Danara, una adolescente de 16 años, se siente atrapada entre sus inseguridades y la presión de encajar en la sociedad. Su vida da un giro cuando conoce a Luca, el nuevo vecino de 18 años, extrovertido y lleno de energía, pero con sus propias inseguridades sobre su futuro. A pesar de sus diferencias, entre ellos surge una conexión especial, pero Danara lucha con sus miedos y la diferencia de edad, mientras que Luca teme no ser suficiente para ella.
A lo largo del verano, ambos enfrentan sus temores, aprenden a confiar el uno en el otro y a comprender sus sentimientos. Sin embargo, con el fin de las vacaciones, deben hacer frente a nuevas responsabilidades: Luca se prepara para la universidad y Danara comienza la secundaria. A pesar de los desafíos del futuro, su relación se fortalece, y juntos prometen seguir adelante, enfrentando lo que venga con valentía y amor.
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capitulo 9
Danara
Hoy había decidido que sería diferente. No iba a quedarme encerrada en casa pensando en todo lo que no entendía sobre mis sentimientos hacia Luca. Era hora de salir y hacer algo distinto. Así que le mandé un mensaje, y después de un par de respuestas rápidas, acordamos salir a dar una vuelta. Pero había un pequeño detalle… algo que no había considerado: mis hermanos.
Sabía que mis padres no estaban, y por más que confiara en Luca, mis hermanos probablemente serían muy protectores, como siempre. Pero tenía que intentarlo. Tenía que salir de la burbuja en la que me encontraba. Y si algo me había quedado claro es que Luca no se detendría por nada.
Cuando llegué al salón, vi a mis dos hermanos, David y mi hermana Laura, viendo la televisión. Era como si estuvieran esperando una señal para hacerme preguntas incómodas. Antes de que pudiera hacer cualquier cosa, sonó el timbre de la puerta. Miré la hora y me sorprendí, no esperaba a nadie. Me acerqué a la puerta, la abrí y allí estaba él. Luca.
Luca, el chico que se había convertido en la fuente de mis pensamientos extraños, estaba allí, frente a mi puerta, con su típica sonrisa brillante. Pero esta vez, había algo en su actitud que me hacía pensar que no era una simple visita. Tenía un aire de nerviosismo, como si estuviera preparándose para algo.
—¡Hola! —dijo, como si nada, aunque su tono era un poco más alto de lo normal.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, sorprendida, sin saber si era un mal momento.
—Vine… a pedir permiso. —Lo dijo como si fuera algo completamente natural, pero la risa nerviosa que lo acompañaba me hizo dudar.
—¿Permiso para qué? —lo miré confundida.
Luca se aclaró la garganta y miró hacia dentro de la casa. —Quiero llevarte a dar una vuelta… pero antes, necesito hablar con tus hermanos.
Mis ojos se abrieron de par en par. ¿Mis hermanos? ¿Él quería hablar con mis hermanos para salir conmigo? No había nada de malo en ello, pero no me esperaba que fuera tan directo.
—¡¿Qué?! —exclamé, sin poder evitarlo. —¿Estás loco? ¡Mis hermanos no te conocen! —intenté contener la risa nerviosa.
Luca hizo una mueca y miró la puerta, como si se estuviera armando de valor. —Bueno, ya sabes, ellos son importantes, y como soy el “nuevo vecino” —hizo comillas con los dedos—, creo que me conviene ganar su confianza, ¿no?
No pude evitar reírme ante su desesperación, pero al mismo tiempo sentí una pequeña chispa de gratitud. Era valiente, por lo menos. Así que lo dejé pasar.
—Está bien, ven. Pero no te prometo nada, ¿eh? —le dije, y él asintió con una sonrisa de alivio.
Entramos y mis hermanos me miraron con una ceja levantada. Laura no dijo nada, pero David, siempre tan directo, frunció el ceño y me miró primero a mí, luego a Luca.
—¿Y este? —preguntó David, no muy convencido, mirando a Luca con una mirada crítica.
—Soy Luca. El nuevo vecino. —dijo Luca, estirando la mano de manera exagerada, como si fuera a saludarlo para hacer todo más formal.
David miró esa mano, luego me miró a mí, y sin cambiar su expresión, hizo un gesto con la cabeza hacia el salón.
—¿Y qué quieres de nosotros? —preguntó, siendo tan directo como siempre.
Luca, sin inmutarse, se sentó en la silla, como si estuviera completamente cómodo, y empezó a hablar como si estuviera en una charla entre chicos.
—Pues, quiero salir con tu hermana, sólo a dar una vuelta, nada raro —dijo, sonriendo con un toque de arrogancia.
David y Laura intercambiaron miradas. Los dos se cruzaron de brazos, como si estuvieran evaluando la situación, pero David fue el primero en romper el silencio.
—Hmm, no sé, nunca te hemos visto por aquí mucho. Y no quiero que mi hermana ande con cualquier extraño —dijo, su tono grave como siempre.
—¡David! —Laura lo interrumpió, dándole un codazo. —Déjalo, si te hace sentir mejor, yo puedo acompañarlos. —comentó ella con una sonrisa traviesa, sabiendo que la situación la estaba divirtiendo más de lo esperado.
Luca rió, como si todo esto fuera una broma para él, y de hecho, lo era. Luego se giró hacia David con una actitud desenfadada.
—No soy cualquier extraño, soy el chico con el que Danara ha pasado mucho tiempo hablando últimamente. Ya me conoces, solo soy el tipo de la bicicleta —dijo, y sonrió de manera juguetona, como si quisiera ganarse su simpatía.
David suspiró y se inclinó hacia adelante, mirando a Luca fijamente.
—Solo porque mi hermana dice que no es un problema… pero si haces algo raro, tendrás que enfrentarte a mí —dijo, casi en tono de advertencia.
—¡Nada raro! —respondió Luca rápidamente, levantando las manos como si estuviera rindiéndose ante su mirada.
Finalmente, después de unos segundos tensos, Laura sonrió y se levantó de su lugar.
—¡Ya está! Salgan, disfruten, pero no tarden —dijo, y les dio una palmada a ambos en la espalda.
Luca parecía aliviado, y David se relajó un poco, aunque aún con una ceja levantada. Agradecí mentalmente que Laura estuviera de mi lado en ese momento.
—¡Gracias! —dijo Luca con entusiasmo, y me hizo una señal para que saliera al jardín.
Salí con una mezcla de nervios y emoción, mientras pensaba en todo lo que acababa de pasar. Mis hermanos me miraron mientras nos alejábamos. Quizás no me conocieran del todo, pero hoy era un paso hacia algo nuevo.