Gabriel Patel y Xavier Hudson son como hermanos desde siempre y cuando ambos hicieron una familia quisieron que sus hijos siguieran la misma línea.
Pero quizás esa no era una muy buena idea.
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Catorce
When you look at me
And the whole world fades
I'll always remember us this way
(Cuando me mires
Y el mundo entero se desvanezca
Nos recordaré así para siempre)
Xavier acariciaba las letras incrustadas en la lápida de mármol negro que cubría la tumba de su querida Leicy y le hablaba.
Ya habían pasado dos meses del accidente que se llevó a la única mujer que amó y él había dejado su odio por la vida atrás, se había visto obligado a hacerlo por sus hijos, ahora solo le quedaba la tristeza de no tener a su muñequita de porcelana a su lado, a su amiga, su confidente, su conciencia y por siempre a su amor.
Pero había alguien que no tenía un motivo tan fuerte como el suyo para seguir adelante y estaba a su forma intentando cobrarle a la vida las lágrimas que le había hecho derramar.
Julianna, su pequeña hija había dejado de ser la niña dulce de rizos rojos para convertirse en la perra vengadora de su sufrimiento.
En ese corto tiempo había cambiado de amistades, desde pequeñas ella y Sabrina, la tercera hija de Gabriel y Mariana, habían sido inseparables, pero esa amistad quedó atrás, ahora sus amigas eran otras, unas chicas que ni siquiera eran de su edad y que además eran más que conocidas en el colegio por la forma despreciable que trataban a todo el que, según sus criterios, no fuera merecedor de estar en su entorno.
Con esto había pasado de ser prácticamente invisible a ser muy conocida, sobre todo por la dirección del colegio, lugar al que su padre había tenido que ir tres veces ya en los últimos veinte días.
- Me haces mucha falta, si hubiera muerto yo tú habrías sabido que hacer con esa niña, ya prácticamente no me habla y lo peor es que no tengo valor para encararla y no encuentro la forma de que comprenda que ni tú ni los que nos quedamos somos culpables de algo de lo que sucedió.
Xavier tenía una conversación con la nada como si ella estuviera delante y hasta esperaba una respuesta que no llegaba.
- Vendré a verte otra vez en unos días, espérame.- le dijo y caminó hasta su auto para regresar a la casa.
...............
- ¿Qué quieres ahora Sabrina?- le preguntó con desgano a la niña que fue su amiga incondicional desde que tiene memoria.
- ¿Puedo ir esta tarde a tu casa?- la interrogó con un poco de temor, aunque Julianna no lo pudiera creer ella también sufría al ver en lo que se estaba convirtiendo.
- No, voy a salir con mis amigas más tarde.
Sabrina hizo como que no oía y volvió a hablarle.
- Es que quería contarte algo importante.
- No me interesa Sabrina y si no tienes más nada que hacer haz el favor y déjame sola, quiero terminar aquí o volverán a castigarme.
La rubia le dio la espalda con tristeza y dejó a su amiga sola en el salón de clases.
Un poco más tarde Julianna terminó lo que hacía y tomó su mochila para salir de la clase vacía, caminó por los pasillos del colegio que parecía abandonado para ir a la tutoría a entregar su informe y cuando iba a doblar por uno de ellos escuchó unas voces.
- ¿Ya quedaste con la insulsa de Sabrina? Recuerda que de eso depende que tengas auto nuevo.
- Ya la cité para mañana a las cinco de la tarde en el club de golf, no te preocupes, voy a ganar esa apuesta y además con la grabación que le haga mientras me la follo en el baño la tendré en mis manos para lo que yo quiera por el tiempo que yo quiera.
Por las voces ella sabía perfectamente quienes eran aquellos dos, Kety Patel, hija de Nil un primo de su tío Gabriel y klaus, un hijito de papá que había llegado de la nada hacía unos meses a aquella escuela y del que Sabrina estaba embobada.
La ira la llenó mientras los escuchaba reír y en vez de seguir hasta ellos y darles su merecido regresó sobre sus pasos y se fue a su casa, si armaba otro escándalo en el colegio la echarían y entonces sí su padre la iba a odiar.
Ya terminaba la tarde y Julianna caminaba de un lado a otro en su habitación sin saber que hacer, si le contaba a Sabrina corría el riesgo de que no le creyera y fuera a ese encuentro, en ese tiempo la amistad de ellas había perdido credibilidad, o quizás no asistiera al club pero más adelante él la convenciera de que era una mentira y más tarde o más temprano abusara de ella.
- Jul- vio la cara de su hermano asomar en la puerta de su habitación como cada día, no importaba todo lo mal que ella lo tratara, él no la dejaba a la deriva.
- Entra- le dijo y vio la sorpresa en el rostro de su hermano pues desde la muerte de su madre siempre le respondía con gritos- Quiero preguntarte algo.
- Dime.- él terminó de entrar en la habitación.
- Si por casualidad escucharas una conversación de que van a usar a una chica para una apuesta¿Qué harías?
- ¿Es amiga tuya?
- No- le mintió, para Sabrina sería humillante saber que la pensaban usar de esa forma y sabía que su hermano no iba a callarse si se enteraba que era ella.
- Le parto la cara al imbécil.
- Esa no es una opción, papá no va a perdonarme otra.
El chico se quedó pensando.
- Pues hago todo lo posible por alejar a la chica de ese malnacido, algo se te va a ocurrir hermanita.- le dio un beso inesperado en la mejilla- Me alegra saber que nuestra Jul no se fue por completo de aquí, te amo, y papá también aunque creas que somos tus enemigos.
Ella no contestó a las palabras de su hermano, todavía su corazón estaba lleno de rencor por la vida y su mente ocupada buscando una solución que fuera la mejor para Sabrina.
me quedo sin palabras
excelente la novela
un ejemplo para las mujeres
saber que pueden reconstruirse siempre. solo es querer hacerlo y tener amor propio
cada quien en su lugar
felicitaciones a la autora