En un mundo donde las sirenas pueden controlar el agua y los seres marinos a través de melodías ancestrales, Lira, una joven sirena de la tribu de las Ondinas, es conocida por su voz encantadora. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando, tras un accidente en el océano, pierde su habilidad para cantar. Sin su voz, Lira siente que ha perdido su conexión con su hogar y su identidad.
Desesperada por recuperar su canto, Lira decide aventurarse a la superficie, un lugar prohibido para su especie, donde se encuentra con un príncipe humano llamado Adrian. Él también enfrenta sus propios problemas: un reino dividido por la guerra y la presión de cumplir con las expectativas de su familia. A medida que Lira y Adrian se conocen, descubren que ambos pueden aprender el uno del otro y que sus mundos están más entrelazados de lo que pensaban.
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Capítulo 2: Canto de la Sirena
El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y anaranjados mientras Lira nadaba en las tranquilas aguas del océano. La Gruta de los Susurros, con sus paredes de coral iluminadas por la luz del atardecer, era su lugar favorito. Hoy, había decidido venir sola para explorar y reflexionar sobre lo que había sucedido con el Maestro de las Sombras.
“¿Por qué me siento tan diferente?” murmuró Lira para sí misma, sintiendo una mezcla de inquietud y emoción. “Desde que canté con las sirenas, algo ha cambiado en mí.”
Mientras nadaba, sintió una melodía suave resonar en su interior, como si el océano le estuviera hablando. “Quizás debería intentar cantar,” pensó, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
Lira se posicionó en el centro de la gruta, rodeada por las paredes de coral que parecían vibrar con la energía del océano. Cerró los ojos y tomó una respiración profunda. “Voy a hacerlo,” se dijo a sí misma, sintiendo que el poder de la música comenzaba a fluir a través de ella.
Con un suave susurro, comenzó a cantar. Su voz se elevó, resonando en las aguas, y a medida que lo hacía, sintió que una corriente de energía la envolvía. Era como si el océano mismo respondiera a su canto.
“¡Eso es increíble!” exclamó Nia, apareciendo de repente en la entrada de la gruta. “Lira, tu voz… ¡suena maravillosa!”
Lira se detuvo, sorprendida al ver a su amiga. “¿De verdad crees que es buena?” preguntó, sintiendo una mezcla de timidez y orgullo.
“¡Claro que sí! Suena como si el océano estuviera cantando contigo,” respondió Nia, acercándose. “¿Puedo unirme a ti?”
“¡Sí, ven! ¡Canta conmigo!” dijo Lira, sintiendo que la emoción comenzaba a burbujear dentro de ella nuevamente.
Nia se posicionó a su lado, y juntas comenzaron a cantar. La melodía fluyó entre ellas, y Lira sintió que la energía del océano las envolvía. “¡Esto es maravilloso!” gritó Nia entre risas. “Nunca me había sentido tan viva.”
“Es como si el agua vibrara con nuestra música,” dijo Lira, sintiendo que su voz se unía a la de Nia en perfecta armonía. “Siento una conexión profunda con el océano.”
“¡Canten más fuerte! ¡Dejen que el océano escuche su poder!” exclamó Nia, mientras ambas se dejaban llevar por la música.
A medida que cantaban, un grupo de peces coloridos se acercó, atraídos por la melodía. “¿Quiénes son estas ondinas que cantan tan hermosamente?” preguntó un pez payaso, sus ojos brillando de admiración.
“¡Somos Lira y Nia!” respondieron al unísono, sintiéndose emocionadas por la atención. “Estamos celebrando la melodía del océano.”
“¡Qué hermoso! Nunca había escuchado algo así,” exclamó el pez, nadando en círculos a su alrededor. “¿Pueden enseñarnos a cantar también?”
“Claro, ¡todos pueden unirse!” dijo Lira, sintiendo que la alegría comenzaba a expandirse. “La música es para todos.”
Pronto, más criaturas marinas se unieron a ellas, creando un coro vibrante que resonaba en la gruta. Lira sintió que la energía aumentaba, y su voz se elevaba junto a la de los demás. “Esto es increíble,” pensó, sintiendo que su conexión con el océano se hacía más fuerte.
“¡Sigan cantando! ¡La música es nuestra fuerza!” gritó Nia, mientras los peces giraban en torno a ellas, creando una danza mágica.
Pero de repente, una sombra se deslizó por la superficie del agua, interrumpiendo la alegría. Lira sintió un escalofrío recorrer su espalda. “¿Qué fue eso?” preguntó, mirando a su alrededor.
“¿Qué ha pasado?” preguntó un pez, sus ojos llenos de temor. “Siento que algo oscuro se acerca.”
“¡No dejen que el miedo los detenga!” exclamó Lira, sintiendo que la valentía comenzaba a brotar en su interior. “¡Sigamos cantando! La música es nuestra protección.”
Nia asintió, sintiendo que la determinación se renovaba. “¡Canten con todas sus fuerzas! ¡No dejaremos que la oscuridad nos atrape!”
El grupo de criaturas marinas comenzó a cantar con más intensidad, y Lira sintió que la luz del océano las envolvía. La sombra oscura que había sentido antes se desvaneció, y la melodía resonó a través del agua, creando una barrera de luz.
“¡Esto es asombroso!” gritó Nia, sintiendo que el poder de su canto crecía. “¡Lo estamos logrando!”
Lira sonrió, sintiendo que la música era más poderosa de lo que había imaginado. “¡Juntas podemos enfrentar cualquier cosa!”
Finalmente, la sombra desapareció por completo, y la gruta se llenó de luz. Lira y Nia se miraron, sintiendo que la alegría comenzaba a regresar. “Lo hicimos,” murmuró Lira, sintiendo una mezcla de alivio y felicidad.
“¿Ves? ¡Tu voz es poderosa!” exclamó Nia, abrazando a su amiga. “Nunca subestimes lo que puedes hacer.”
“Gracias, Nia. No podría haberlo hecho sin ti,” dijo Lira, sintiendo que su amistad se fortalecía. “La música nos une.”
“Y siempre lo hará,” afirmó Nia, sonriendo. “Así que, ¿qué haremos ahora?”
“Quiero seguir explorando mi voz y descubrir más sobre lo que puedo hacer,” respondió Lira, sintiendo la emoción burbujear dentro de ella. “Hay tanto por aprender.”
“¡Entonces vamos! ¡El océano nos espera!” exclamó Nia, sintiendo la energía de la aventura.
Ambas nadaron hacia el exterior de la gruta, dejando atrás el eco de su canto. El sol se ponía en el horizonte, y el océano parecía brillar con una luz dorada. Lira sintió que su conexión con el océano se hacía más fuerte con cada movimiento.
“¿Crees que hay más lugares como la Gruta de los Susurros?” preguntó Nia, mientras nadaban.
“Seguro,” respondió Lira. “Hay tantos rincones ocultos en el océano. Quiero descubrirlos todos.”
“Y yo estaré contigo,” afirmó Nia, sintiendo que su amistad se profundizaba. “Siempre seremos un equipo.”
Mientras nadaban, de repente, Lira sintió un impulso en su pecho, como si algo la llamara. “¿Sientes eso?” preguntó, mirando a Nia. “Es como si el océano me estuviera guiando.”
“Sí, lo siento,” respondió Nia, sintiendo una energía vibrante. “¿Vamos a seguirlo?”
“Sí, ¡vamos!” dijo Lira, sintiendo que la curiosidad y la emoción la impulsaban hacia adelante.
Nadaron hacia una parte del océano que nunca habían explorado, y a medida que se acercaban a un área de corales brillantes, una melodía suave resonó en el agua. “¿Escuchas eso?” preguntó Lira, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
“¡Es hermoso! ¡Es como si el océano estuviera cantando!” exclamó Nia, mirando a su alrededor con asombro.
“Debemos acercarnos,” dijo Lira, sintiendo que la melodía la atraía. Nadaron más cerca y, de repente, se encontraron con un grupo de sirenas en un claro lleno de luz.
“¡Bienvenidas, ondas del océano!” dijo una sirena, su voz melodiosa resonando en el agua. “Nos alegra ver a jóvenes como ustedes que buscan la música del océano.”
“¡Estamos encantadas de estar aquí!” exclamó Nia, sintiendo que la emoción la envolvía. “Nunca hemos escuchado una melodía tan hermosa.”
“Nosotros también estábamos cantando,” explicó otra sirena llamada Coral, con una sonrisa brillante. “La música del océano siempre nos guía y nos une.”
Lira sintió que su corazón se llenaba de alegría. “¿Podemos unirnos a ustedes? Quiero aprender más sobre el canto y la conexión con el océano.”
“Por supuesto, ven y canta con nosotras,” dijo Coral, extendiendo su mano. “La música es más poderosa cuando se comparte.”
Lira y Nia se unieron al grupo de sirenas, y juntas comenzaron a cantar. La melodía se elevó, resonando en el agua, y Lira sintió que su voz se unía a la de las sirenas en perfecta armonía.
“¡Esto es increíble!” gritó Nia, disfrutando de la belleza de la música. “Nunca había sentido algo así.”
“Es el poder del océano, de la unidad y el amor,” explicó otra sirena, llamada Estrella. “Cuando cantamos juntas, creamos algo más grande que nosotras mismas.”
Lira sintió que la energía del océano fluía a través de ella, y su voz se elevó junto a las de las sirenas. “¡Cantaré con todas mis fuerzas!” exclamó, sintiendo que su corazón se llenaba de luz.
“¡Eso es! ¡Dejen que el océano escuche su poder!” animó Coral, mientras el canto resonaba en todo el lugar.
A medida que cantaban, Lira sintió que su conexión con el océano se hacía más fuerte. La música fluía a través de ella, y cada nota parecía estar llena de vida.
“¡Nunca había estado tan feliz!” exclamó Nia, riendo mientras giraba en el agua. “Esto es un sueño hecho realidad.”
“Y es solo el comienzo,” dijo Lira, sintiendo que su voz resonaba en cada rincón del océano. “Hay tanto por descubrir.”
Finalmente, después de un tiempo, el canto comenzó a desvanecerse, y las sirenas sonrieron. “Gracias por unirse a nosotras. Su energía es contagiosa,” dijo Estrella, sintiéndose agradecida.
“Gracias a ustedes por dejarnos ser parte de esto,” respondió Lira, sintiendo que su corazón se llenaba de gratitud. “Nunca olvidaré esta experiencia.”
“Recuerden, la música siempre estará con ustedes. Siempre que canten, el océano estará a su lado,” dijo Coral, su mirada llena de sabiduría.
Lira y Nia se despidieron de las sirenas, sintiendo que su conexión con el océano se había fortalecido. Mientras nadaban de regreso a su hogar, Lira sabía que había descubierto algo especial en su voz y en su conexión con el océano.
“Hoy fue increíble,” dijo Nia, sonriendo ampliamente. “No puedo creer lo que hemos vivido.”
“Y esto es solo el comienzo,” afirmó Lira, sintiendo que la emoción burbujeaba dentro de ella. “Quiero seguir explorando, seguir cantando. Hay tanto por aprender.”
“Y yo estaré contigo en cada paso,” dijo Nia, sintiendo que su amistad se profundizaba aún más. “Siempre seremos un equipo.”
Mientras nadaban hacia su hogar en la tribu de las Ondinas, Lira sintió que la música del océano resonaba en su corazón. Había descubierto el poder de su voz, y sabía que, juntas, podían enfrentar cualquier cosa que se interpusiera en su camino. La melodía del océano era su guía, y estaba lista para seguirla donde quiera que la llevara.