Morir en la decepción, la desesperanza y el arrepentimiento más profundo, resultó llevar a Cassie Night a vivir el destino de su segunda vida.
No solo se fue junto con sus dos hijos para dejar atrás a un esposo infiel, Cassie también estaba decidida a hacer que su mejor amiga ya no brillara más.
En su huida, Cassie se encuentra con un hombre rodeado de espíritus malignos y con un aura helada en todo su cuerpo.
Sin embargo, lo inesperado es que ese hombre está tan obsesionado con ella que tanto ella como sus dos hijos son colmados de mimos…
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Capítulo 13
Cuando Cassie entró, sus ojos captaron de inmediato la figura de Félix sentado en su sillón, pero su rostro guapo ahora estaba envuelto en una inquietud que no podía ocultar.
Las manos de Félix presionaban el hombro de Aleena con una fuerza casi desesperada, como tratando de contener una tormenta que quería desatarse, impidiendo que la mujer saliera de allí.
No es que Félix no escuchara la voz de Edward, simplemente estaba apresurándose a ponerse la ropa de nuevo, luchando por cubrir las manchas oscuras y el secreto podrido detrás de la cortina de esa habitación.
"Sisie..." La voz de Félix se quebró, una sonrisa incómoda se dibujó en sus labios, mientras las manos temblorosas no dejaban de esconder a Aleena, que estaba escondida debajo de la mesa. "¿Por qué estás aquí?"
Aleena sonrió con picardía y acarició la pierna de Félix, provocando que su aliento se entrecortara y casi dejara escapar un gemido inconsciente.
Cassie observó desde la distancia, las comisuras de sus labios se elevaron formando una sonrisa amarga y fría. Sabía muy bien lo que Aleena estaba haciendo allí, un juego prohibido que Félix no podía resistir.
Los ojos de Cassie se fijaron entonces en algo más: una prenda íntima de Aleena escondida detrás del cojín del sofá.
Parecía escondida a propósito, pero creaba un contraste llamativo que atrapaba sus ojos.
No era una coincidencia, sino una trampa creada a propósito, colgando en el aire como un susurro oscuro que enredaba todos sus pensamientos.
Su corazón comenzó a latir con fuerza, imaginando la intención de Aleena de desafiar los límites de su paciencia.
Con una leve sonrisa que ocultaba una ira ardiente, Cassie desvió su mirada hacia Félix. "Olvidaste recoger a los niños de la escuela, así que vine a asegurarme de si hay algo en lo que pueda ayudar". Su voz era suave, pero llena de espinas, punzante e implacable.
Cassie se acercó lentamente a la mesa, cada movimiento pareciendo ralentizar los segundos que quemaban la paciencia de Félix hasta casi romperse.
Abajo, Félix se apresuraba a contener la tentación de Aleena, impidiendo que la mujer se comiera a su 'hermanito', tratando de borrar la evidencia de una falta fatal que casi lo destruía todo.
El pánico lo dominaba: si Cassie descubría la verdad, la relación que habían mantenido hasta ahora se derrumbaría como un castillo de arena en la orilla del mar.
"Yo... no pasa nada. Simplemente lo olvidé porque estaba demasiado ocupado", respondió Félix balbuceando, su voz temblaba por un miedo que no podía ocultar.
Cassie frunció el ceño, esa dulce sonrisa se transformó en una sombra de amenaza, envolviendo la habitación con un aire espeluznante y enigmático.
'Cuando descubrí que tenía otra mujer, nunca pensé en discutir y reprochar sus errores. Simplemente mis raíces nerviosas sensoriales no soportan las promesas que hizo cuando era joven. Un fuerte sentido de la responsabilidad es propenso a estímulos no deseados.'
Cassie sonrió, pero no era una sonrisa cálida, sino fría, punzante, como una brasa que comienza a apagarse y deja cenizas frías en el espacio de su corazón.
"El amor ha perdido su llama, ahora solo queda el vacío", murmuró en voz baja, y luego le dio la espalda a Félix.
"Hay un olor extraño en esta habitación", dijo mientras recorría la habitación, oliendo el aroma que siempre permanecía después de que ella y Félix hacían el amor.
Normalmente, ese aroma era bastante dulce para Cassie.
Sin embargo, ese olor dulce se transformó en un veneno punzante, que le apretaba el estómago con un dolor insoportable.
Cassie sabía exactamente a qué olía: a la mezcla de líquido amoroso de Félix con Aleena, otra mujer que sin pudor ensuciaba su espacio.
Félix, cada vez más nervioso, también respiró hondo, dándose cuenta de ese olor, que era muy molesto, una traición que ya no se podía ocultar, repugnante y asquerosa.
El mundo parecía derrumbarse a su alrededor, ardiendo en un silencio lleno de heridas.
Félix fingió no oler nada y se giró para preguntar: "¿Hay algo?".
Cassie negó con la cabeza mientras mostraba una sonrisa forzada, esforzándose por contener su asco. "Recuerda abrir la ventana para ventilar".
"Está bien", dijo Félix.
"Por cierto, celebremos nuestro séptimo aniversario de bodas en un hotel", dijo Cassie con una voz seductora, su leve sonrisa se curvó llena de misterio. Sus ojos brillaban como si guardaran un secreto solo para Félix.
Sin embargo, Félix frunció el ceño, una extraña sensación se arrastró por su pecho. Todos los años, su aniversario de bodas siempre había sido sencillo, en la casa llena de recuerdos, nunca antes había habido una invitación como esta.
"¿Por qué de repente tiene que ser en un hotel?", preguntó Félix, su voz no era más que un susurro tembloroso por la curiosidad y un poco de sospecha.
Cassie también frunció el ceño, pero su sonrisa no se desvaneció. "¿No se supone que es así? Un momento diferente, algo especial", dijo con unos labios que irradiaban desafío. "El novio y la novia se encuentran... esta noche es nuestra noche de solteros", susurró, y luego, con un estilo seductor, se inclinó, fijando sus ojos en Félix en un juego inesperado.
Después de que sus palabras quedaron suspendidas en el aire, Cassie salió de la habitación con gracia, dejando a Félix paralizado en su lugar, con el alma y la mente girando salvajemente en busca del significado oculto detrás de esa invitación.
Aleena, que estaba sentada en silencio debajo de la mesa, sonrió con satisfacción, guardando un secreto que no se revelaría.
Tan pronto como salió, Cassie fue recibida por un grupo de rostros llenos de preguntas y susurros reprimidos.
Todos estaban esperando, anticipando un estallido de ira y un fuerte enfrentamiento entre la esposa legítima y la amante que estaba lista para explotar.
Sin embargo, la atmósfera era silenciosa, tan silenciosa como un océano que contenía una tormenta dentro de su pecho.
La curiosidad acechante colgaba en el aire; ¿había logrado Cassie revelar la podredumbre de Félix? ¿O había logrado Félix ocultar la mancha de su traición?
"Señora, señorita Aleena... ella..."
Edward dejó de hablar cuando de repente escuchó la voz de Félix reprendiendo a Aleena.
"¡Ya te lo advertí! ¡Debes ser más discreta!", gritó Félix haciendo eco, lleno de ira. "Si Sisie se entera de nosotros, ¡te aseguro que tu vida será más miserable que la muerte!"
Mientras tanto, Aleena respondió con un tono seductor, sembrando espinas en sus palabras. "Félix, eres realmente ingenuo... ¿Crees que tu esposa no se da cuenta de nada?"
Cassie apretó su ropa con fuerza, su respiración se entrecortó y, sin poder evitarlo más, sus lágrimas comenzaron a caer, fruto de una herida demasiado profunda para ser ocultada.
El mundo pareció derrumbarse a su alrededor, y ese silencio se convirtió en el testigo silencioso de la ira y la tristeza que estallaron en silencio.
Cassie miró a Edward, luego se dirigió a los otros empleados.
"No le digan nada a Félix, hagan como si no supiera nada sobre este asunto".
Edward se quedó paralizado, sin decir una palabra, mientras una mirada de lástima irradiaba de los rostros de los demás, como si compartieran un sufrimiento tácito.
Con pasos pesados, Cassie se secó las lágrimas que fluían sin cesar, luego tomó las manos de Austin y Charlie, los últimos asideros que la mantenían a flote, mientras abandonaba esa habitación llena de heridas.
"Al aeropuerto, señor". Su voz se ahogó cuando detuvo un taxi, pero su mirada ya volaba lejos fuera de la ventana. En el silencio frío, murmuró en su corazón. 'Una vez que hayas decidido irte, no dudes nunca más.'
Una larga exhalación escapó de su pecho, como si liberara un peso enorme que había estado presionando su vida. "Mañana es nuestro aniversario de bodas... espero que a Félix le guste el regalo que le dejé, y que pueda sentir lo destrozada que estoy al dejarte ir".
De repente, la esperanza y el dolor se mezclaron en una sola mirada vacía de Cassie, mirando un clima que ya no era amigable.