Me Case En Las Vegas

Pase la tarde disfrutando en el spa, disfrutando de la poca tranquilidad que me queda, porque después que le diga que no a Martín ninguna persona me va a querer ni mis padres, nunca me van a perdonar que le haga algo así a Martín.

Deje que me consintieran, me arreglarán el cabello, las manos, los pies.

Eleonor pasó por mí, cuando termine mi sesión de belleza nos vamos a su casa para tomarnos algo conversar o que sé yo.

—Ay, amiga de verdad que no sé qué decirte, tú estás tan enredada, ¿Qué piensas hacer después que le digas que no? Te vas a quedar sin trabajo, tus padres seguro estarán muy molestos—Me dice mientras me da una cerveza.

—Te tengo a ti, amiga, tú no me vas a dejar sola con todo esto verdad—Le digo abrazándola.

—Claro que no lo haré, Sabi, pero me da miedo que pueda hacer Martín, no sabemos cómo tome todo esto.

—Ya no te preocupes, mejor vamos a dormir o ver si puedo, los nervios me van a matar, en solo reflexionar en el día de mañana.

—Hoy hable con Paul—Dice sonriente.

—¿Quién es Paul?—Pregunto confundida, no he escuchado de él.

—Con Richard—Dice después.

—Le preguntaste por Logan—Le digo con curiosidad.

—Sí, pero me dijo que está en Londres trabajando, al parecer es un hombre muy ocupado.

—Lo imagino—Le digo sin, ánimos—¿cómo van tus cosas con él?

—Bien, es un hombre muy lindo, tierno y cariñoso.—Dice suspirando.

—Si le dices que me dé un empleo en su casino, mientras se me arreglan las cosas aquí—le digo entusiasmada.

—No creo que sea buena idea—Me dice mostrando seriedad.

—¿Por qué? —Pregunto en desconcierto.

—¡Es que a lo mejor te vuelves a casar!—Dice en medio de una carcajada.

—¡Tan chistosa que eres!—Me mofo de ella.

Nos vamos a dormir ambas en su cama y hablamos de todo y de nada hasta que ella se duerme, yo tarde un poco más, ya que no dejo de pensar en lo que pasará en unas horas.

Voy a destruir no solo mi vida sino la de Martín, la de mis padres, después de tanto suponer por fin el sueño vino por mí.

Abro los ojos por qué la pesada de mi amiga está con su pierna sobre mi estómago, que mal que duerme ¡Dios!, quito su pierna y me levanto miro la hora y diablos es tardísimo.

—Ele, Ele, — la llamo repetidamente para que se levante.

—Déjame dormir fastidiosa—Me dice colocándose la almohada sobre su cara.

—Eleonor levántate por favor son más de las siete y la ceremonia es a las diez.

Ella se pone de pie en un solo brinco—¡Diablos nos dormimos!— dice.

Rápidamente, buscó lo que se pondrá y nos marchamos a mi casa donde me arreglarían.

—Hija, mira la hora que es vamos a llegar tarde a la iglesia, qué irresponsable.

—Mamá deja el sermón, ya estoy lista en unos minutos.

La persona que me va a ayudar a vestir y maquillar está esperando por mí, me metí al baño, me di una ducha, aplique crema humectante por todo mi cuerpo con olor a rosas, después me coloque las medias de liguero, de encaje blanco, con el brasier transparente blanco a juego me miro en el espejo la verdad es que se me ve muy hermoso.

Nunca antes había usado uno, así que me siento fabulosa, la chica que está allí para ayudarme junto con Eleonor quien ya está lista, me ayudan a colocar el vestido, este es blanco sencillo con escote, corazón y hombros caídos, es un vestido perfecto para mí, no será muy incómodo cuando salga corriendo de la iglesia.

—Ah, qué tonta, este vestido no necesita un brasier—Me echo a reír, me dejé llevar, por lo que él conjuntó de ropa interior, me queda también que lo olvide.

Peinan mi cabello en un moño lateral el cual hace lucir mi cuello y mi clavícula, me coloco un collar sencillo, junto con unos pendientes largos, el maquillaje es algo muy, muy sencillo, casi natural.

—Lista, me miré al espejo, me gustó mucho lo que veo, me veo genial, estoy hermosa sin duda alguna.

Bajo dónde me está esperando mi amiga, mis padres ya se fueron con la excusa que llegaré tarde e irán a consolar al novio para que no llore pensando que lo plantaría.

Eleonor y yo subimos al auto que está esperando por nosotras, nos subimos y yo estoy que muero de nervios, las manos me sudan, mi amiga toma mi mano para que me calme, llegamos a la iglesia que ya está llena de nuestros invitados, amigos, padres y demás personas.

Mi padre corre a mi encuentro, cuando el señor del carro abre la puerta para que salga, toma mi mano y suspiro, contengo las ganas de llorar, sé que los voy a decepcionar.

Nos detenemos fuera de la iglesia a esperar que suene la marcha nupcial para hacerla la entrada, tomada del brazo de mi padre, comienzo a avanzar al interior del lugar, apenas doy unos pasos, la imagen de un hombre se posa frente a mis ojos.

Creí que me iba a desmayar cuando me di cuenta de que no era un espejismo.

¿Qué carajos hace aquí?, va a arruinar mis planes, seguro todos se van a enterar de que me case en un arrebato de celos.

—Hija, no estés tan nerviosa, solo faltan unos pasos para que por fin seas la señora Miller, lo que tanto has deseado—Dice mi padre para darme valor.

Pero no le estoy prestando atención, ya que toda ella está centrada en Logan, el poco camino que me queda me parece largo, con espinas, Sudo como si estuviera en una caminadora, dónde caminas y caminas y no avanzas.

Por fin llegué hasta el novio, mi padre me entrega, no mire a Martín, es que es lo que menos que hacer en ese momento, lo único que deseo es que todo esto acabe de una vez y por todas.

Una tortura tener frente a mí al hombre que quiero con el que desee tantas veces casarme, y, por otro lado, tener al hombre con el que si me case, dispuesto hacer algo para detener, está locura o simplemente está esperando que diga si, para entrar con 500 policías y condenarme por bígama.

Miró hasta el lugar donde está él, con las manos en los bolsillos de su pantalón negro, con ese semblante inexpresivo, y su mirada oscura sobre mí, siento que su mirada quema mi ser.

—Señorita Sabrina —dice el sacerdote—Acepta usted al señor Martín Miller como su esposo para amarlo, respetarlo… hasta que la muerte los separe…

Miro los ojos de Martín, quien está con una sonrisa, de esas que me hicieron enamorar de él, hace más de 3 años que estoy enamorada de ese hombre, siempre soñando con este día, el cual siempre pensé sería el más feliz de mi vida.

—Lo siento Martín—Le digo con el nudo que se me formó en la garganta.

—Sabrina, ¿qué dices?—pregunta un muy preocupado Martín.

Miro de regreso para donde están mis padres, después a mi amiga, a mis suegros y por último a Logan quien está en la misma posición y con el mismo semblante.

—Lo siento Martín, no me puedo casar contigo—Digo más fuerte para que el sacerdote pueda escuchar.

Enseguida escucho los murmullos en el lugar, Martín me mira con los ojos cristalizados.

—¿Hija que está pasando?—Dice mi madre despavorida, mi padre yacía aún lado de ella tomándola del brazo.

—¿Qué Broma de mal gusto es está, Sabrina?—Dice Martín sin comprender aún.

—Lo siento, vuelvo a decir, enfilo mi andar para la salida.

Visualizo a Logan a lo lejos con su peculiar sonrisa de medio lado.

Corro por el largo pasillo de la iglesia, casi voy a salir, pero alguien me agarra del brazo con tanta fuerza que me hizo parar en seco, girando mi cuerpo, la mano de la señora Esther coli choca contra mi mejilla haciendo que pierda el equilibrio y casi caiga al piso, pero unos brazos, un perfume conocido me atrapan antes de caer.

—Siempre supe que eras una perra, no mereces a mi hijo—Escupe la señora coli, eso ya lo sabía así que no me sorprende.

—Basta mamá, deja a Sabrina, ella tendrá una muy buena explicación para haber hecho esto, ¿no es verdad Sabrina?—Inquiere mi ex prometido.

Miro a Logan que está parado frente a mí junto a él, un hombre vestido de negro más alto y más fuerte que él, le suplico con la mirada que no diga nada.

—¡Si la hay!—Le digo con valentía. No voy a llorar delante de nadie, no voy a llorar.

Nos alejamos hasta otra parte de la iglesia donde no hay personas.

Ahora sí, ¿explícame a qué se debe este circo?