Está es la historia de como se enamoraron, Sir Gabriel, General del ejército real del Reino Rubi, y la Princesa Artemis, Princesa heredera del Reino Greenwich y Generala del ejército de su Reino.
Como superan las diferencias entre las clases sociales a las cuales pertenecen y lograr vivir su amor intensamente.
Está es una historia paralela y que se desprende de mi novela previa "La Prometida con Magia de Fuego", y comienza al firmar el tratado de paz entre el Reino Rubí y el Reino Greenwich.
Los invito a leer está emocionante historia.
NovelToon tiene autorización de Sandra Pompa para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo XIII. La Archiduquesa Artemis.
Una semana luego de la coronación de Ana, y algunos días después de entregarle la documentación que la acreditaba como Archiduquesa de la frontera sur, Artemis junto a parte del ejército que fue adscrito a la frontera junto a ella, partieron a su nuevo hogar.
El General Gabriel se había adelantado para ir hasta Rubí y luego regresar junto con su escuadrón al Archiducado. Allí verían cuál era el siguiente paso a seguir.
Entre los documentos que Ana le había dado a Artemis, le entregó la aprobación del matrimonio entre ella y Gabriel. Claro eso no era del conocimiento de la corte.
Artemis se había sentido muy bien luego del tratamiento que le había dado el sanador mágico. Eso había estabilizado sus energías y la energía magica de su bebé. Cuando le preguntaron si quería sellar la magia de su bebé solo hasta que naciera ella se negó. Pensaba que mientras estuviera al lado de su padre, él la ayudaría a estabilizar y controlar la energía mágica de su pequeño.
Se preocupaba porque el viaje de ida y vuelta a Rubí era largo, y durante ese tiempo estaría sola. Pero el sanador mágico estaría al pendiente si volvía a suceder lo del descontrol de la magia del bebé. O si veía que la salud de la madre se desestabilizaba debido a la incompatibilidad del feto con el cuerpo de la madre.
El viaje al archiducado fue un poco largo para ella, una semana. Pero al llegar valió la pena.
Bellas montañas de un verde intenso rodeaban el lugar. El poblado estaba asentado en un valle, a pocos kilómetros había un río, cuya agua era utilizada para los sembradíos de diferentes hortalizas y frutas. Y un poco más alejado estaba la mansión del Archiducado.
Eran estructuras parecidas al palacio del rey. Una mansión principal, donde en un ala convivían los duques, y en el área contraria estaban las oficinas del Duque y la Duquesa, el salón para recibir visitas, y en otra parte, la cocina, el comedor, y dos salones privados, uno para el Duque y otro para la Duquesa.
Había otra mansión en la parte posterior para los invitados con diferentes áreas como cocina, comedor, salas de estar, área de entrenamiento, las habitaciones con salitas privadas, entre otras. Así como los lugares habilitados para que vivan la servidumbre que se quedaba en el ducado, y los habilitados para que vivieran el ejército del Archiducado. Así como áreas de entrenamiento, jardines y otros.
La gran mansión del Archiducado era hermosa, y de ella dependía todo el territorio de la frontera sur. Daba empleos directos e indirectos a muchas personas en el territorio.
Artemis llegó al territorio del archiducado junto a su doncella, y a su asistente, así como con su ejército.
Fueron recibidos por los guardias que custodiaban la entrada de la mansión. El asistente de Artemis entrego sus credenciales y los dejaron pasar. Todo el mundo se extraño al ver la insignia de la familia real.
Al llegar a la entrada de la mansión, todos fueron llamados a recibir a la nueva Archiduquesa. Y rápidamente todo la servidumbre con parte de los caballeros y soldados del Archiducado, la recibieron.
Entonces Artemis se presentó,
- Soy la Archiduquesa Artemis, nueva regente de este territorio. Espero que todos puedan quedarse trabajando para colaborar conmigo. Luego pasaré por cada uno de sus puestos y conversaré con ustedes. Espero paz y armonía en el Archiducado.
- Pueden volver a sus puestos - concluyó Artemis.
Entonces, Artemis le hablo al hombre que dijo ser el lider del ejército del territorio.
- Comandante, le agradezco lleve a mi capitán y a sus hombres al lugar de residencia que les corresponda. Luego hablaremos de la asignación de actividades. - les ordenó Artemis.
El comandante hizo una reverencia y se retiraba, cuando escucharon de parte del capitán y el ejército,
- Gracias, Generala. - y saludando se dieron vuelta y siguieron al comandante del archiducado.
Inmediatamente, los soldados se instaló en las residencias dispuestas para ellos.
A raíz de esto, todos en la mansión se preguntaban,
"¿Quien era esta mujer que llegaba a tomar el territorio como Archiduquesa?" pensaban.
**********
Mientras tanto, Gabriel cruzaba la frontera y el Reino Small hasta llegar a Rubí. Les tomó menos tiempo porque hicieron solo las paradas necesarias y la mayor parte fue a caballo, la carreta con provisiones la llevaban al trote, y casi siempre llegaba luego de que acampaban y era la que salía primero que el resto de escoltas.
Al llegar a Rubí fueron directo al palacio real en la capital. Allí Gabriel pidió hablar con el Rey Brahim.
El mayordomo lo llevo a una sala del palacio a esperar, mientras iba y le informaba al asistente del Rey sobre la llegada del General.
Así que luego de informar a su majestad, fue a buscar al general y lo llevo al despacho del Rey.
- Saludos a su majestad, el Rey de Rubí, sol y protector del Reino - dijo Gabriel haciendo una reverencia.
- Hola amigo. Deja esos formalismos para otro momento. - exclamó el Rey alegre, levantándose de su asiento y rodeando su escritorio para saludar a Gabriel con palmadas en la espalda ajena como muestra de cariño.
- Majestad - volvió a decir Gabriel con una sonrisa mientras inclinaba la cabeza. No le parecía correcto dejar los formalismos. Él, aunque general, seguía siendo un plebeyo.
- Cuéntame. ¿Cómo les fue? Ya leí los informes que enviaste. Pero me extraña lo de alianza por matrimonio a través de ti. ¿Cuentame tu versión? - pidió el Rey Brahim serio, sentándose y señalando un asiento al general.
Así que Gabriel le contó lo que había sucedido, obviando la relación entre la Princesa y él.
- ¿Y qué sucedió entre la Princesa Artemis y usted, General? - hizo la pregunta obvia Brahim.
Gabriel se puso nervioso, pero termino por confesar.
- Nos enamoramos. - explicó en voz baja - Artemis está embarazada. En parte fue por eso que pusimos en práctica los planes en alianza con los nobles y la segunda Princesa Ana. - concluyó Gabriel.
Brahim lo miró serio.
- Corrieron un gran peligro de que se descubierta todo. Y te digo que aún no están exentos de que sea así. - le explicó con un suspiro.
- Supongo que vas a volver en seguida. - afirmó Brahim.
- Si, majestad. Si usted lo permite. - confirmó Gabriel.
- Bien. los términos seguirán como lo acordamos por carta. Espero que les vaya bien en su nueva vida como Archiduques, y sabes que siempre puedes contar con nosotros, Gabriel. - dijo el rey haciendo referencia a la Reina Cassandra también.
- Lo sé, majestad. - dijo Gabriel. Pero intrigado, pregunto de repente - ¿cómo están sus padres? -
- mi padre y madre decidieron entregarnos sus coronas y viajar cuando aún son jóvenes. - explico sonriendo - siguen viviendo su historia de amor pero sin el peso de las coronas en su cabeza. - concluyó Brahim.
- Que bueno. Me alegra su majestad. Saludé a la Reina de mi parte. - dijo Gabriel e hizo una reverencia para retirarse.
Luego de su reunión con el Rey, se encamino a su casa. A acomodar sus bienes, hablar con los pocos sirvientes con los que contaba que eran como sus padres, un viejo mayordomo y una mujer ya mayor, que es la ama de llaves, los cuales al verlo llegar, lo abrazaron con cariño.
- Joven maestro, ¿cómo está usted? -
- No me llamen así. Saben que no me gusta. -
- Es en señal de respeto, general. -
- Saben que son como mis padres. Llámenme Gabriel. Se los he dicho siempre. - respondió Gabriel alegre de ver a sus viejitos.
Los tres pasaron, mientras los soldados al mando de Gabriel se encargaban de llevar los caballos a descansar y de acomodar las cosas para partir al día siguiente.
Adentro en la sala de la casa rural, Gabriel, el mayordomo Juan y la ama de llaves Rosa, se sentaban a conversar sobre lo sucedido en el viaje.
- Así que, ¿te tienes que ir mañana mi niño? - exclamó con tristeza Rosa.
- Si, pero no te preocupes Rosita. Volveré con mi futura esposa. Para que ambos la conozcan. - explico sonriente el general.
- ¿En serio, te casarás muchacho? - preguntó extrañado Juan. Nunca le habían conocido un novia fija al joven.
- Si, viejito. y les tengo una sorpresa. - mencionó sonriente.
- ¿Qué es? ¿Cuéntanos? - dijo Rosa.
- Si les digo, ya no es sorpresa. - explico Gabriel con una sonrisa traviesa. Sabía que sus viejitos se emocionarían al saber que pronto sería padre. Pero debía esperar. Cómo había dicho el Rey Brahim, aún no estaban exentos de peligro, o de una acusación de traición.
De pronto, el capitán entra rápidamente a la sala de la casa.
- Disculpe, general. Un ave trajo un mensaje. - y le entrego una carta doblada a Gabriel.
Este se puso serio de golpe y abrió la carta con preocupación. Leyendo su contenido la expresión en su rostro cambio.
- Debemos volver rápido - dijo en voz alta. - Que me preparen un caballo que este descansado de los establos, igualmente que quince soldados hagan lo mismo, y se preparen para que me acompañen. Nos adelantaremos a volver. El resto regresará como teníamos planeado, mañana a primera hora. - explico Gabriel. - ¿Entendió, capitán? - pregunto en voz alta.
- Si, señor. - y saludando se retiró rápidamente.
Gabriel quedó muy preocupado con lo leído en la carta. Mientras sus viejitos, como él los llamaba, le preguntaban que había pasado.
**********
Artemis tenía una semana instalada en el archiducado. Hasta el momento observaba atenta como trabajaban todos a su alrededor. La idea era detectar cualquier falta en las personas que trabajan en la mansión para despedirla de inmediato. Hasta el momento no había percibido nada fuera de los normal.
Un día, estando en su despacho, revisaba los libros del Archiducado. Había varios negocios que se veían prósperos y podían reactivarse. Y ya había visto que en los terrenos de la mansión había un viñedo que estaba hermoso y era cuidado por los empleados aún cuando no se hacía vino, se vendían las uvas al cosecharlas.
A Artemis se le ocurrió que podía elaborar vino con su toque personal y venderlo. Debía investigar esa idea para saber si era posible hacerlo.
En el despacho, tocaron la puerta y dió el pase. en ese momento se encontraba sola. Tanto su doncella como su asistente estaban realizando mandados de parte de ella.
Quien entro era una joven sirvienta llevándole un servicio de té, aún cuando Artemis no lo había solicitado no desconfío. Ya otras veces la joven había llevado té. Y tanto ella como otros estaban siendo vigilados y supervisados en sus labores y todo parecía normal.
- Buenas tardes, Archiduquesa. - saludo la doncella haciendo una breve reverencia. - Le traje un poco de té, ya que no ha comido nada desde la mañana. - le dijo la doncella mientras servía el té y le entregaba una taza junto a unas galletas.
- Gracias, Cami. - acepto Artemis sonriendo y tomó un sorbo de su té.
Se levantó y se acercó a su ventana, mientras la chica hacía una reverencia y se retiraba, mientras sonreía de forma siniestra, cerrando la puerta del despacho.
Artemis siguió tomando su té, mientras seguía mirando a través de la ventana de su despacho los hermosos viñedos. Mientras la idea de elaborar vino para vender, rondaba en su cabeza.
De repente, sintió un dolor fuerte en el vientre que la hizo doblarse. Ella soltó la taza y se llevó las manos a su vientre.
- ¿Qué este dolor? - susurró sintiendo que el dolor se irradiaba por su abdomen y espalda.
Miro hacia abajo y vio una luz azul salir de su vientre y brillar.
- No, no, bebé - dijo con angustia.
Cuando se disponía a salir del despacho entro su doncella, y la vio doblándose del dolor.
- Alteza, ¿qué tiene? - dijo acercándose a ella rápidamente y ayudándola a sentarse en un mueble que tenía en su despacho.
- Llama al médico y al sanador mágico, Karla, por favor - dijo ella viendo como la luz azul se debilitaba hasta desaparecer.
Artemis comenzó a sollozar. "No puede ser. No puedo perder a mi hijo" pensó, mientras comenzaba a sentir un sabor amargo en su boca y la temperatura de su cuerpo subir.
A los minutos llegaron tanto el médico como el sanador mágico. Y en este caso actúo el sanador mágico.
Coloco sus manos arriba de la cabeza de Artemis y se quedó unos minutos sintiendo el dolor que atravesaba el cuerpo de la Archiduquesa.
- Alteza, usted fue envenenada. Hay que actuar rápido para salvarla a usted y a su bebé. - concluyó el sanador muy serio mientras miraba a Artemis.
**********