Ella es alegre, divertida, atrevida, rebelde, y de un gran corazón, pero a los ojos del mundo está defectuosa. Él es guapo, adinerado, malcriado y caprichoso, es el más popular y codiciado por todas. ¿Qué pasará cuando se encuentren? Averigüémoslo juntos.
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Capítulo Catorce
Más tarde, Rose volvió a la habitación donde se encontraba Franco. Él se había quedado dormido, su cara estaba totalmente golpeada. El moretón había tomado todo un lado de su rostro. Tenía los ojos y los labios hinchados.
Se sintió culpable. Sí no fuera por ella, él no habría golpeado a Cristian por insultarla y no hubieran peleado. Y también, pensó que si no fuera porque estaba tan enojada con él, hubiera intervenido antes.
_ Franco - le tocó el hombro muy despacio - Franco, amor.
El muchacho abrió los ojos y sonrió.
_ ¿Cómo me llamaste?
_ Franco, te llamé por tu nombre - evitó mirarlo a los ojos.
_ No mientas, me dijiste amor - acarició con su cabeza el hombro de ella.
_ En tus sueños. Te traje algo de cenar - lo ayudó a sentarse - es sopa de pollo y un poco de puré de manzana. Mi papá lo llama el levanta muertos.
_ ¿Lo hiciste tú? - el aroma llegó a su nariz, olía y se veía muy bien.
_ Sí. Lo hice solo para ti - le sonrió.
El joven tomó la cuchara y le dio un sorbo. Movió las cejas y volvió a meterse otra cucharada a la boca, y después otra. Saboreó una tras otra. Parecía que no había comido en días.
_ Oye, con calma. Te vas a atragantar.
_ Está deliciosa. Mi abuela solía hacerme sopa de pollo cuando estaba resfriado. Hacía mucho tiempo que no comía algo tan sabroso. Gracias.
Se quedaron viéndose, estaban tentados a besarse, pero temían un incidente como el de antes. Así que solo se limitaron a tomarse de las manos.
_ Franco ¿De qué video le hablaste a Vanessa, hoy?
_ No importa. Olvídalo.
_ Sí importa. ¿Por qué dijo que a ti tampoco te convenía mostrarlo?
El joven se puso serio. Dejó de comer.
_ Porque es un vídeo que hicimos en una fiesta que ella dio en su casa, cuando sus padres no estaban.
_ Eso no me dice nada ¿Qué hay en ese vídeo? - El muchacho no quería decirle, temía que se enojara. Dudó un momento, pero se dio cuenta por su mirada que se estaba impacientando.
_ Es un vídeo - se rascó la cabeza, se sentía incómodo - donde estamos todos en el jacuzzi. Fumando hierba y bebiendo. En un momento, las chicas empezaron a sacarse la ropa y nos practicaron sexo oral, mientras nosotros las grabamos.
Agachó la cabeza no podía mirarla a la cara.
_ No es algo que me haga sentir orgulloso. Yo no guardé el vídeo para volver a verlo. Ni siquiera se lo mostraría a alguien. Solo se lo dije para que dejaran de molestar.
_ Bórralo - dijo en tono cortante.
_ ¿Qué?
_¡Qué lo borres! Si no pensabas verlo, ni tampoco enseñárselo a alguien ¿Para qué lo tienes?
_ ¿Pero y si vuelven a molestarnos? - la muchacha arrojó una mirada asesina sobre él - está bien. Ya entendí. Lo borraré. Pásame mi mochila, por favor.
La joven se la pasó. Sacó el celular, busco el vídeo, le mostró el título.
_ ¿Quieres verlo?
_ ¿Y por qué querría yo ver esa asquerosidad? - se indignó.
_ No sé. Solo lo dije - apretó el botón que decía eliminar de la nube - ya está, mira.
_ Gracias.
Se produjo un silencio incómodo entre los dos.
_ ¿Estás enojada, otra vez? - preguntó preocupado - Ella no significó nada para mí, ni yo para ella. Solo teníamos sexo, nada más. Todo el mundo lo hace.
_ Todo el mundo no - tenía los cachetes algo sonrojados.
_ ¿Tú, nunca...?
_ No. Ni tampoco me ando drogando ni bebiendo hasta vomitar ¿Qué ironía, no? Y a mí me llaman cerda - se levantó y se llevó la bandeja, ni siquiera lo dejó probar el postre.
Rose no volvió a verlo. Tiago vino muy tarde a acostarse, lo vio dormirse. Franco no había vuelto a pegar un ojo desde su charla con ella. Realmente, era un cerdo. Todos lo eran, menos ella. Apenas tenía dieciocho años y había hecho de todo, incluso estando drogado se habían dado un beso con Cristian, todo por diversión. Comenzaron atormentarlo las imágenes del pasado. Su padre diciendo: "Algún día te arrepentirás de la vida que estás llevando" Cuanta razón tenía. De pronto la cara de Rose, ocupó toda su mente. Ella era virgen. Esa hermosa y encantadora persona que era ella, además, era virgen. Intentó no pensar en eso. Su lobo feroz interior, estaba intentando poner pensamientos sucios en su cabeza.
_ ¿Qué te pasa, Franco? - se dijo en voz alta, dándose un golpe en la frente con la palma de su mano. Se levantó muy despacio, salió de la habitación y camino por el pasillo. Todas las puertas estaban entreabiertas. «Esta gente no sabe lo que es la privacidad», pensó. Solo de una salía luz. Se asomó y era la habitación de Rose, se había quedado dormida con la luz y la televisión encendida. Ella estaba durmiendo de costado, abrazando un pato de felpa. Las sábanas se habían deslizado hacia el piso. Tenía unos shorts muy cortos que dejaban ver sus grandes y blancos muslos y parte de su trasero. Su top se le había subido, dejando ver gran parte de su cintura y su espalda. Su piel se veía tan suave, se moría por acariciarla. En ese momento, la chica se movió, uno de sus pechos se salió de su blusa.
A Franco casi le da un infarto, tuvo que taparse la boca para que no se le escapara un gemido. Se decidió y entró a la habitación. Su instinto le decía que se arrojara sobre ella, o por lo menos que intentara algo. Pero una vez allí, observó su rostro, tan dulce y angelical redondeado y algo aniñado. Tomó las sábanas y la cubrió. Se agachó, besó su frente y volvió a su cuarto.
Lo que Franco no sabía, fue que su suegro lo estuvo observando todo el tiempo, desde la penumbra de su cuarto. Cuando el muchacho volvió a su habitación, este fue a mirar a su hija que dormía plácidamente. Cerró la puerta y volvió a su dormitorio.
Gracias por los capítulos autora