Vestido Azul

Es una semana hoy que Philip Michaels almuerza en ese bar, pero desde que el dueño le regañó, se sienta cerca a la puerta, pero no puede dejar de seguir con los ojos a Sophia, el dueño le hace hacer horas extras a Sophia para que el joven se canse de esperar y se vaya para que ella no sea molestada. El corazón de Philip se entristece cuando eso ocurre.

Hoy es diferente, el cocinero le deja tarea a ella y Diana.

- Laven las verduras y píquenlas para la sopa, voy al mercado por algunas especias.

- Sí, señor.

- Sophia, si demoro un poco, macera la carne para hornearla, de manera que no sea muy olorosa pero que la suavice, ya sabes cómo.

- Entendido.

- Las dejo.

Philip está en la residencia estudiantil, se prepara para ir a estudiar, empaca sus cuadernos, su libro y va a estudiar. En la clase de física, tiene por maestro a Thomas Lauren y les pone un ejercicio de calcular el tiempo y velocidad que necesita la persona A para alcanzar a la persona B, teniendo en cuenta ciertas condiciones. Philip tenía la respuesta y tenía que probar a todos como lo hizo.

- Bueno hice de cuentas que Sophia quiere competir conmigo en una carrera, ella es pequeña en comparación a mi tamaño, por lo tanto, para que Sophia me pueda alcanzar y mantenerse en la carrera debe aplicar una velocidad de …

Thomas se queda congelado por unos instantes, ese joven ha mencionado Sophia, él piensa en una cosa

- A poco el señor Michaels está pensando en mi hija ¿Se ha fijado en mi hija? ¿En verdad le gusta mi hija? ¿Tendrá buenas intenciones? ¿Qué cosas de Sophia lo han atraído?

Estás son las preguntas que pasan por la mente de Thomas, al finalizar Philip con su explicación, Thomas lo revisa, lo aprueba y comenta.

- Señor Michaels, veo que usted tiene una musa que lo inspira.

- Señor profesor, es que… - está algo avergonzado – estoy conociendo a una chica, se llama Sophia y ella es pequeña a comparación de mi estatura.

- ¿De cuánto estamos hablando exactamente?

- Mi altura de es 1,95.

- Te veo bastante alto, ¿Pero ella?

- Ella es pequeña – sin ocultar la sonrisa cuando piensa en ella.

- A veces el amor no presta atención al tamaño.

- Señor profesor, se está saliendo por las ramas. – reclama un estudiante.

- Todo lo contrario, este ejercicio lo hice de manera intencional, puesto que hoy, tenemos que estudiar sobre la gravedad y a la altura es importante para realizar cálculos de fuerza. Lo que se hizo está mañana fue sólo una introducción del tema, veamos el desarrollo.

Después de clases, Philip fue directo al bar para almorzar, tenía todas las ganas de ver a Sophia, pero el dueño le pidió a Sophia que por hoy sirviera los platos y Diana los sirva. Philip al no ver a Sophia, se limitó a hacer su pedido y comer en profundo silencio y por qué no le quedaba de otra, comía de mala gana. El dueño se ríe, le gusta ver como sufre el joven, era su lección por molestar a Sophia.

Al terminar su jornada, Sophia sale directo para la biblioteca, y es alcanzada por Philip.

- ¡Hola! Sophia. - esta algo agitado por la carrera, pero con una sonrisa.

- Hola – está algo sorprendida.

- ¿Vas a la biblioteca?

- Obvio. Eso hago todos los días.

- Vengo de allí, está cerrado.

- Imposible.

- Sí estuviera abierta ¿No crees que estaría allí estudiando?

- Bueno, sí, tienes razón. Cómo estudiante de seguro te afecta.

- No puedo estudiar hoy, pero podemos dar un paseo.

- ¿Un paseo? - esa idea le aterra.

- ¿No podemos conocernos?

- Yo que quería continuar con mi libro de filosofía.

- ¿Porqué la filosofía? ¿Qué tiene de bueno?

- Curiosidad, y quiero leer lo que quiero. - se incomoda.

- No te ofendas, pero me gustaría conocerte. Dame una respuesta válida.

- Otra indirecta para los ignorantes.

- No hay nada que se pueda hacer contigo, eres rebelde ¿Qué te hice yo, para que me trates así?

- ¿Cuál es su nombre? Me olvidé.

- Mi nombre es Philip.

- Philip, somos dos mundos muy diferentes, usted es mimado y rico, usted está acostumbrado a dar órdenes y pretender todo por qué tiene poder, en cambio yo tuve que crecer sola en mis primeros años, a trabajar si quería comer, y no tenía permitido pedir nada.

- ¿Por qué dices eso? No es cierto.

- No podemos ser amigos, somos de distintas sociedades. - le enfatiza.

- ¿Tus padres te hacían trabajar desde temprana edad?

- Mi madre murió cuando yo tenía cuatro años. Casi de inmediato mi padre me mandó a trabajar para comer, que él tenía mucho trabajo y no tenía tiempo ni dinero para darme de comer y de vestir. Al final fue una mentira, pero bueno, él es así.

Sophia está triste, recordar su pasado, los días que tuvo hambre y mentir a su padre para no pedir nada; pasar frío y tener que depender de la fogata callejera para que todos los niños trabajadores se puedan calentar.

Todos esos detalles dejan perplejo a Philip. Él intenta ponerse en los zapatos de su amiga y trata de entender la situación.

- Has pasado por mucho ¿Tienes un lugar dónde dormir?

- Sí.

- Tú padre, nunca te quiso en pocas palabras.

- Él sólo quería darme las mejores lecciones de vida y su elección fue que la calle misma me enseñe. Eso fue lo mejor que pudo dar.

- Eso no es la manera de criar hijos.

- Philip, no hables si no conoces a la gente de clase baja y obrera. Hay familias pobres, hay hambre, hay miseria, lo que ustedes, los ricos, nuca querrán ver. – deja caer una lágrimas en sepulcral silencio.

- No llores Sophia – le seca las lágrimas con sus pulgares.

- Extraño mis abuelos, ellos me criaron los últimos cinco años.

Philip hace de pañuelo a Sophia, le da su abrazo.

- Tengo tantas cosas que aprender Sophia, enséñame como viven los de abajo. Ayúdame a entender tu mundo. – la voz de Philip es suave y calmada.

Sophia levanta la cabeza y su mirada se cruza con la mirada de Philip, se contemplan por unos instantes, luego ella reacciona y aleja a Philip con un ligero empujón.

- Soy Philip Michaels, hijo de empresario y terrateniente. Es dueño del 10 % de las tierras del país. Nunca nos faltó nada, siempre tuvimos ayudantes en casa. Hablando de casa ¿Quieres que te acompañe a la tuya?

- No hace falta, gracias.

- ¿Por qué no? así me puedes hablar un poco más de ti.

- Por favor, no.

- Esta bien, quizás otro día.

- ¿Te gustó el almuerzo hoy? – Sophia cambió tema.

- Sí, estaba rico, pero no tenía ganas de comer.

- ¿Porqué? ¿Pasó algo en la universidad?

- Para empezar en la universidad hubo un ejercicio que resolver y usé tu nombre para la explicación del caso. Y el profesor me avergonzó en clase. En segunda, por qué en el bar no te vi, así que, comí por qué no tenía otra opción.

- El cocinero fue ha hacer compras y yo me quedé en cocina con una amiga a cocinar.

- ¿Tú has cocinado?

- Sí, la carne la meceré yo. Pero como el cocinero tardó un poco más de lo normal en conseguir las especias, tuvimos que adelantar la sopa y el horneado de la carne.

Philip toma las manos de Sophia y las besa.

- ¿Qué te pasa? - retira sus manos rápidamente - ¿Por qué haces eso? ¿Qué va a pensar la gente?

- Que ellos digan lo que quieran. Me gustas Sophia.

Philip no se reserva nada, se lo confesó en plena calle, en vista de todos. Sin darse cuenta que han sido seguidos y fotografiados.

Para aquella época, ya existían las primeras cámaras fotográficas, éstas son montadas sobre un trípode y con una tela negra por detrás, para el flash el fotógrafo tenía en mano un interruptor.