La historia de un Alfa que solo ansiaba la tan anhelada libertad
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Capitulo 13
Advertencia:
La siguiente historia no es apta para menores de 21 años puede contener; lenguaje vulgar, soez, momentos explícitos, eróticos, hasta subido de tono y hasta nopor-grafico, violencia física, mental, abuso, inc3sto, se recomienda leer bajo su propio riesgo. ~
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Durante todo ese día Fernando estuvo con aquella sonrisa de oreja a oreja, se levantó de la mesa y me tomo de la mano para llevarme a los jardínes, donde María siempre jugaba por su cantidad de flores destacando las cantutas de color rosa oscura.
A que venía tal cambio de comportamiento me tomo del rostro y me dio un besito en la mejilla para luego abrazarme y danzar ¿Por qué lo hacía? Pero me tenía apretujado a su pecho, mientras se movía al compás del viento. Su cabeza sobre la mía mientras delicadamente me sujetaba de la cintura.
No hablaba solo danzaba, mientras María nos veía de fondo y empezaba a saltar de alegría.
Fernando seguía sin expresar nada y yo comencé a sentir como mi pelo se mojaba quizás solo era el rocio ¿o quizás?
Mire de reojo, Fernando estaba llorando otra vez.
No me gustaba para nada eso, saque un pañuelo de mi bolsillo para limpiar sus lágrimas.
—Tranquilo tu llora, llorar es natural. Es lo que nos hace humanos. —En ese momento sentí como si fuese abrirse a dejar salir sus demonios, como si al fin fuera mostrarse como en realidad era, pero aquello lo quitó de sus pensamientos. —¡Abuelos! —Maria venía contento mientras varias personas se acercaban, un señor mayor junto a su esposa; los señores de la Vega.
Fernando al ver que se acercaban me tomo de la mano y me alejo de allí, tratando de que no nos vea ¡Vámonos! su mano sudaba, y temblaba como un niño aterrado.
Nos alejamos de la casona lo más que pudimos, pero entonces aquella voz intimidante lo detuvo. ¡Fernandooo! ¿Qué haces allí? Ven y recibe a tus padres como tiene que ser, solo volteo y sin decir ni A se dirigió a la casona, con la cabeza gacha, cubriendo sus muñecas, desajustando el poncho para acomodar su camisa debajo y dejar su cruz de aquel rosario a la vista.
Parecía un animal resignado yendo a ser devorado, por su depredador.
—¿Qué hacías con ese Indio?
—Nada, solo le daba órdenes.
—Ordenes... —aquel bastardo lo abofeteo y lo tira al piso de un solo golpe —Ordenes mientras lo abrazabas, me tratas de idiota.
—No padre, le juro que no es así.
—Mientras veníamos nos comentaron que te vieron muy amoroso con un Indio, un esclavo que se comparta como tu esposo. ¿Cómo pudiste hacer semejante tontería de darle tales libertades a un Indio?
—Yo yo, padre n.. —aquel hombre iba a volver abofetearlo.
—¿Cual sería el problema? Usted no debe meterse en la vida de su hijo ni en que hace con ella —aprete su mano fuerte al punto de que este sintiera dolor aquel hombre me daba mala espina, no me caía bien.
—Indio insolente —iba pegarme con su otra mano.
—Padre, no no le peg... —pero detuve esta con mi brazo para luego abofetearlo con mi mano no habilidosa.
—¡A mí usted no me falta el respeto, no soy un indio! —Levante a Fernando y frote su mejilla que ya estaba roja besándola frente a sus padres.
—Haz algo Fernando educa a este igualado, como puedes permitir tal osadía que un esclavo se de tales atribuciones.
Fernando comenzo a enrabiarse a llenarse de furia mientras me miraba y luego a sus padres —Cruz.
—Sí.
—Si mis padres te molestan, no dudes en defenderte, ellos no tienen ni un poder sobre ti.
—Fernando, ¿Cómo te atreves a dejar que siga con esas atribuciones?
—Él no se atribuyó nada, yo se las di. —tomandome de la mano para irnos de ahí a nuestros aposentos para luego tomar a María que lloraba sin saber que pasaba.
...
Maria dormía en la cama de su padre mientras Fernando me abrazaba mientras lloraba sobre mi vientre y yo solo acariciaba sus cabellos saber que sus padres ahora vivirian en la hacienda lo dejo totalmente vulnerable aquel par se veía que solo buscaban una escusa para atormentarlo, día a día, pero yo no sé lo iba permitir.
Continuara...