En un futuro cercano, un grupo de humanos descubre que la realidad que conocen es una simulación creada por una civilización alienígena avanzada. A medida que luchan por romper con esta ilusión, se enfrentarán a horrores inimaginables, revelaciones sorprendentes y dilemas morales que pondrán a prueba su humanidad. El amor florecerá en medio del caos, mientras todos ellos luchan por su libertad.
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Capítulo 14: Al Límite de la Locura
Ethan y Lena se adentraron en el bosque, el aire se volvió denso y pesado, como si la atmósfera misma estuviera cargada de ansiedad. Cada paso que daban resonaba en sus mentes, y la incertidumbre de lo que les esperaba se cernía sobre ellos como una sombra. La revelación del alienígena aún retumbaba en sus oídos, y la idea de que sus vidas eran parte de un experimento los perseguía.
A medida que avanzaban, comenzaron a notar cambios en el grupo que los acompañaba. Algunos de sus compañeros, que antes habían mostrado determinación, ahora parecían perder el rumbo. Sus miradas eran vacías, y sus voces, temblorosas. La presión de la situación estaba comenzando a afectar la cordura de aquellos que habían estado luchando a su lado.
—Mira a Marco —susurró Lena, señalando a un miembro del grupo que se había quedado atrás, murmurando para sí mismo. Su rostro estaba pálido, y sus ojos reflejaban un miedo profundo. —No parece estar bien.
Ethan sintió un escalofrío recorrer su espalda. —La incertidumbre puede ser devastadora. Todos estamos lidiando con esto a nuestra manera. Pero no podemos permitir que la locura nos consuma.
Mientras continuaban su camino, el grupo se detuvo en un claro. La luz de la estructura pulsante se filtraba a través de los árboles, creando un ambiente surrealista. Algunos miembros del grupo comenzaron a hablar entre ellos, sus voces se entrelazaban en un murmullo confuso. La tensión era palpable, y Ethan sintió que la locura acechaba en cada rincón.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Clara, una de las más jóvenes del grupo, con lágrimas en los ojos. —¿Y si nunca salimos de aquí? ¿Y si esto es todo lo que hay?
Ethan se acercó a ella, intentando infundirle un poco de esperanza. —No podemos pensar así. Debemos mantenernos unidos y enfocados en nuestra misión. Si nos dejamos llevar por el miedo, perderemos la razón.
Lena se unió a él, colocando una mano en el hombro de Clara. —Ethan tiene razón. La mente es poderosa, pero también frágil. Debemos ser fuertes, no solo por nosotros, sino por todos los que dependen de nosotros.
Sin embargo, a medida que hablaban, la presión aumentaba. Marco, que había estado murmurando, de repente gritó. —¡No puedo soportarlo más! ¡Estamos atrapados en un juego cruel! ¡No hay salida!
El grito resonó en el claro, y todos se volvieron hacia él. La desesperación en su voz era contagiosa, y Ethan sintió que su propio corazón se aceleraba. La locura podía ser un enemigo tan formidable como cualquier guardián que pudieran enfrentar.
—Marco, escúchame —dijo Ethan, tratando de calmarlo. —No estamos solos. Estamos juntos en esto. Hay una salida, y la encontraremos.
Pero Marco no parecía escuchar. Su mirada se había perdido en un abismo de desesperación. —No hay salida, Ethan. Solo somos marionetas en manos de seres que no comprenden lo que significa ser humano. ¡Estamos condenados!
Lena se acercó a él, intentando tocar su brazo, pero Marco se apartó, como si su contacto fuera una amenaza. —¡No! ¡No me toques! ¡No quiero que me arrastres a tu locura!
Ethan sintió que la situación se descontrolaba. La locura de Marco era un reflejo de lo que todos temían. La posibilidad de que nunca escaparían de la simulación se cernía sobre ellos como una nube oscura. La fragilidad de la mente humana se hacía evidente, y cada uno de ellos luchaba con sus propios demonios internos.
—¡Marco! —gritó Ethan, su voz resonando en el claro. —¡Mira a tu alrededor! ¡Estamos juntos! ¡No podemos rendirnos ahora!
Pero David se dejó caer de rodillas, cubriendo su rostro con las manos. —No puedo, no puedo… ¡No quiero estar aquí!
Lena se arrodilló junto a él, su voz suave pero firme. —Marco, por favor. Necesitamos tu fuerza. No podemos permitir que la desesperación nos venza. Piensa en Gabriela, en todos los que están atrapados. ¡Lucha por ellos!
Las palabras de Lena parecieron calar hondo en Marco. Levantó la vista, sus ojos llenos de lágrimas. —¿Y si no hay esperanza? ¿Y si todo esto es solo una ilusión?
Ethan sintió que su propio corazón se hundía ante la pregunta. La duda era un veneno que se filtraba en sus pensamientos. —No lo sé, Marco. Pero lo que sí sé es que debemos intentarlo. La vida, con todas sus imperfecciones, es lo que nos hace humanos. No podemos dejar que nos quiten eso.
Mientras hablaban, otros miembros del grupo comenzaron a mostrar signos de inestabilidad. Clara se abrazó a sí misma, temblando. —No puedo soportar esto. La presión es demasiado. ¿Qué pasa si nunca salimos?
Ethan sintió que el peso de la situación lo aplastaba. La locura estaba al acecho, y cada uno de ellos luchaba con su propia fragilidad mental. La lucha no era solo contra los guardianes, sino también contra la desesperación que amenazaba con consumirlos.
—Escuchen —dijo Ethan, levantando la voz para captar la atención del grupo. —Estamos en una situación difícil, pero no podemos permitir que el miedo nos controle. La mente es poderosa, y juntos podemos encontrar la fuerza para resistir.
Lena asintió, su mirada fija en cada uno de ellos. —Debemos apoyarnos mutuamente. Si uno de nosotros cae, debemos ayudarlo a levantarse. No podemos permitir que la locura nos divida.
Marco, aún en el suelo, comenzó a respirar con más calma. —¿Y si encontramos la fuente de la simulación? ¿Y si eso nos da una oportunidad?
Ethan sintió que una chispa de esperanza se encendía en su interior. —Exactamente. Si encontramos la fuente, podemos desmantelar esta simulación y liberar a todos. Pero para hacerlo, necesitamos mantenernos unidos y fuertes.
El grupo comenzó a murmurar entre sí, y aunque la duda aún pesaba en el aire, la determinación comenzó a resurgir. La locura no había ganado, al menos no aún. La fragilidad de la mente humana era un desafío, pero juntos podían enfrentarlo.
—Vamos a encontrar la fuente —dijo Ethan, su voz resonando con convicción. —No importa lo que pase, lo haremos juntos.
Con un renovado sentido de propósito, el grupo se levantó, y aunque la presión seguía presente, sabían que la verdadera batalla era por su cordura.