En un futuro cercano, un grupo de humanos descubre que la realidad que conocen es una simulación creada por una civilización alienígena avanzada. A medida que luchan por romper con esta ilusión, se enfrentarán a horrores inimaginables, revelaciones sorprendentes y dilemas morales que pondrán a prueba su humanidad. El amor florecerá en medio del caos, mientras todos ellos luchan por su libertad.
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Capítulo 18: Desenlace Inesperado
El aire estaba cargado de tensión mientras Clara, Marco, David y Lena se unían a un grupo de sobrevivientes en el refugio. La determinación brillaba en sus ojos, pero la sombra de la pérdida de Ethan pesaba sobre ellos. Sabían que el tiempo se agotaba y que la batalla que se avecinaba sería decisiva.
—Debemos actuar rápido —dijo Clara, su voz resonando con una mezcla de miedo y valentía—. Si Ethan ha hecho esto por nosotros, no podemos dejar que su sacrificio sea en vano.
Marco asintió, revisando el equipo que habían encontrado. Había armas improvisadas, herramientas y algunos suministros. —Necesitamos un plan. No solo para nosotros, sino para liberar a todos los que aún están atrapados en la simulación.
Lena, con una mirada decidida, se acercó al mapa desgastado que colgaba de la pared. —Aquí —dijo, señalando un punto—. Este es el núcleo de control de los alienígenas. Si logramos llegar allí, podríamos desactivar su sistema de control y liberar a los demás.
David frunció el ceño. —Pero eso significa enfrentarnos a ellos. No sabemos cuántos drones o soldados alienígenas estarán allí.
—No importa —interrumpió Clara—. Si no lo hacemos, nunca tendremos otra oportunidad. Ethan nos dio una oportunidad, y debemos aprovecharla.
El grupo asintió, sintiendo la urgencia de la situación. Con un último vistazo al refugio, se prepararon para salir. La adrenalina comenzaba a fluir nuevamente en sus venas, y cada paso que daban era un recordatorio de lo que estaba en juego.
Mientras tanto, Ethan se encontraba en un estado de semiinconsciencia, luchando contra la oscuridad que amenazaba con consumirlo. En su mente, las imágenes de sus amigos se repetían como un mantra. Se aferró a la esperanza de que ellos estarían bien, que su sacrificio les había dado la oportunidad de luchar. Sin embargo, el sonido de los drones se acercaba, y sabía que debía levantarse.
Con un esfuerzo titánico, Ethan abrió los ojos y se incorporó. La luz del sol le dolía, pero no podía permitirse rendirse. Miró a su alrededor y vio que los drones se acercaban, zumbando con una furia implacable. Con un último aliento, se lanzó hacia un árbol caído, buscando cobertura.
Mientras tanto, Clara y el grupo se movían rápidamente a través del bosque, siguiendo el mapa que Lena había trazado. El canto de los pájaros se había desvanecido, reemplazado por el zumbido ominoso de los drones que patrullaban el área.
—¡Rápido! —gritó Marco, instando a todos a moverse más rápido—. No podemos permitir que nos encuentren.
El grupo se adentró en el corazón del bosque, donde la vegetación se volvía más densa. A medida que avanzaban, la tensión aumentaba. Sabían que cada segundo contaba. Finalmente, llegaron a un claro donde se alzaba una estructura alienígena imponente, cubierta de metal oscuro y luces parpadeantes.
—Este es el lugar —dijo Lena, su voz apenas un susurro—. Debemos ser cautelosos.
Clara asintió, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. —Si logramos entrar, debemos desactivar el núcleo de control. Eso liberará a todos los que están atrapados.
David miró a su alrededor, asegurándose de que no hubiera drones a la vista. —Vamos a hacerlo. Por Ethan.
Con determinación, el grupo se acercó a la entrada de la estructura. La puerta estaba sellada, pero Marco encontró un panel de control. Con manos temblorosas, comenzó a trabajar en él, intentando recordar lo que había aprendido sobre tecnología alienígena.
—¡Vamos, vamos! —exclamó Clara, mirando nerviosamente hacia el cielo—. No tenemos mucho tiempo.
Finalmente, con un pitido agudo, la puerta se abrió. El grupo entró en la oscuridad, sintiendo el aire frío y denso que los rodeaba. Las luces parpadeantes iluminaban el camino hacia el núcleo de control, y el sonido de los drones resonaba en la distancia.
Mientras tanto, Ethan seguía luchando contra los drones que lo perseguían. Con cada paso que daba, sentía que sus fuerzas flaqueaban, pero no podía rendirse. Sabía que sus amigos estaban en peligro y que debía hacer todo lo posible para mantener a los drones ocupados.
Con un grito de desafío, se lanzó hacia un grupo de drones que se acercaban. Con movimientos rápidos, comenzó a desactivarlos uno por uno, utilizando el dispositivo que había encontrado en el núcleo. La energía chisporroteaba a su alrededor, y aunque el dolor lo invadía, no se detuvo.
Finalmente, logró desactivar a los últimos drones que lo perseguían, pero sabía que no podía descansar. La batalla estaba lejos de terminar, y el núcleo de control aún estaba en pie.
Mientras tanto, Clara y el grupo llegaron al núcleo de control. La sala estaba llena de pantallas y luces parpadeantes, y en el centro, un gran cristal pulsante emitía una energía oscura.
—Ahí está —dijo Lena, señalando el cristal—. Debemos desactivarlo.
David se acercó al panel de control y comenzó a trabajar en él. —No sé cuánto tiempo tendremos antes de que lleguen más drones.
Clara miró a su alrededor, sintiendo la presión del tiempo. —Debemos hacerlo rápido. Si fallamos, todo estará perdido.
Mientras David trabajaba, Marco y Lena se prepararon para defenderlo. De repente, un sonido ensordecedor resonó en la sala. Los drones habían llegado, y la batalla comenzó.
Clara y Marco se lanzaron hacia los drones, utilizando las armas improvisadas que habían encontrado. La sala se llenó de destellos de luz y explosiones, mientras luchaban por mantener a raya a los atacantes.
—¡David, apúrate! —gritó Clara, mientras un dron se acercaba peligrosamente.
Con un último esfuerzo, David logró desactivar el cristal. Una explosión de energía iluminó la sala, y los drones comenzaron a desactivarse uno por uno.
—¡Lo logramos! —gritó Marco, sintiendo una oleada de alivio.
Pero la victoria fue efímera. De repente, una figura emergió de las sombras: un alienígena alto y esbelto, con ojos brillantes y una presencia imponente.
—¿Qué habéis hecho? —dijo con una voz profunda y resonante—. No debisteis interferir.
Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda. —¿Quién eres?
—Soy el líder de esta operación —respondió el alienígena—. Y ahora pagaréis las consecuencias.
La batalla culminó en una confrontación final entre los sobrevivientes y el líder alienígena. Clara, Marco, David y Lena se agruparon, listos para enfrentar lo que parecía ser su mayor desafío hasta el momento.
—No dejaremos que destruyas lo que hemos logrado —dijo Clara, su voz firme a pesar del miedo que sentía.
El alienígena sonrió, una expresión que no prometía nada bueno. —¿Creéis que podéis detenerme? Habéis liberado a muchos, pero eso solo ha intensificado mi ira.
Con un movimiento rápido, el alienígena levantó su mano, y una onda de energía oscura se disparó hacia ellos. Clara reaccionó instintivamente, empujando a Lena y David a un lado mientras Marco se lanzaba hacia el alienígena, intentando desarmarlo. La energía impactó contra la pared, creando una explosión que sacudió la sala.
—¡No podemos rendirnos! —gritó Marco, levantándose del suelo y lanzándose de nuevo hacia el enemigo.
Lena, viendo la oportunidad, se acercó al panel de control que David había utilizado antes. —Si puedo reconfigurar el sistema, tal vez podamos usar su propia tecnología en su contra —dijo, concentrándose en las pantallas parpadeantes.
David, aún recuperándose del impacto, se unió a ella. —¡Hazlo rápido! No sé cuánto tiempo más podremos resistir.
Mientras tanto, Clara y Marco mantenían al alienígena ocupado, esquivando sus ataques y buscando cualquier debilidad. El alienígena parecía imparable, pero la determinación de Clara crecía con cada segundo.
—¡Por Ethan! —gritó, recordando la razón por la que estaban luchando. Con un grito de guerra, se lanzó hacia el alienígena, distrayéndolo lo suficiente para que Marco pudiera golpearlo en un costado.
Lena, con los dedos volando sobre el teclado, logró acceder a los sistemas de defensa del alienígena. —¡He encontrado algo! —exclamó—. Si puedo activar esta secuencia, podríamos desatar una sobrecarga en su energía.
—¡Hazlo! —respondió David, mientras se unía a Clara y Marco en la lucha.
Con un último esfuerzo, Lena presionó el botón final. Una luz brillante llenó la sala, y el alienígena, sorprendido, se volvió hacia ella. —¿Qué has hecho? —gritó, mientras la energía comenzaba a desbordarse.
—Lo que debíamos hacer —respondió Clara, sintiendo que la victoria estaba al alcance.
La sala tembló mientras la energía del núcleo de control se desataba, y el alienígena, atrapado en su propia trampa, comenzó a desvanecerse. Con un grito de furia, se desintegró en una nube de partículas brillantes.
El grupo se quedó en silencio, respirando pesadamente mientras la luz se desvanecía. Habían ganado, pero a un alto precio.
—¿Ethan? —preguntó Clara, mirando a su alrededor, esperando que su amigo apareciera.
—Debemos encontrarlo —dijo Marco, su voz llena de determinación.
Con el núcleo de control desactivado, los sobrevivientes comenzaron a salir de la estructura, sintiendo la esperanza renacer en sus corazones. Sabían que la lucha no había terminado, pero estaban listos para enfrentar lo que viniera, juntos.
Mientras tanto, en el bosque, Ethan se recuperaba lentamente, sintiendo que la conexión con sus amigos se fortalecía. Con un nuevo sentido de propósito, se levantó y comenzó a caminar hacia el refugio, decidido a reunirse con ellos y continuar la lucha.
La batalla por la libertad apenas comenzaba, pero juntos, estaban listos para enfrentarse a cualquier desafío que se interpusiera en su camino.