Leonardo Salvatore, un empresario italiano/español de 35 años, ha dedicado su vida al trabajo y a salvaguardar el prestigio de su apellido. Con dos hijos a su cargo, su concepto del amor se limita a la protección paternal, sin haber experimentado el amor romántico. Todo cambia cuando conoce a Althea.
Althea Salazar, una colombiana de 20 años en busca de un nuevo comienzo en España para escapar de un pasado doloroso, encuentra trabajo como niñera de los hijos de Salvatore. A pesar de sus reticencias a involucrarse emocionalmente, Althea se siente atraída por Leonardo, quien parece ser su tipo ideal.
¿Podrá su amor superar todo? ¿O el enamoramiento se acabará y se rendirán?
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Parte 23 (+18)
Althea
Mi madre le había metido en la cabeza a Matteo que nos teníamos que casar su papá y yo porque nos queríamos, lo extraño era que mi mamá no estaba casada con mi papá y tenían tres hijos.
El cuento de mi abuela era mucho más complicado que solo la historia, venía siendo costumbres de pueblos en Colombia, con los que no estaba para nada de acuerdo. ¿Por qué obligar a una persona a casarse con alguien que no ama? Aunque mi abuela era un poco más normal, no se llevaban 10 años de diferencia siendo ella una niña, al contrario, mi abuelo era mayor que mi abuela y se casaron a los 20 años.
—Tu familia me da miedo —Menciona Leonardo mientras se ríe recordando la charla tan seria que le tuvimos que dar a Matteo que al final nos dijo que debíamos casarnos porque era lo mejor para ambos.
—Lo sé, no sé cómo le metieron eso al niño en la cabeza.
—Princesa, la verdad no me niego a casarme contigo —Me confiesa mientras sale del baño, con una toalla en la cintura. Dios estaba feliz cuando hizo a este guapo.
—Lo sé, tampoco me he negado a ser esposa joven y más porque podría ser mantenida —Le digo riendo, ahora estaba más calmada luego de la charla que tuve con mi familia antes de salir nuevamente al mundo.
Mi madre supo de inmediato qué había hecho con Leonardo y su pregunta fue: "¿Fue un buen polvo?" Las preguntas de mi madre eran jodidamente únicas, de solo recordar me reía, mi abuela solo me dio el consejo de cuidarme y quererme a pesar de todo, que no quería verme sufrir, que estaba recuperando el brillo que perdí.
Siempre fui una persona franca, pero con Leonardo sentía que era débil, tal vez por miedo a no verme lo suficientemente femenina, tenía un montón de traumas por unos malditos, Dios mío, debía saber que ese hombre tan maravilloso no era como los otros.
—Princesa —Siento sus manos en mi cintura y sus besos en mi cuello —¿Estás bien? No me respondiste lo que te dije —Me muevo hacia un lado para darle un poco más de espacio para esos ricos besos.
—¿Qué me dijiste? —Susurro cerrando los ojos.
—¿Qué si te quieres casar conmigo? —Me giro para verlo sorprendida, ¿qué mierda acaba de decir?
—¿Sabes lo que significa eso?
—¿Qué podré llamarte por cualquier apodo sin que me miren raro? ¿Qué podrás entrar a mi habitación sin que piensen que vienes por mi fortuna?
—Eso lo van a seguir pensando.
—Sí, pero no me importará, te quiero bajar el mundo si es posible, te lo juro —Suelto una carcajada, cuando estaba dispuesta a responderle su pregunta inicial, mi celular empieza a vibrar seguido. Confundida, me asomo a ver, mientras Leonardo me sigue.
De repente, había subido seguidores en todas mis redes sociales. ¿Cómo me habían descubierto? Mi apellido no estaba en ninguna red social, pero ahí estaba, tenía un montón de personas que confirmar, mensajes sin leer, pero ninguno me llamó la atención, fueron algunos que reconocía el nombre.
—Odio a los hombres —Chilló enojada, mientras tira el celular. Me siento en la cama furiosa.
—¿Qué pasó? —Se sienta a mi lado.
—¿Recuerdas todos esos ligues que tuve que te comenté que creían que iba a caer fácil? —Leo se ríe y asiente —Esos hijos de su mamá, me están preguntando si te puedo presentar a ellos, que son super fans de ti y que dejemos las cosas del pasado en el pasado —Una carcajada de parte del guapo.
—¿Siempre son así en tu cultura?
—Ni qué decirte, pero son bien hijuep*utas —Gruño enojada, ¿quiénes se creían que eran? ¿Qué de una les iba a dar la vía libre para presentarle a Salvatore?
—Dios, amo cuando dices groserías y se nota más tu acento —No piensa ni dos veces en tirarme a la cama, mientras se relame los labios —¿Estás bien de abajo? —¡Claro que sí! Estaba palpitando de necesidad —Esos ojos me confirman que sí.
No me da tiempo de responder, cuando ya me está quitando toda la pijama tan bonita que me había puesto, su rostro estaba en toda mi zona, solo mis gemid*os, este hombre sabía lo que hacía.
—Dios mío, Leo, contrólate —Jade*o cuando siento como met*e sus dedos en mi interi*or.
—Mañana, te lo quiero hacer en el escritorio, ¿bueno? —Chillo sopla mi clitor*is, mis piernas empiezan a temblar y pongo los ojos en blanco, un golpe nuevamente en ese punto me hace gritar —Responde.
—Sí, joder, sí —Contesto y sigue con su trabajo.
Cuando me hace llegar a ese esperado orgasm*o, relame sus labios y se pone entre mis piernas, para ubicar mis piern*as en sus hombros, entra con una fuerza que me hace gemir, no me dejaba recuperar.
—¿Entonces? ¿Te vas a casar conmigo? —Cada palabra era una embestid*a, mi mente se estaba empezando a poner en blanco por el plac*er —¡Contesta! —Me ordena, para darme una leve cachet*ada que me hace abrir los ojos sorprendida, pero solo me sale una sonrisa.
—Hazlo otra vez y la pienso —Leo me da una sonrisa, que me hace temblar.
—Tu solita te metiste en esto —No alcanzo a contestar, porque empieza a entrar con más fuerza y velocidad de la que había sentido antes. No estoy segura de cuando tiempo paso en esto, solo sé que cuando vuelvo a cobrar mis sentidos, estoy en cuatr*o y puedo sentirlo a fondo, mientras coge fuerza de mi cintura.
—Sí me quiero casar contigo —Le digo en medio de un gemid*o, escucho su risa ronca.
—Mi amor, no tenía dudas que me ibas a decir eso, ahora solo disfruta —Me organiza para darme un beso y cuando lo hace su miembr*o entra mucho más en mi interior —¿Quieres algo más? —Asiento mientras siento mis piernas temblar.
—La quiero en mi boca —Le digo haciéndole ojitos, sus ojos brillan mientras sale de mi interior y espera que me ubique frente a su miembr*o.
—Todo tuyo, mi princesa —Nunca dejaba de tratarme bonito incluso en estas circunstancias. No espero que diga más para llevar mi boc*a a ese gran pedaz*o de carn*e, le paso la lengu*a, mientras toco su gland*e con mis manos, poco a poco voy meti*endo eso a mi boca.
Así es como termin*a en mi boca y no dudo en tragarlo, el sabor me gustaba, muy diferente a los que había probado, total mañana se vendría la verdadera mierda, porque también pude ver el mensaje de mis hermanos diciendo "Ese maldito volvió y está preguntando por vos"