"Fantaseo Con Esas Curvas" es una novela que narra la historia de un hombre que, a pesar de los estereotipos y las normas sociales, se enamora perdidamente de una mujer con sobrepeso. Alejandro, un joven exitoso y atractivo, ha pasado toda su vida rodeado de mujeres delgadas y "perfectas" según los cánones de belleza establecidos. Sin embargo, un día conoce a Sofía, una mujer con curvas generosas que cautiva su corazón desde el primer momento. A medida que su relación avanza, Alejandro debe enfrentarse a sus propios prejuicios y a la presión de su entorno, que no entiende cómo puede estar enamorado de alguien que no encaja con los ideales de belleza tradicionales. Sofía, por su parte, lucha por aceptarse a sí misma y superar sus inseguridades, mientras descubre que el amor verdadero puede encontrarse en los lugares más inesperados.
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Capitulo 14
Sofía
-¿Qué te parece si damos un refrescante chapuzón? -propone Alejandro, lanzándome una mirada traviesa.
Antes de que pueda responder, se lanza al agua, salpicándome con pequeñas gotas que brillan como diamantes bajo el sol.
Suelto una carcajada y, sin pensarlo dos veces, comienzo a desvestirme también. Hace tanto calor que la idea de refrescarme en ese maravilloso lago resulta tentadora.
Una vez que he terminado de quitarme la ropa, me adentro lentamente en el agua, sintiendo cómo el frío líquido acaricia mi piel. Alejandro se acerca a mí, envolviéndome entre sus brazos, y ambos nos dejamos llevar por la sensación de bienestar y plenitud que nos embarga.
Pasamos horas nadando y jugando en el lago, riendo y disfrutando de la mutua compañía como un par de niños. Es una experiencia mágica e inolvidable, y me siento profundamente agradecida de poder compartirla con Alejandro.
Finalmente, cuando el sol comienza a declinar, decidimos regresar a la cabaña. Nos secamos y nos vestimos, y Alejandro me toma de la mano, guiándome de vuelta a nuestro refugio.
Una vez allí, preparamos una cena sencilla pero deliciosa, y nos acomodamos en el sofá frente a la chimenea. Alejandro me envuelve entre sus brazos, y yo me acurruco contra su pecho, sintiéndome más segura y protegida que nunca.
Durante un buen rato, permanecemos en silencio, simplemente disfrutando de la mutua compañía y del calor de nuestros cuerpos entrelazados. Es un momento íntimo y cálido, lleno de una conexión que parece trascender lo físico.
Finalmente, reúno todo mi valor y me aventuro a hacer la pregunta que ha estado rondando mi mente desde hace días.
-Alejandro, ¿puedo hacerte una pregunta? -murmuro, con una timidez que me resulta extraña.
-Por supuesto, mi amor -responde, acariciando suavemente mi rostro-. Puedes preguntarme lo que quieras.
Tomo una profunda respiración, intentando calmar los latidos de mi corazón.
-¿Crees que... crees que esto podría funcionar? -pregunto, con voz temblorosa-. Quiero decir, ¿crees que nosotros podríamos llegar a ser algo más?
Veo cómo Alejandro me observa con una intensidad que me deja sin aliento, y siento cómo una oleada de esperanza y temor se apoderan de mí.
-Sofía, mi amor -murmura, con una pasión que parece consumirlo por dentro-. No hay nada que desee más en este mundo que poder construir una vida a tu lado.
Siento cómo mis ojos se llenan de lágrimas de felicidad, y una sonrisa radiante se dibuja en mi rostro.
-Alejandro, yo... -vacilo, sintiendo cómo la emoción embarga cada una de mis palabras-. Yo también quiero eso. Quiero poder estar contigo, apoyarnos mutuamente y enfrentar juntos todo lo que la vida nos depare.
Sin poder contenerme más, Alejandro me besa con una ternura y una pasión que parecen consumirme por dentro. Correspondo a su beso con la misma intensidad, sintiendo cómo mi mundo se reduce a él y a la magia que nos envuelve.
Cuando finalmente nos separamos, nuestras miradas se encuentran, reflejando una complicidad y una sintonía que me dejan sin aliento.
-Te amo, Sofía -susurra, acariciando suavemente mi rostro-. Y no sabes cuánto me alegra saber que tú también quieres intentarlo.
Sonrío, sintiéndome más plena y realizada que nunca. Me acurruco aún más cerca de él, dejándome envolver por el calor de su cuerpo.
-Yo también te amo, Alejandro -respondo, en un susurro casi inaudible-. Y estoy lista para dar este paso contigo.
Permanecemos así durante un buen rato, simplemente disfrutando de la mutua compañía y de la calidez que nos rodea. Es un momento mágico y único, y siento cómo mi corazón se hincha de una felicidad que parecía inalcanzable.
Finalmente, el cansancio comienza a hacer mella en nosotros, y decidimos retirarnos a la habitación. Una vez bajo las sábanas, me acerco a Alejandro y, con una timidez que me resulta adorable, envuelvo mis brazos a su alrededor.
-Gracias por todo, Alejandro -murmuro, depositando un suave beso en su pecho-. Gracias por estar a mi lado y por no rendirte conmigo.
Él corresponde a mi abrazo, y puedo sentir cómo su corazón late con fuerza en su pecho.
-Gracias a ti, mi amor -responde, acariciando suavemente mi espalda-. Tú eres quien ha iluminado mi vida y quien me ha enseñado a ver el mundo de una manera diferente.
Lo beso con una ternura y una delicadeza que me dejan sin aliento, sintiendo cómo todo a mi alrededor parece haber adquirido una nueva dimensión.
Con Alejandro a mi lado, sé que puedo enfrentar cualquier cosa que la vida me depare. Él se ha convertido en mi pilar, en mi fuerza y en mi razón de ser, y no puedo imaginar mi vida sin él.
Poco a poco, el sueño comienza a apoderarse de nosotros, y nos dejamos envolver por la calidez de nuestros cuerpos entrelazados. Antes de caer rendida, siento los suaves labios de Alejandro depositando un beso en mi frente, y una sonrisa se dibuja en mi rostro.
Al despertar a la mañana siguiente, me toma unos instantes recordar dónde me encuentro. Pero cuando veo a Alejandro observándome con esa mirada llena de adoración, una sonrisa se dibuja en mi rostro.
-Buenos días, mi amor -susurra, acercando su rostro al mío para depositar un suave beso en mis labios.
-Buenos días -respondo, sintiendo cómo la emoción se apodera de mi voz.
Sin poder contenerme más, Alejandro me besa con una ternura y una pasión que me dejan sin aliento. Correspondo a su beso con la misma entrega, sintiendo cómo mi cuerpo se funde con el suyo en una danza de intimidad y conexión.
Cuando finalmente nos separamos, nuestras miradas se encuentran, y puedo ver reflejada en sus ojos una mezcla de felicidad y seguridad que me deja sin aliento.
-¿Cómo has dormido? -pregunta, acariciando suavemente mi brazo.
-Mejor que nunca -respondo, acurrucándome aún más cerca de él-. Contigo a mi lado, me siento más segura y protegida que nunca.
Alejandro sonríe, y puedo ver cómo una oleada de ternura lo invade por completo.
Mientras ellos sean felices, los demás les resbale.