En medio de la adversidad y la desconfianza, dos almas se ven unidas por un destino implacable. Ella, acusada injustamente y condenada por un crimen que nunca cometió. Él, sediento de venganza y convencido de su culpabilidad. Obligados a un matrimonio forzado por circunstancias ajenas, se embarcan en un viaje lleno de secretos, intrigas y pasiones ocultas. ¿Podrán superar el peso del pasado y encontrar la verdad que los liberará? Descúbrelo en esta apasionante novela de amor y redención.
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Capitulo VI La boda
Gabriel le había informado a Gertrudis los nuevos cambios, ella estaba sorprendida por la noticia, «desde que Daphne llegó Gabriel solo la humillaba y la llenaba de trabajo, en que momento había criado tanto», pensó la mujer.
Ese día Daphne parecía una muerta en vida, igual tenía que cumplir con sus deberes en el trabajo, después del medio día llegaron unas personas quienes se encargarían de maquillarla y peinarla, ella no entendía para que tanto protocolo si igual todo era una farsa y solo estarían ellos dos en la ceremonia.
La estilista empezó su trabajo, estaba satisfecha con el cabello de la novia, pues era dócil y fácil de manejar, no quería cargarla demasiado, ya que ella era hermosa por naturaleza, una vez que terminó su peinado. La estilista optó por dejar el cabello suelto cayendo en ondas. Para lograr este estilo elegante la estilista dividió el cabello en secciones definiendo los rizos naturales de Daphne. Una vez término con las ondas procedió a soltar las ondas utilizando un peine de dientes anchos, dándole un acabado más natural.
Para terminar de embellecer el peinado se le añadió una diadema muy sencilla que la hacía parecer una princesa.
Para maquillarla empezaron primero limpiando e hidratando su piel, luego colocaron una base ligera de acuerdo a su tono de piel, el resto del maquillaje fue suave en tonos neutros, la idea era que la novia se viera lo más natural posible y que el exceso de maquillaje no opacara su belleza natural.
Por último pasaron al vestido de novia, Daphne pidió la dejarán sola, ella no quería público al momento de vestirse, una vez se vistió miró su reflejo en el espejo, no se podía negar que el vestido era hermoso, sencillo, pero encantador a la vez.
Era un vestido línea A, que caía suavemente desde la cintura, favoreciendo así la silueta de Daphne. Estaba confeccionado en tela crepé que le daba un toque fluido y romántico. Con un escote redondo y sutil que la hacía ver dulce sin ser demasiado revelador. Mangas tres cuartos, hechas de encaje delicado que le daba un toque especial. El color era blanco y llevaba una cinturilla delgada con una lazo, resaltando la feminidad de la novia, este vestido era largo hasta las rodillas combinado con unas sandalias elegantes de tacón bajo.
Verse en el espejo, la lleno de muchas emociones, ella soñó alguna vez en casarse y formar una familia, nunca imaginó que llegaría al matrimonio obligada a unir su vida con un hombre que la despreciaba, la tristeza se apoderó nuevamente de ella. Sus lágrimas empezaron a asomarse por sus ojos que reflejaban el más puro dolor.
"¿Estás lista?", pregunto Gertrudis asomándose por la puerta.
"Así es, lista para mi desgracia", susurro Daphne está última parte.
"Te ves bellísima, serás la novia más hermosa de la historia", elogia Gertrudis con una gran sonrisa.
"Y la más triste también", respondí Daphne sintiéndose atrapada.
"No digas eso mi niña, el señor Gabriel no es malo, simplemente no le ha tocado fácil", trato de justificar a su jefe.
"Terminemos con esto de una vez, imagino que ya llegó el juez", expreso Daphne su apuro por salir de esa ridícula boda.
"Si, ya llegó, están esperando por ti", respondió Gertrudis con una sonrisa a medias.
"Entonces vayamos, como dice mi mamá, al mal paso darle prisa", indico Daphne saliendo de la habitación.
Al llegar al jardín, la novia se llevó una gran sorpresa, el jardín estaba lleno de invitados y en primera fila se encontraba su mamá y hermana, ambas con una enorme sonrisa,«¿a qué jugaba ese hombre?», se preguntó Daphne confundida.
"¿Por qué hay tantas personas?, pensé que solo íbamos a hacer nosotros", pregunto Daphne agobiada.
"No lo sé mi niña, el señor así lo dispuso", respondió Gertrudis invitando a Daphne a caminar por un sendero improvisado con pétalos de rosas blancas, fue un detalle bastante lindo aunque estaba segura de que no fue idea de Gabriel sino de Gertrudis quien la conocía y sabía lo que le gustaban esas flores.
Por otro lado, se encontraba Gabriel quien se quedó inmóvil al ver aparecer a Daphne por el sendero de pétalos blancos, parecía un ángel caminando entre las nubes, su belleza era indiscutible; sin embargo, era la culpable de la muerte de su hermano y por lealtad a él no podía sentir nada, absolutamente nada más por ella que odio y desprecio. Daphne llegó hasta donde estaba Gabriel y apenas le dedico una mirada.
"Estás hermosa", susurro Gabriel al oído de Daphne.
"Gracias", respondió ella sin voltear a verlo.
El juez civil empezó la ceremonia, la cual fue muy emotiva; sin embargo, para Daphne solo eran palabras vacías, ella estaba ahí en contra de su voluntad, enfrentando un presente doloroso y un futuro incierto, después de dar el sí, Gabriel y Daphne se miraron a los ojos y por primera vez lograron ver sus almas, aunque ellos no se entendieron.
"Esto es solo un tecnicismo, no te lo vayas a creer", Gabriel beso los suaves labios de Daphne por primera vez, ambos sintieron algo muy extraño, algo que nunca antes habían sentido.
Los invitados pasaron al área del jardín donde se llevaría a cabo la celebración, está era la oportunidad que tenía Daphne para hablar con su familia.
"Mamá, Tiffany me alegro mucho de volver a verlas", Daphne estaba feliz de ver y hablar con su mamá y hermana.
"Si claro, tanto que ya tienes más de un mes libre y ni siquiera nos hiciste una llamada", reprochó Tiffany molestar.
"Lo siento hermana, me han pasado varias cosas, pero lo importante es que estamos otra vez juntas", a Daphne solo le importaba que ellas estaban bien.
"Hija, también estoy feliz de verte, pero no entiendo cómo es que terminaste casandote con el hermano de ese hombre", la mamá de Daphne no estaba convencida de ese matrimonio.
"Yo se lo explico, suegra, su hija me cautivó desde la primera vez que la vi, decidí investigar y resultó que ella solo fue una víctima de las circunstancias, así que decidí conquistarla y aquí estamos", explico Gabriel vagamente.
Lidia no era tonta y ella presentía que algo muy malo estaba pasando con su hija, en sus ojos veía su tristeza y la desesperanza, Lidia temía por la seguridad de su hija y una madre nunca falla en su intuición.
mi única recomendación es cuidar un poco más la ortografía y pequeños errores de escritura.