En este mundo puedes elegir dos cosas, ser un super héroe o una persona normal. Toda la población de la humanidad tiene por lo menos un poder, pero en el siglo XXI nace una persona que cambia por completo la humanidad y el planeta.
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Bienvenidos a la academia
Habían pasado dos semanas desde que Junior despertó sus cuatro poderes. Sus padres estaban muy felices y lo inscribieron en la Academia Técnica, conocida por sus rigurosas pruebas y clases. En la academia, todo puede suceder. Para poder ingresar, es necesario haber despertado tu poder. En cada academia de héroes, los estudiantes son preparados para aprender a utilizar sus habilidades y a pelear. Existe la posibilidad de perder el año y tener que repetirlo.
Finalmente, llegó el día de ingresar a la academia. Junior llegó con diez minutos de antelación a las seis. El lugar estaba lleno de jóvenes y chicas, cada uno con diferentes poderes y personalidades. Junior sacó su teléfono y notó que había recibido un mensaje de su madre:
Llegaste bien a la academia.
Junior respondió:
Sí, señora.
Miró a su alrededor y reconoció a tres personas. Se acercó a saludarlas.
—¡Oigan, amigos! —les gritó Junior.
Era el novio de Nicole y sus mejores amigas. El novio de Nicole, Juan Esteban Ome, tenía el pelo oscuro y rizado, al igual que su chica. Era considerablemente alto, con ojos grandes y un tono claro en la piel. Tenía catorce años, la misma edad que Nicole. Una de las amigas de Nicole era Karoth Natalia Rodríguez, de estatura promedio, con un hermoso cabello oscuro y liso, además de pequeños ojos. La otra amiga, Daniela Rodríguez Ospina, era prima de Karoth. Ella había despertado sus poderes el día de su cumpleaños, justo a tiempo para inscribirse; también tenía catorce años, era un poco baja y su pelo liso, un poco largo y negro, al igual que el de su prima.
Finalmente, abrieron el portón y todos comenzaron a entrar. Entonces, escucharon una voz grave a través de un megáfono:
—Los de noveno, esperen parados. Los de décimo y once, en las gradas.
Los de noveno eran todos los nuevos. Junior se quedó esperando y notó que Nicole logró entrar justo antes de que cerraran el portón. Todos los estudiantes de décimo y once miraban con curiosidad a los recién llegados. Algunos estaban nerviosos, mientras que otros parecían felices. Junior observó el aula, que era grande y espaciosa. En el centro, había una tarima y una cabina muy tecnológica. Contaba con cinco profesores, que observaban a los nuevos con miradas críticas.
Mientras tanto, un chico presumido, gordo y algo bajo, comenzaba a molestar a Daniela. Ella parecía ignorarlo, pero tanto Ome como Junior sí prestaban atención. Ambos se preparaban para intervenir, cuando un chico bajo se acercó a enfrentar al matón:
—Oye, respeta a la chica —le dijo el chico.
—No te metas —respondió el gordo, dándole un golpe en la cara al chico bajo.
El chico bajó sufrió una hemorragia por la boca, mientras el gordo lo insultaba. Pero pronto, este último se retorció de dolor y escupió sangre. Junior, que había intervenido por la espalda, lo había golpeado con un puñetazo. Lo miró con seriedad y le dijo:
—Perdona. No te vi —respondió Junior, con un tono provocador.
—Maldito —le contestó el gordo, enfurecido.
—¡QUIETOS! —gritó un profesor, haciendo que los chicos se apartaran.
Poco después, una chica se quedó mirando a Junior con curiosidad. Un hombre de complexión robusta, canoso y de estatura baja comenzó a hablar:
—Buenos días, estudiantes —anunció el hombre.
—¡BUENOS DÍAS! —respondieron todos al unísono.
—Soy el rector de la academia y les doy la bienvenida a todos los nuevos. Ustedes han llegado para convertirse en héroes. Quizás algunos piensen que esto es fácil, pero no lo es, y menos aquí. Cada grado, noveno, décimo y once, tiene sus propias pruebas y son bastante desafiantes. Presten atención: el más mínimo error puede ocasionar la pérdida de un año. No bajen la guardia; todo puede suceder.
De repente, los ojos del rector se volvieron negros, y todos cayeron de rodillas al suelo, incapaces de ponerse de pie. Aquellos que poseían el poder de súper fuerza estaban bien, pero los demás comenzaron a escupir sangre. Nicole, Daniela, Ome y Karoth estaban sufriendo; los cuatro vomitaron sangre, pero, afortunadamente, el dolor se detuvo. Los que habían escupido sangre se limpiaron, asustados por lo que había sucedido. Junior, aunque estaba bien, se percató de la sangre esparcida en el aula. El rector había sido un poco cruel con los nuevos, y Nicole se preguntaba qué había pasado.
—¿Qué fue eso? —preguntó Nicole, limpiándose la sangre de la boca.
—Este señor tiene el poder de aumentar la gravedad con la mirada. Cuando esta observándonos lo activo y por eso nos afectó —le explicó Ome.
—Eso no puede ser. ¿No es ilegal? —interrogó Karoth.
—No. Eso cuenta como entrenamiento —respondió Daniela.
Todos miraron asombrados y, al mismo tiempo, felices. El rector continuó hablando:
—Para mostrarles un ejemplo, no se distraigan. Bienvenidos —les dijo a todos.
El rector se marchó, y poco después llegó un maestro con tres listas. Muchos pensaron que era la presentación de poderes, pero en realidad era la elección del salón. Comenzó a hacer el llamado, y por cuestión de suerte, los que deseaban ir con sus amigos o conocidos fueron separados. Empezaron con el grupo de noveno uno: se fueron Nicole, Ome, Karoth y Daniela. Junior se sintió triste al quedarse atrás. Luego llegó el turno de noveno dos, y ahí se marchó la otra prima de Junior, Sharon Nicole. Por último, llegó el llamado de noveno tres, y Junior fue asignado a ese salón.
Subieron por unas escaleras hasta el segundo piso, donde estaban las aulas de noveno. Al llegar, un profesor musculoso, de cabello largo y de la misma estatura que Junior, se sentó en el escritorio y se presentó:
—Bueno, jóvenes. Soy su asesor de grado. Me llamo Rubén Darío —les dijo mientras comenzaba a revisar su celular.
Una Hora Después
El profesor se levantó y señaló hacia la puerta. Todos se dirigieron allí, y el profesor les dijo:
—Vamos al aula —anunció Rubén.
Todos se fueron y se dieron cuenta de que era hora de la presentación de poderes.