LA JOVEN ESPOSA DEL TÍO DEL REY

Con cada segundo que los oficiales del barco colocaban la plataforma para desembarque, la cara de Elwin se colocaba más y más pálida, intentando ignorar las palabras de Gladiolus; sin embargo, no podía evitar sentir cierta certeza tras ellas.

—Su majestad—Elwin agachó la cabeza.

No obstante, cuando iba a intentar hacer un reverencia, su sobrino, quien lo esperaba en tierra firme, lo abrazó con fuerza, lleno de alegría por su encuentro.

Elwin solo se limitó a suspirar un poco, mientras le devolvía el abrazo. Pese a que le había suplicado mucho tiempo a su sobrino que no lo tuteara, puesto que el era un “royal imperfecto" detestado en la nobleza y no queria perjudicarlo, Somnus seguía tratándolo como un igual.

—¿Estás bien?—le preguntó.

—Si—respondió con una sonrisa—quiero presentarle a Abril.

Apenas Somnus dirigió su mirada, se sorprendió al ver como la salvadora de su tío se ocultaba bajo la capa. Aunque entendía su estado físico, le costaba procesar que aquella delicada chica fuera quizá la persona más importante del imperio.

Si bien sabía que aquel no era el protocolo real, conociendo la situación mental de la hija del emperador, hizo una pequeña excepción en si comportamiento.

—Princesa Abril—habló con dulzura.

—¿Princesa?—cuestionó sorprendida—Yo no soy princesa.

—Claro que lo es—le aseguró Somnus—aunque el emperador no la reconozca, su madre lo es y por ende usted también.

—¡Oh!—respondió más animada—¡¿Entonces seré una princesa como Cenicienta?!

—¡Claro que sí!—le dijo—y como primer regalo, princesa, ¿Le gustaría algo como agradecimiento por salvar a mi tío?

Abril agachó aun más la cabeza, apretando el brazo, mientras recapacitaba en las palabras del rey.

—¡Quiero a Elwin!—respondió en un susurro.

—Perdón, no escuché bien—habló Somnus acercándose un poco—¿Puedes repetir?

—¡Quiero a Elwin!—gritó sorprendiendo hasta a la reina Erin—¡Quiero que mi príncipe me coma y me de 30 bebés!

Somnus se quedó anonadado, procesando aquellas palabras, mientras Elwin intentaba contener su vergüenza y desviaba su mirada roja como un tómate.

“¡¿Y ahora son 30?! ¡Gracias a los dioses que no me casaré!”

Intentó calmarse Elwin aunque algo en su interior contradecía aquellas palabras. Al sentir la intensa mirada de confusión de su sobrino, este solo suspiró cansado ante el sentimiento de derrota.

—Entiendo, pero antes, ¿Le gustaría hablar conmigo en mi despacho?—le preguntó curioso—por cierto... Gladiolus.

—Su Majestad—respondió el antes mencionado—he traído a la otra persona que le comenté, le presento a la princesa Genevieve, madre de Abril.

Genevieve, que si conocía el protocolo, dejó al descubierto su cabeza para dar una reverencia y luego alzo su mirada para saludarlo con respecto.

—¡Mi rey!—dijo Genevieve—¡Muchas gracias por su ayuda, su majestad!

Apenas observó los ojos esmeralda de Genevieve, Somnus se colocó palido. Puesto que, solo él, pudo observar unas extrañas marcas plateadas emerger de estos.

—Estoy complacido de tenerlas a ambas en mis dominios, princesa—respondió Somnus—he ordenado que se les asigne sus habitaciones, mientras tanto, poe favor, sígame princesa Abril.

Luego de ver como Elwin asentía, Abril se fue, siguiendo con respeto absoluto, al sobrino de su príncipe y una vez en su despacho, esta comenzó a comer galletas con té al frente del rey.

—¿Le gustan?—preguntó Somnus—son galletas de fresa con chocolate, a mi tío les encanta.

—¡Si!—respondió con la boca llena.

Al ver la actitud infantil de Abril, y como está comía aun teniendo pedazos de galleta en sus mejillas, no pudo evitar sonreír. Estaba muy curioso, no podía dejar de pensar en como alguien tan inocente nació de un monstruo como el emperador.

—Princesa, ¿En serio quiere a mi tío?—preguntó.

—¡Mucho!—respondió lamiendo la crema de sus manos.

—¿Por qué?—quiso indagar un poco más.

—¡Guapo!—respondió mientras observaba el rey beber un poco el té—¡Su tercera pierna también es grande! ¡Cuando limpiaba su sangre había veces que esta se colocaba más grande cuando la tocaba con mi mano!

El rey enseguida terminó por toser él té, casi quemándose en el proceso, al escuchar tales palabras. Lo que Abril tenía de inocente, lo tenía también de descarada.

—Aunque—continuó hablando tocando su corazón—mi corazóncito se siente cálido, ya no se siente triste.

—¿Llorabas mucho?—preguntó en un impulso—¡Disculpa mi pregunta! ¡No la respondas si no quieres!

—¡Si, yo lloraba mucho!—respondió sinceramente—pero cuando cuidé a mi príncipe mientras el dormía, las noches se hicieron más calidas y no quería llorar.

Sonrió mientras recordaba todo, aunque las circunstancias de cómo se conocieron eran muy drásticas, por primera vez sentía calidez en aquel frío sótano.

—¿Lo de los 30 bebés, es en serio?—preguntó el rey mientras comía otra galleta.

—¡Muy enserio, mi rey!—aceptó mientras asentía.

—Creo que le deberé dar píldoras energéticas a mi tío—dijo en un pequeño susurro que Abril no escuchó.

Camuflando un poco su curiosidad por aquella situación, tomando varios sorbos de te, observó por varios segundo a la pequeña chica que estaba frente a el.

—Abril, te seré sincero—habló tuteandola un poco—mi reino, mi pueblo, yo e incluso Elwin, te necesitamos, incluyendo tu anillo.

—¡Entiendo!—dijo—¡Defenderé lo que Elwin quiere!

—¿Segura?—preguntó el rey.

—¡Si! ¡Daré mi vida por usted también!—aceptó tocándose varias veces el corazón—Elwin lo quiere mucho y yo quiero lo que mi príncipe ama.

Ante aquella respuesta y la ternura tan alta de Abril, el rey de inmediato comenzó a reírse de la alegría. Por fin sentía que su tío pudiera tener una compañera digna de el.

—Entonces, hagamos esto—le dijo Somnus—ya que quieres que te de a Elwin, a cambio de trabajar para mí y recibir un sueldo como aliada del reino, te daré la mano de Elwin en matrimonio.

—¡En serio!—expresó saltando de la alegría.

—¡Sí, tienes mi palabra!—respondió con dulzura—una vez su esposa, puedes tener tantos hijos como quieras con Elwin, te juro que yo le daré asistencia médica a mi tío para que rinda.

Sin entender eso último, el rey le dio una pequeña palmada en su cabecita, mientras era escoltada por varias doncellas con cara de confusión. Aquello hizo que a Somnus le costara aguantar la risa, no podía discernir la realidad de aquella situación surrealista con Abril.