Mariana Fernández, una mujer de 40 años, siempre creyó en el amor eterno junto a su esposo Julián Navarro, con quién compartió su vida por 20 años. Sin embargo su mundo se desmorona cuando descubre a Julián siendo le infiel con su secretaria. Tras descubrir que ha estado viviendo en una mentira, decide tomar las riendas de su vida y se divorcia, ahora se enfocará en sacar adelante su empresa de lencería, una pasión que ha cultivado desde hace años.
Mientras Lucha por reconstruirse emocionalmente, conoce a Camilo Santa Cruz, un joven empresario de 27 años que está emergiendo en el mundo de los negocios.
A pesar de la marcada diferencia de edad, en el transcurso de consolidar el proyectó de colaboración de ambas empresas, Camilo va quedando cautivado por la fuerza y determinación de Mariana, se enamora profundamente de ella, y ella, a su vez encuentra en él un renacer de sentimientos.
Sin embargo, el camino hacia la felicidad está plagado de desafíos.
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Capitulo 14 Ya no hay vuelta atrás
El silencio del juzgado parecía llenar cada rincón, una atmósfera cargada de pesar y resignación. Mariana y Julián se encontraban sentados uno frente al otro, separados por una mesa de madera desgastada, sus miradas evitandose mutuamente como si temieran el peso de un encuentro visual.
Julián se pasó la mano por el cabello, sintiendo el nudo de su garganta que le impedía respirar con normalidad. Él, aún amaba a Mariana, eso era innegable, Pero el dolor de su traición había cortado las raíces de su amor, dejando solo escombros en su corazón.
Mariana por su parte, se veía segura del paso que estaba dando, esa seguridad la hacía ver más hermosa ante los ojos de Julián y a su vez lo hacían sentir más miserable por no haberla valorado.
El juez dijo sus nombres, rompiendo el silencio con una voz grave y solemne. Mariana y Julián se levantaron de sus sillas, caminaron hasta el estrado, dónde finalmente se enfrentarían al desenlace de su historia juntos.
El procedimiento fue rápido, los formalismo legales se deslizaron entre ellos como sombras fugaces.
Finalmente, llegó el momento de firmar los documentos. Julián tomo la pluma con la mano temblorosa, podía sentir su corazón pesado como una losa. Miro a Mariana por última vez, buscando en sus ojos algún rastro de lo que una vez había compartido, Pero encontró solo vacío.
Bajo la mirada al documento, y recordó cuando se conocieron, como se enamoran, cuando le propuso matrimonio, el día de su boda y el juramento que no cumplió.
Con un suspiro profundo, Julián dejó caer la pluma sobre el papel, su forma marco el fin de una historia que nunca habría querido terminar. Se apartó lentamente, dejando a Mariana libre para seguir su camino, aunque el suyo se había detenido en ese juzgado, atrapado entre el amor y el dolor de lo que pudo haber sido, Pero nunca será por su estupidez.
Mariana salió del juzgado con paso firme, sentía que cada paso que daba era como liberarse de cadenas invisibles, una sensación de alivio mezclada con tristeza de un capítulo que había llegado a su fin.
El sol brilla a en lo alto, Pero su luz parecía distante. Mariana se detuvo frente a las puertas del juzgado y cerró los ojos, inhalando profundamente el aire fresco como si quisiera llenar sus pulmones con la promesa de un nuevo comienzo.
Una lágrima solitaria resbaló por su mejilla, era una despedida silenciosa a todo lo que podría haber sido. Pero también era una lágrima de liberación, un reconocimiento de que ahora en más, era dueña de su destino, libre para escribir su nueva historia.
Con un último vistazo al edificio que representaba el final de una era, Mariana se alejó, con la cabeza en alto y el corazón lleno de determinación silenciosa.
En eso, solo su celular y era Natacha. Quería saber cómo le había ido. Quería que se viera. Para almorzar y luego ir a comprar los vestidos para la Gala, que únicamente faltaban 3 días.
Natacha, también quería contarle algo a Mariana.
- Está bien, voy para allá. - respondió Mariana y colgó la llamada.
Mariana llegó al restaurante y se encontró con Natacha. Esta fue una oportunidad para Mariana de compartir sus emociones con su amiga Natacha. Sentadas en una mesa apartada, Mariana le contó de como había sucedido todo en el Juzgado y como se sentía en ese momento. Natacha la escuchaba atentamente, ofreciendo palabras de apoyo y consuelo cuando eran necesarias.
- Bueno, ya basta de hablar sobre cosas tristes, cuéntame eso que me quería decirme con tanta emoción. - le dijo Mariana a Natacha mientras tomaba un sorbo de su copa de vino.
- Bueno, quiero que sepas que estoy saliendo con alguien - dijo Natacha con una expresión llena de felicidad.
- Queee, tienes que contarme todo.
- Buenos, Pero no vayas a poner el grito en el cielo.
- Nat, por favor, ya cuéntame, me tienes en ascuas.
- Estoy saliendo con Gustavo, el gerente de ventas del grupo Santa Cruz.
- ¿De verdad?, ¿Pero, cómo paso eso? Bien guardado te lo tenías. - le dijo con una sonrisa picarona Mariana a Natacha.
Las dos soltaron una carcajada, y luego Natacha compartió toda la historia de como comenzó su romance con Gustavo. Los ojos de Natacha brillaban de emoción, era evidente lo feliz que estaba su amiga por esta nueva ilusión en su vida, Mariana se sintió reconfortada al verla así.
Terminaron su almuerzo, y se dirigieron a la boutique a buscar los vestidos para la gala.
Llegaron a la boutique, y disfrutaban de su tiempo juntas mientras buscaban algo para la gala. Sin embargo, su momento de paz se vio interrumpido por la entrada de Estefanía.
- No puedo creer que en esta boutique tan elegante y fina dejen entrar a gente de tan baja categoría. - dijo Estefanía con los ojos llenos de ira.
Mariana, manteniendo la calma, se enderezó y enfrentó a Estefanía con seriedad.
- Señorita, le pido que se calme y nos respete.
Estefanía, con un gesto de desprecio, dio un paso más cerca de Mariana.
- Respeto, a ti, por favor, a ti, que por tu culpa mi novio me dejó, a mí, que soy una mujer escultural y no una vieja como tú. A mí que soy bellísima.
- Si, por fuera no se puede negar, Pero por dentro en un ser horrendo - le replicó Natacha.
- Y tú, por quée te metes? - le dijo Estefanía a Natacha, con un gesto de desprecio.
- Nat, tranquila, yo resuelvo esto. - dijo Mariana, manteniendo la compostura, y con voz firme y controlada, como toda la dama que era le respondió. - Señorita, yo no voy a discutir con usted, porque no me llevará a ninguna parte, yo no tengo la culpa de que su novio la dejara, como usted dice, si su relación acabó ya es responsabilidad de ustedes. Le pido por favor, respete este espacio y a las personas que están aquí.
- Te lo advierto, Camilo es mío, y nunca permitiré que una vieja arpía se quede con lo que es mío. - gritaba Estefanía.
Mariana, sin dejarse llevar por el tono elevado de Estefanía, respondió con dignidad.
- Sus advertencias me tienen sin cuidado. Yo soy una mujer adulta, que sabe que cuando una relación termina, termina y ya, no me ando arrastrando por ningún hombre ni dando espectáculos tan bochornosos como este.
Todos miraban a Estefanía y susurraban, ella apretó sus puños con frustración, finalmente dio media vuelta y se marchó. Dejando a Mariana y a Natacha en la Boutique, dónde pudieron retomar su día con un suspiro de alivio.
Camilo, sin que Mariana supiera le había puesto un guarda espaldas para que la proteja. El guardaespaldas observo en silencio desde la distancia, mirando atentamente y capturando cada palabra y gesto en la confrontación entre Mariana y Estefanía. Una vez que Estefanía se marchó, el guardaespaldas saco su teléfono y marco al número de Camilo.
📱Señor, necesito informarle sobre lo que acaba de ocurrir en la boutique. La señora Mariana tuvo una fuerte discusión con la señorita Estefanía, quien la confronto de manera muy agresiva.
Mientras tanto, Camilo escuchaba desde su oficina, con creciente furia la descripción de la escena que se había desarrollado en la boutique. Su mandíbula se tensó con rabia contenida mientras procesaba la información.
📱 Y ¿Mariana está bien? ¿Cómo se encuentra?
📱 Está bien señor, mantuvo la calma en todo momento y no permitió que la situación escalara.
Camilo se sintió aliviado de que Mariana estuviera bien, no podía ignorar el enojo que sentía hacia Estefanía por haberla confrontado de esa manera.
Sin perder tiempo, decidió enfrentar la situación con Estefanía ahora mismo.
Camilo, tomo su saco y salió de la oficina, le dijo a su secretaria que reagendara todas sus citas de ese día. Que tenía un asunto importante que resolver, y salió del corporativo en dirección a casa de Estefanía.
En el camino, Camilo estaba muy tenso, iba con determinación de poner las cosas claras nuevamente. Llegó y tocó la puerta.
Estefanía abrió y puso cara de asombro, no esperaba ver a Camilo en el umbral de su puerta.
- Estefanía, necesitamos hablar. - le dijo con tono frío Camilo.
Ella, al ver la expresión sería de Camilo, sabía que algo estaba mal. Sin embargo, no estaba preparada para la oleada de ira que se avecinaba.
- ¿Qué demonios pasa contigo, para que te atrevas a confrontar a Mariana de esa manera? Este comportamiento es inaceptable y no permitiré que eso continúe.
- Camilo, tú no entiendes...
Camilo no estaba dispuesto a escuchar excusas. Con una mirada firme y decidida, dejo en claro que no toleraría más comportamientos irrespetuosos hacia Mariana.
- No quiero oír más excusas, Estefanía. No quiero que te vuelvas a acercar a Mariana. O a mí, lo que había entre tú y yo se acabó, entiéndelo.
- No, me niego a entenderlo, tú no me puedes cambiar por esa, no lo entiendo.
- Ya basta, no quiero que te vuelvas a cruzar en mi camino, te lo advierto Estefanía, no te gustará tenerme de enemigo.
La confrontación dejo a Estefanía sin palabras, mientras Camilo se alejaba, dejando en claro que no había lugar para ella en su vida. Solo había lugar para una mujer, y era Mariana.