"Fueron muchos años de maltratos y humillaciones, pero ya no más, hoy, voy a ser todo lo que yo quiera ser".
Viviana es una chica abandonada por su madre, y en quien su padre descarga todas sus frustraciones. Pero un ángel dará luz a su vida y le ayudará a cruzar las más densas tinieblas.
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Huida
— Ahora no los puedo llevar conmigo, la verdad es que estoy enferma y necesito internarme en un hospital para ver qué pueden hacer por mí, pero te prometo hijo mío, que en cuanto mejore, volveré por ti y tu hermana, solo quiero pedirte un favor, y quiero que me prometas que lo vas a hacer.
— ¿Qué cosa? — Le respondí con los ojos llorosos y con un nudo en mi garganta.
— Tienes que cuidar a tu hermana, por favor Vicente, ella es la única niña allí, tú no puedes ser como tus hermanos y tu papá, debes protegerla y cuidarla bien. ¿Me lo prometes?
Yo asentí moviendo mi cabeza con toda seguridad, amaba a mi hermanita e iba a hacer todo por ella. Así es como recordaba a mi madre, despidiéndose de mí en secreto y encargándome que cuide de mi hermana, mamá estaba muy enferma, yo lo sé, dijo que iría a buscar un lugar donde la tratarán, pero no sé qué pasó con ella al final, no sé si murió, o si aún sigue mal, no sé nada, solo puedo seguir cumpliendo con mi deber, que es velar por mi hermana y esperar ser mayor de edad para llevarmela conmigo.
Mi papá es un hombre demasiado duro, y mis tres hermanos mayores son crueles, por años y desde antes que mamá se fuera, ellos me maltrataban, siempre han sido así, de manera que puedo decir que ya estoy acostumbrado, aunque eso no significa que esté dispuesto a vivir mucho tiempo más así. Si no me he ido de esta casa, es por mi hermanita, no puedo irme y dejarla sola, y tampoco puedo llevarla conmigo siendo los dos menores, debo tener mayoría de edad para así poder responder legalmente por ella.
— ¿Qué estás haciendo inútil? ¿No ves que hay demasiado trabajo que hacer? Lleva ese auto al garaje y dile a los idiotas que hay que hacerle lámina y pintura. — Ahí estaba mi padre gritándome otra vez.
— No puedo conducir, aún no obtengo mi licencia, así sea unos metros que lo haga, es una irresponsabilidad.
Sabía que me maltrataría por eso, pero no me importaba, no movería ese vehículo por nada del mundo. Pero increíblemente no dijo nada más, sino que él mismo llevo el auto al garaje, me extrañó que no me insultara más o me lanzará alguna llave como antes, pero no le di importancia.
Lo deprimente llego después, cuando Hugo, mi hermano mayor, llegó sin decir nada y me golpeó, aturdido caí al suelo y no podía entender porqué me estaba agrediendo.
— ¿Qué te hice? ¿Porqué me golpeas?
— Ya me contó mi papá cómo le contestaste ¿Como te atreves a faltarle al respeto de esa manera?
— ¿Y que fue lo que le dije de malo? Solo dije la verdad, no tengo licencia y no puedo mover un vehículo, ¿Donde esta mi delito?
— Si mi papá te dice que hagas algo tú solo lo haces sin reprochar, eres un malcriado.
Yo estaba muy furioso, tanto que no medi y lo empuje con mucha ira.
— ¿Y si a él no le gusto como le respondí, porque él mismo no me golpeó? Tú no tienes ningún derecho a pegarme, y si lo vuelves a hacer no me importará nada y soy capaz de matarte.
De verdad estaba muy furioso, harto de todo el abuso, así que no me importó. Le grité eso y salí del taller, ¿A donde? No lo sabía, pero no quería seguir allí, si lo hacía me golpearía más y no se cómo terminaría ese encuentro. Estuve en un parque esperando que se me quitara el enojo, luego decidí ir a la oficina de registro para ir adelantando lo de los documentos, solo faltaban seis meses para la mayoría de edad.
— Solo seis meses más Vicente, aguanta seis meses más y serás libre.
Me repetí a mi mismo aquellas palabras mientras regresaba al infierno que tenía por casa, al entrar lo primero que vi fue al grupo de desgraciados, mi hermana no estaba por ninguna parte y decidí pasar de largo a buscarla. Esperaba que todos cayeran sobre mi y me hicieran pedazos, pero no lo hicieron, así que ignorarlos fue lo mejor.
Me asomé a la habitación de mi hermana y la descubrí sentada en ese rincón como siempre, solo se hacía allí cuando estaba muy triste, entonces entre a hablar con ella, al acercarme ví las marcas en sus brazos y piernas, mi papá le había pegado con el cinturón, él se desahogo con mi hermana.
— Es un maldito, ya verá...
Me levanté furioso otra vez, solo quería bajar y destruir todo, pero ella me detuvo, me abrazo por la espalda y esa acción me destrozó el corazón.
— No quiero que seamos dos los golpeados, solo déjalo así y prométeme que nos iremos de aquí pronto, le ruego a Dios todos los días que pase el tiempo rápido y así tú seas mayor y me saques de aquí.
La escuché decirme eso entre sollozos y cerré los ojos con fuerza, no creía poder esperar esa mayoría de edad, yo tenía que irme pronto y llevarla conmigo muy lejos. Tal vez nos tocaría dormir bajo un puente, tal vez pasaríamos necesidades, pero estaríamos bien, nadie nos golpearía más ni nos sentiríamos de esta manera tan miserable.
Me gire y limpie sus lágrimas.
— No vamos a esperar más, nos iremos de aquí mañana mismo, tú y yo nos iremos lejos y a esos desgraciados no los volveremos a ver nunca más en la vida.
Había sorpresa en la cara de mi hermanita, y en la mía incertidumbre, porque yo no sabía cómo era la vida afuera, nunca había estado lejos de mi entorno, y me aterraba la idea de ir por ahí, pero era eso o que sucediera una tragedia. Esa noche estuve revisando algunas de mis cosas, y encontré el contacto de un amigo, bueno, un conocido. Era un chico que llevo su auto a reparar y fui yo quien se lo arregló, el me dio una buena propina y también su contacto, dijo que en la ciudad su padre tenía un concesionario de coches y que sería bueno tener un buen mecánico como yo.
Lo había olvidado, pero ahora esto aparecía como un tesoro. Resulta que tal vez tenía un trabajo asegurado, y así podía mantener a mi hermana. Pensé toda la noche en la manera en como podría irme, no tenía dinero suficiente, tenía que ser precavido, pues éramos dos y los gastos serían más, de manera que con todo remordimiento, tuve que ir al taller y tomar dinero de la caja.
Desperté a mi hermana como a las dos de la mañana, solo tomamos lo necesario y huimos.