Las gorditas no tenemos derecho a enamorarse.
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Capítulo 19
Mientras desayuno, recibo un mensaje de Anto, en el que dice que debo estar hoy a las 9 de la mañana en la oficina, para presentarme con los jefes y empezar con mis funciones, miro el reloj y tengo una hora para estar lista.
Le pregunto a Rosita si el señor salió, a lo que me reponde con afirmación, termino el desayuno y subo a mi habitación para terminar de alistar todo lo que llevaré a mi primer día de trabajo.
Cuando voy saliendo Rosita se acerca y dice — señora deberá ir con el chofer, el señor dejo claras instrucciones, que usted no podía salir sola… la miro admirada y repondo — claro que no tendré un policía las 24 horas, así que me iré por mis propios medios… ella me mira preocupada y dice —señora por favor, eso haría que nos corrieran a todos…. Miro su angustia y digo — está bien Rosita, no haría algo que los perjudicara… salgo junto con Rosita y el chofer se encuentra listo para llevarme a donde le diga, me pongo a pensar que si Miguel hizo esto claramente espera un reporte de mis salidas; así que le digo al chofer que me lleve a un centro comercial que está a una cuadra el bufet donde trabajare.
Bueno, después de una aventura para escaparme del chofer logro llegar a la oficina, una señorita muy elegante me recibe y me ubica en una modesta pero linda oficina, estando allí, entra un hombre de edad y de manera muy amable me da la bienvenida.
Mi único pensamiento en este miento es lograr reunir el dinero para poder irme lejos de Miguel, no es posible que mi vida se haya convertido en esto.
Son las 3 de la tarde y es hora de mi salida, así que dejo en orden algunos documentos que estaba transcribiendo y salgo corriendo para llegar al centro comercial.
Cuando llegó al estacionamiento, veo al chofer un poco molesto, así que digo — hola, disculpa la tardanza… él se queda mirándome y dice — no se preocupe señora, y las compras?… me pongo nerviosa y digo — no al final no compre nada… me sonrío y subo al auto.
Espero que no le vaya a decir nada al demonio, porque entonces empezaría a investigar y mi plan se arruinaria.
Resulta que, al llegar a casa Rosita me dice — señora, el señor salió de viaje… la miro extrañada y le digo — no me dijo nada, a donde fue?… ella me mira con sorpresa y dice — él nunca nos avisa para donde se va, solo pide que le arreglen las maletas y envía a alguien por ellas, esta vez creo que se irá por mucho tiempo… no se cómo me hace sentir eso, me siento confundida, me dan malestar que ni siquiera tenga la amabilidad de decirme eso tan mínimo y por otro lado me siento libre; después de unos minutos perdida en mis pensamientos le digo a Rosita — gracias por la información… ella sonríe y se retira.
Han pasado dos semanas desde que Miguel viajó, mi rutina es la misma; al chofer si se la ha hecho extraño que siempre vamos a ese centro comercial y que nunca compro nada, pero es muy prudente porque no me ha cuestionado nada.