con Philippe, decidió que era su oportunidad. Le dijo a Philippe en voz baja:
—Voy a hablar con ella.
Philippe la miró con preocupación.
—Ten cuidado, Isabella. Clara no es fácil de manejar.
Isabella asintió, con la determinación reflejada en sus ojos.
—Lo sé —respondió antes de apresurarse tras Clara.
Alcanzó a Clara justo cuando esta llegaba a la puerta de su oficina. Valeria se había detenido junto a la puerta, esperando instrucciones. Isabella, con la voz ligeramente temblorosa pero decidida, se dirigió a Clara.
—Señora Montserrat, ¿podemos hablar un momento?
Clara se giró ligeramente, su expresión mostrando una mezcla de cansancio e irritación. Miró a Valeria y luego a Isabella.
—¿Es esta la “joven arquitecta” de la que tanto hablan? —preguntó Clara con un tono que denotaba cierto escepticismo.
Valeria asintió rápidamente.
—Así es, señora Montserrat. La misma que la desafío en la reunión.
Clara hizo un gesto hacia su oficina, como indicando que Isabella la siguiera.
—Entra y cierra la puerta —ordenó mientras avanzaba hacia su escritorio.
Isabella obedeció, cerrando la puerta detrás de ella y tomando un momento para observar la oficina de Clara. Era un espacio amplio y elegantemente decorado, con una gran ventana que ofrecía una vista panorámica de Milán. Las paredes estaban adornadas con fotografías de los proyectos más exitosos de Montserrat Construcciones, y sobre el escritorio de Clara descansaba una pila ordenada de documentos y planos.
Valeria se acercó a Clara con unos documentos en la mano. Clara, sin desviar la mirada de los papeles que ya estaba revisando, preguntó a Isabella:
—¿Qué es lo que quieres?
Isabella se humedeció los labios antes de responder, sabiendo que este era su momento para demostrar su valía.
—Quiero demostrarle lo que puedo hacer, señora Montserrat. Quiero que confíe plenamente en mí. Si lo desea, podría incluirme en otro proyecto para que vea mis capacidades.
Clara, sin levantar la vista, terminó de leer un documento y se lo pasó a Valeria.
—¿No estás ya en Las Torres Émiris? —preguntó Clara con un tono impersonal mientras tronaba los dedos, un gesto que Valeria entendió al instante, entregándole otros documentos junto con una pluma para que los firmara.
Isabella, sintiendo que debía ser firme, respondió:
—Sí, pero conozco otros proyectos de la empresa y sé que tardarán meses en empezar siquiera el diseño. Quiero ser de utilidad ahora.
Clara firmó rápidamente uno de los documentos y movió la hoja para firmar el siguiente, todo sin perder su ritmo.
—Valeria, ¿leíste estos documentos? —preguntó Clara mientras seguía con la firma.
Valeria asintió de inmediato.
—Sí, señora Montserrat, como siempre.
Clara asintió, satisfecha, y terminó de firmar antes de volver su atención a Isabella. Sus ojos, fríos y calculadores, se fijaron en la joven arquitecta.
—Bien, niña —dijo Clara, usando deliberadamente un tono condescendiente—. Te mandaré con Delacroix para que vea tus capacidades. Veremos si eres tan buena como dicen.
Clara luego se giró hacia Valeria.
—Habla con Marchand. Quiero ver el portafolio de trabajo de Isabella. Asegúrate de que sus trabajos sean tan buenos como Esposito dijo.
Isabella sintió un nudo en el estómago, pero mantuvo su expresión serena.
—Gracias, señora Montserrat. No la decepcionaré.
Clara solo asintió ligeramente, ya volviendo a su trabajo. Isabella supo que la conversación había terminado y se dio la vuelta para salir de la oficina. Al abrir la puerta, no pudo evitar chocar con alguien que estaba entrando apresuradamente.
—Perdón —dijo la voz de un joven, sorprendido.
Isabella levantó la vista y se encontró cara a cara con Luca Santini. Sus ojos azules estaban llenos de la misma ansiedad que había mostrado antes en el ascensor. Luca era alto y delgado, con un rostro juvenil y cabello castaño desordenado que caía sobre su frente. Parecía agitado, como si estuviera tratando de llegar a algún lugar importante.
Por un momento, ambos se quedaron en silencio, con las miradas entrelazadas. Isabella pudo sentir la tensión en el aire. Luca, aparentemente nervioso, fue el primero en romper el contacto visual, dando un paso atrás para dejarla pasar.
—Lo siento, no te vi —dijo Luca con una leve sonrisa de disculpa.
Isabella, aún sintiendo la extraña tensión en el aire, intentó mantener la compostura.
—No te preocupes, fue mi culpa por no mirar.
Luca asintió, pero sus ojos seguían buscando los de Isabella, como si intentara decir algo más, algo que no se atrevía a expresar en voz alta.
—Bueno, nos vemos después —dijo finalmente Luca, con una voz que intentaba sonar despreocupada.
Isabella asintió, sintiendo un leve rubor en sus mejillas.
—Claro, nos vemos.
Con esas palabras, Isabella salió de la oficina, sintiendo cómo su corazón latía un poco más rápido de lo normal. La conversación con Clara había sido difícil, pero el breve encuentro con Luca había añadido una capa adicional de complejidad a su día. Sabía que debía mantener la cabeza fría y centrarse en su misión, pero algo en los ojos de Luca la había dejado intrigada.
Mientras caminaba de regreso hacia donde Philippe la esperaba, Isabella no pudo evitar preguntarse si Luca podría convertirse en un nuevo jugador en el juego que estaba a punto de jugar, un juego donde no podía permitirse ningún error.
tiene buen argumento,
hasta el final todo esto está emocionante.
y lo peor es que está arrastrando así hija a ese abismo.
cual fue la diferencia que se quedará con el.
a la vida que si madre le hubiese dado..
Isabella merece tener un padre en toda la extensión de la palabra.
no te falles ni le falles.
la narración buena
la descripción como empieza excelente 😉🙂
sigamos..
la historia promete mucho