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Mariá: Entre Dos Amores

Mariá: Entre Dos Amores

Status: Terminada
Genre:Romance / Fantasía / Comedia / Hombre lobo / Romance paranormal / Harén Inverso / Completas
Popularitas:100
Nilai: 5
nombre de autor: FABIANA DANTAS

MonteSereno es un pequeño pueblo rodeado de montañas, tradiciones y secretos. Mariá creció bajo la mirada severa de un padre que, además de alcalde, es el símbolo máximo de la moral y de la fe local. En casa, la obediencia es la regla. Pero Mariá siempre vio el mundo con ojos diferentes — una sensibilidad que desafía todo lo que le enseñaron como “correcto”.

La llegada de los hermanos Kael y Dylan sacude las estructuras del pueblo… y las de ella. Kael, apasionado por los autos y el trabajo manual, inaugura un taller que rápidamente se convierte en la comidilla entre los habitantes. Dylan, en cambio, con su aire de CEO y su control férreo, dirige los negocios de la familia con frialdad y encanto. Nadie imagina el secreto que ambos cargan: un linaje ancestral de hombres lobo que viven silenciosamente entre los humanos.

Pero cuando los dos lobos eligen a Mariá como compañera, ella se ve dividida entre la intensidad de Kael y el magnetismo de Dylan. Mariá se encuentra entre dos mundos — y entre dos amores que pueden salvarla… o destruirla para siempre.

NovelToon tiene autorización de FABIANA DANTAS para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 13

Mariá

Poco a poco voy oyendo voces al fondo, como si estuvieran distantes. Solo entonces me doy cuenta de que estoy regresando, como de un sueño.

Delante de mí, están mis padres y Nena. Ella y mi madre me llaman:

—¿Mariá? ¿Hija? ¿Nos estás oyendo?

Pero mi cabeza parece girar, las imágenes, los flashes de lo que pasó vienen como borrones. Las marcas en mi pulso, los hermanos Moraes... todo eso parece colapsar dentro de mí.

Oigo a mi padre refunfuñando, mientras poco a poco voy sentándome en la cama. Los ojos de él vienen como brasas ardientes y punitivas en mi dirección.

Pero es cuando él percibe las marcas en mi pulso que todo se rompe de una vez.

—¿Pero qué cosa es esa en tu brazo, niña? ¿Qué tipo de cosas andas haciendo?

Yo lo miro con los ojos muy abiertos y trago saliva, intentando esconder el brazo detrás de la espalda. Pero ya es demasiado tarde. Él camina furioso hasta mí tirando de mi brazo con rudeza.

—¡Dios mío! ¡Mira esto, Marta! ¡Mira esto! ¿Qué tipo de cosas anda haciendo esta hija tuya que no ves?! — brama él hacia mi madre.

Mi madre niega con la cabeza y responde:

—Yo no sé, Emiliano. Mariá, ella se queda la mayor parte del tiempo aquí...

Pero mi padre... él no escucha. Nunca escuchó. No pasamos de sus sacos de golpes.

—Eso debe ser por cuenta de esa cosa que ella se inventa de hacer. Esos dibujos toscos. Esta niña debe estar endemoniada, eso sí. ¡Eso es cosa del diablo! ¡Del diablo! ¡Pero arreglaré esto!

Él suelta esas palabras y camina apresuradamente para fuera de mi cuarto. Él solo puede estar yendo a un lugar...

¡Mis dibujos!

Movida por puro instinto salgo corriendo tras él. Así que lo alcanzo en el hall de la entrada, grito:

—¡NO, PAPÁ! ¡MIS DIBUJOS NO! ¡POR EL AMOR DE DIOS!

Entretanto es tontería mía pensar que él va a parar. Él no para, siempre fue implacable en herirme, en herirnos.

Él entra en la pequeña cabaña de madera que tenemos en el jardín. Abriendo la puerta con un estruendo. Y entonces, comienza a tirar todos mis dibujos para fuera en el césped.

Mi corazón acelera, siento el frío por dentro consumirme, y yo corro, corro tirándome al suelo en el instante en que él toma un encendedor de su bolsillo y comienza a prender fuego en todos mis dibujos.

—¡NO! ¡PAPÁ! ¡POR TODO LO QUE ES MÁS SAGRADO, NO! — Mi grito es llevado por la brisa de la mañana, mientras mis dedos se hunden en la grama húmeda arrancándola.

Allí se van ellos... mis dibujos levantándose en chispas de fuego que crepitan en el aire. Mientras el fuego consume mi forma de expresión a través de los dibujos, mi llanto resuena aún más alto.

—¿Tú crees que eso es alguna ocupación, Mariá? Eso es pérdida de tiempo... — dice él agachándose cerca de mí en el suelo y agarrando mi barbilla bañada en lágrimas, forzándome a mirar para él. — Busca algo más útil para hacer, niña. Tú no quieres acabar como la loca de tu abuela, ¿no es verdad? Sabes Mariá, mujer es una plaga, de verdad. Tú debías haber muerto en el parto, así no nacías toda equivocada.

Entonces, no consiguiendo contenerme solo percibo lo que digo, cuando las palabras simplemente salen:

—Yo no pedí nacer, monstruo.

Solo siento el ardor en mi rostro. La bofetada que él me da tras esas mis palabras es fuerte... pero ya estoy tan lastimada por dentro que por un momento solo me siento inerte.

Movida por quizás la última chispa de fuerza que me permite estar de pie, yo lo encaro. Abro los brazos y digo alto:

—¡Vamos! ¿No querías verme muerta, papá? ¡Estoy aquí en tu frente y te pido: mátame! ¡Vamos! ¡Acaba de una vez con esta vida patética y monstruosa de tu hija! Mátame, papá... mátame y estarás haciendo un favor a nosotros dos.

Las lágrimas en mi rostro descienden calientes y espesas como fuego en lava que me queman, mientras yo aún lo encaro.

Él entonces se aproxima más lentamente. En este instante mi madre grita:

—¡No! ¡Por el amor de Dios, Emiliano! ¡Ella es tu hija, hombre! ¡Coloca la mano en esta tu conciencia!

Mi madre en un acto repentino se coloca en mi frente empujando a mi padre para atrás. Este momento, es el primer momento en toda mi vida que veo a mi madre defenderme con tanta valentía.

¿Pero quién dijo que mi padre la oye?

Él empuja a mi madre para el lado. La misma tambalea y mi corazón da un salto en desesperación. Los ojos de mi padre permanecen clavados en mí. Él parece una fiera enloquecida.

Él realmente quiere matarme... yo siento eso. Él quiere matarme pues no soporta la idea de una mujer desafiándolo.

No obstante. Me mantengo firme. Si es para morir así, por las manos de mi propio padre, que así sea entonces.

—¡Ven! ¡Estoy esperando, papá! ¡Acaba luego con esto!

Mi madre me mira en llantos y grita:

—¡Para de provocar, Mariá!

Nena llorando, clama:

—¡Por favor, señor! Tenga misericordia. La niña Mariá es su hija. Por lo sagrado no haga eso.

Pero él no escucha. Él ignora a las dos y sigue hasta mí. Sus ojos parecen en sangre viva. E internamente apenas, digo:

"Que esto termine pronto".

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