Alessandra creía que estaba sola en el mundo, pero nunca se dio cuenta de que siempre estuvo rodeada de personas que la amaban. Ahora, como Diana, debe averiguar como llegó a este mundo, y en el camino aprender a expresar y defender el amor que siente por los que la rodean.
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Una taza de café
Vaya, William apenas puede creer que todos tenían razón, el pastel de la chica es delicioso, nunca había probado algo similar, y la bebida que le dio para acompañarlo complementa a la perfección los sabores… esto es exquisito.
Antes de que pudiera comenzar a hablar, se escuchó que el Festival quedaba abierto oficialmente y se invitaba a todos los asistentes a disfrutar las diferentes actividades que había preparado la Academia; y pronto, William pudo ver cómo el Rey, la Reina, el Emperador, el Duque, el director y los profesores principales de la escuela se dirigían hacia donde se encontraban ellos.
Duque: ¡Mi hermosa princesa! ¿Qué es lo que preparaste para hoy?
Diana: Papacito, (corrió a darle un abrazo que fue enteramente correspondido, y haciendo a un lado a William comenzó su explicación) ¿Recuerdas los materiales que te pedí en tu última expedición? Bueno, se trata del cacao y con él se produce esta sustancia llamada chocolate, que es el ingrediente principal de estos pastelillos. Y para acompañarlo, nada mejor que una bebida de café.
Entregó una muestra a cada uno y todos quedaron fascinados con los sabores y olores que desprendían. Mientras todos seguían probando y haciendo preguntas a Diana sobre el Club, de pronto se escuchó una voz chillona llamando al Príncipe.
Susana: (Con una amplia sonrisa y gritando a todo pulmón) ¡Will, Will, Will! ¡Aquí estoy!
Emperador, Rey y Reina: ¿¿¿Will???
William empezó a sudar frío al ver las caras de enojo de sus padres, esa chica no sólo se había atrevido a hablarle como si fueran iguales, sino que lo llama por un apodo diminutivo, lo que en esta sociedad significa que ya han tenido relaciones sexuales.
Más que divertido por toda la situación, el Emperador aprovechó para acercarse a Diana con el pretexto de preguntarle sobre el café que le había dado, para hacerlo cambió de lugar con la chica y en eso fue empujado por la espalda arrojando la bebida sobre la pequeña duquesa y cayó sobre ella.
Afortunadamente, alcanzó a reaccionar a tiempo y evitó que ella se golpeara en la cabeza, pero para ello tuvo que jalarla y abrazarla fuertemente, fue un momento en el que ambos pudieron notar que todo se movía como en cámara lenta y sus corazones latían rápidamente, era como si al tocarse todo desapareciera y no existían más que ellos dos.
Duque: ¡Diana!, mi niña, ¿estas bien?
Diana: Sí, sólo me quemé un poco por la bebida caliente (dice mientras toca su cara que arde un poco por la quemadura y mira su vestido que ha quedado manchado). Majestad, ¿está usted bien?
Killian Draccor: (Muy enojado) ¡¡¿Quién se atrevió a ofender al Emperador del Imperio y su amiga?!!
Susana: (Muy nerviosa y llorando) Mil, mil, mil disculpas su Alteza, estaba tan emocionada por ver a Will que no medí bien la distancia y lo empujé sin querer… (dice mientras derrama lágrimas y oculta su cara sin pudor en el pecho de William buscando consuelo).
Duque: (Furioso) ¡¡Ser la amante del Príncipe heredero, no le da derecho de correr como animal por los corredores!! (Abrazando a su hija)
Killian Draccor: ¡¡Rey Ambrosio, Reina Isabel espero que entiendan que esta es una ofensa contra el Imperio y una agresión directa a mi persona!!
Los monarcas no sabían dónde meter la cabeza, pues todo ha sido culpa de su hijo y, ahora saben, su amante. Todos los presentes miran horrorizados la escena.
Diana: (Con la voz más tranquila que pudo se dirigió al Emperador) Majestad, entiendo que toda esta situación ha resultado ser demasiado incómoda para usted y permítame disculparme a nombre de los estudiantes de la Real Academia por el mal rato que le hemos hecho pasar (hizo una reverencia perfecta ante su majestad).
Killian Draccor: (Preocupado) Usted no es quien debería ofrecer disculpas señorita, ha sido la víctima más inocente en toda esta situación.
Diana: (Conservando la serenidad) Y, ya que he sido la principal afectada… Majestad, tal vez, ¿podría hacer una excepción en esta ocasión y ser un poco más indulgente por los errores de estos alumnos? Estamos en una celebración por el aniversario de nuestro colegio y sería muy triste que antes empezar ya hubiera acabado (sonrió tímidamente al Emperador).
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