Cruel Venganza

Erick tenía que hacer la prueba de ADN para confirmar que Sharon era hermana de Roxana. Pero al estar desaparecida, buscó en su cuarto, ahí estaba un cepillo para peinar, le quitó uno de los cabellos que tenía y lo puso en una servilleta, el ADN de Roxana lo tenían almacenado en el hospital donde le cambiaron el rostro.

Fue al laboratorio en compañía de un juez, que dio fe de que todo se hiciera legalmente.

Los resultados estarán en dos días, dijo la encargada del laboratorio.

Ambos hombres salieron y cada uno se fue a su casa, quedando de verse ahí en dos días.

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Isabella estaba muy nerviosa, el hombre al que le pagó para que golpeara a Sharon estaba ahí con ella en un cuarto de hotel.

Eres un imbécil, te dije que la golpearas, no que la mataras.

Más te vale que te vayas lejos, o de lo contrario te puede pescar la policía, ya debes muchas muertes.

Ah, no, si me pesca la policía, no me voy a ir solo, tú irás conmigo, te lo advierto.

Ya, tranquilo, pero como quiera será mejor que te vayas. Si te necesito te lo haré saber.

Está bien, pero si me juegas chueco ya sabes a lo que te atienes.

Lárgate de una vez por todas...

Qué tal si primero nos echamos una canita... El tipo la tomó y la aventó en la cama y ahí pasó todo lo que tenía que pasar.

Cuando todo acabó, Isabella tomó su bolso y se fue de ahí tan rápido como pudo, no quería que nadie la reconociera.

Lo que no sabía era que el tipo había guardado un video que le tomó mientras estaban en la cama.

El vídeo no dejaba nada a la imaginación, ahí se podía ver todo, absolutamente, todo.

En cuanto ella se fue, el tipo hizo una llamada... Ella acaba de salir, deben seguirla todos los días.

Está bien, jefe, dijo el hombre al otro lado de la línea.

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Arap ya iba de regreso a México, había dejado a Esther en un internado de Carolina del sur.

Ahí recibiría la educación necesaria para su vida, se quedaría hasta la mayoría de edad.

Mientras tanto, en el internado, Esther aún seguía llorando, pero las alumnas que estaban también ahí trataban de consolarla.

Ya no llores, mejor trata de asimilar las cosas, estarás aquí muchos años, al igual que nosotras, era Yadhira la que hablaba, una niña de la misma edad que Esther, solo que esta niña era rubia de ojos azules.

Sandra, otra niña que había visto llorar a Esther, se acercó, yo llevo aquí un año, tengo siete años, mi mamá murió y mi papá no podía cuidarme, por eso me trajo aquí, casi no lo he visto.

Pero si quieres, seremos amigas.

Gracias, dijo Esther casi resignada, dio un gran suspiro y luego abrazó a Sandra y Yadhira.

Seremos amigas por siempre, dijo Yadhira.

Sandra puso el puño hacia adelante, Esther y Yadhira hicieron lo mismo. Chocando los puños las tres niñas rieron.

La maestra se acercó a las niñas, es hora de comer, y después llevaré a Esther a conocer las instalaciones.

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Arap le marcó a Germán para que pasara por él al aeropuerto.

Él estaba en la cama con Isabella cuando le marcaron... Es tu prometido, iré a recogerlo al aeropuerto.

De manera que ya regresa, ¿eh? Por fin nos libramos de esa mocosa.

Eres una mujer sin sentimientos.

Y a ti te fían ¿no? Eres igual que yo.

Bueno, me voy, no quiero que tu prometido se enoje por no llegar a tiempo.

Córrele, si nomás te chifla y ya estás ahí, lamiéndole los zapatos, como si fueras un perro...

Germán le dio una bofetada, adiós...

Poco después ya estaba ahí, como perro faldero, esperando a su amo y señor.

El avión llegó media hora después, Arap bajó imponente las escaleras del avión...

A lo lejos pudo ver a Germán esperándolo. Se acercó a él, hola, ¿qué novedades me tienes?

¿Acabas de llegar y ya quieres ocuparte del trabajo?

No quiero que mis empresas vayan a quebrar si no me ocupo de ellas.

Mientras me tengas a mí no debes preocuparte por eso, te lo aseguro que yo las cuidaré muy bien.

Sí, claro, ve tú a saber con qué malos manejos estás tratando a mis empresas.

Claro que no, soy muy honesto.

Arap ya no dijo nada, se le quedó observando con burla, sabía muy bien qué clase de hombre era él.

Si no lo había pescado la policía era porque había corrido con mucha suerte.

Todo era cuestión de tiempo, en cuanto descubrieran todo lo que hacía, sin duda lo meterían a la cárcel.

Bueno, vamos a casa.

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El doctor fue a visitar a Sharon...

Vaya, veo que ya está mejor, permítame revisarle la herida. ¿Me puede decir su nombre?

Lo siento, no recuerdo nada, dijo Sharon un poco triste. No sé quién soy, ni si tengo familia o no.

Bueno, no se preocupe, poco a poco irá recordando las cosas. No se desespere, la puedo llevar a algún lado. O si prefiere la llevo a la estación de policía.

No, mejor me quedo aquí, ¿puedo?, dijo viendo a Toñita.

Por supuesto, te puedes quedar aquí todo el tiempo que quieras. Tengo un cuarto de sobra.

Soy pobre, pero no te faltará nada.

Gracias, Toñita, no seré una carga, te lo prometo.

Oye, tu esclava dice Sharon, ¿te parece si te decimos así?

Claro, tal vez sea mi nombre, o el de una hija, no lo sé.

Entonces, te llamaremos Sharon.

El doctor estuvo de acuerdo, en cuanto recobre la memoria hablamos de los honorarios, ¿está bien?

Sí, doctor, gracias.

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Dos días después, Erick y el juez fueron por los resultados del laboratorio.

Erick abrió el sobre y leyó el papel que venía en él.

En efecto, Sharon es hermana de Roxana... y, por lo tanto, es dueña de la mitad de todo.

El juez corroboró lo dicho por Erick...

Tiene razón, ambas mujeres son hijas del mismo hombre.

Mañana mismo nos presentamos en la empresa de Arap, que no es más que el cuidador, porque la verdadera dueña es Sharon.